El Ministerio de Educación Nacional (MEN), estableció bajo el decreto 501 de marzo de 2016, que a 2025 todas las instituciones oficiales urbanas y al 2030 las rurales implementarán la jornada única escolar (JU). La cual básicamente consiste en, extender la jornada estudiantil hasta las 3 o 4 de la tarde. Es decir, que los niños, niñas y jóvenes estudien 8 horas diarias, profundizando en dos áreas “claves” lenguaje y matemáticas. Pretende el MEN, mejorar la clasificación en las pruebas internacionales PISA. Este mejoramiento se soporta en el discurso de la calidad educativa, que no deja ver las dificultades en infraestructura, falta de maestros, baja inversión, inconformidades en la cantidad y continuidad de los programa de alimentación o transporte escolar, provocándose una confusión educativa en los padres de familias y la comunidad.
Veamos por tanto cuatro (4) ideas para dar claridad a la confusión creada.
- Desconoce el MEN, que Jornada Única, no significa unicidad. Es decir, parametrización, singularidad e imposición. Las instituciones, los contextos, los sujetos en su formación, cultura y propósitos son diferentes. No es oportuno educar para unificar pensamientos, ideas y concepciones sobre la vida y sus sentidos. Por ello, estudiar más de lo mismo (más matemáticas, más lenguaje) es contraproducente puede terminar aburriendo a los niños, generando cansancio, pereza y finalmente deserción escolar.
- La Relación Enseñar- Aprender, no es directamente proporcional. Se ha confundido comúnmente qué enseñar más matemáticas, más lenguaje determinan una relación directa con más y mejores resultados en las pruebas nacionales e internacionales. No por “enseñar” más, se aprende más. El aprendizaje tiene múltiples génesis, pasa por los ambientes, las relaciones humanas, componentes físicos, deseos, estados de ánimo, mecanismos sociales, movilización de saberes, espacios y en fin una serie de condiciones internas y externas que generan aprender y saber.
- Padres a trabajar y profesores a cuidar. Al parecer la consigna es, contener a los estudiantes en la escuela sin más propósitos, contener una crisis social de falta de oportunidades para los jóvenes y de baja articulación entre niveles, en especial la educación media con la educación superior y/o terciaria.
- La política de calidad, no es de calidad. Porque no piensa de forma divergente las singularidades de las regiones y no comprende la integralidad del derecho a la educación en la diversidad de los estudiantes. No se puede creer como en la aritmética, que más por más da más, aquí el riesgo es que más de lo mismo dé menos (que sería más saturaciones, deserciones, conflictos y menos deseo de ir a estudiar). Nada garantiza que las clases serán mejor con el mismo profesor, o que las clases siempre sean buenas.
Sería mejor pensar la JUE desde las artes, los deportes o en una focalización cultural en la ciudad para ayudar a aliviar las tensiones que de por sí generan las actividades escolares en una jornada tan extensa. Por ello, tener a la vista los propósitos de una formación integral y visionaria es más valioso para la sociedad y el país que mantener a los niños y jóvenes encerrados en una escuela sin las condiciones necesaria para una buena educación.