Jorge Velosa, por siempre el rey de la carranga

Jorge Velosa, por siempre el rey de la carranga

"Es y será por siempre el grito libertario de los de la vereda de Velandia del municipio de Saboyá, de los runtanos de Tunja, de los campesinos embejucaos"

Por: Luis Servando González Ayala
diciembre 20, 2017
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Jorge Velosa, por siempre el rey de la carranga
Foto: Colprensa

Ay amigos míos, aguinaldo boyacense sin Jorge Velosa, sin el el papá de la carranga, es otro aguinaldo. Pero, qué le hacemos, así es la vida con sus penalidades... el tiempo no perdona y algún día Colombia no tendrá quien le cante a las cucharitas, a las Julias y a los camiones. Tampoco quien armé una fiesta contando que un diablo se cayó al agua y otro diablo lo sacó y otro diablo que pasaba dijo "¿qué diablos pasó?"

Pocos como él convertirán la bicicleta en un caballito de acero que corría sin parar y contarán cuitas de amor de una rosa mentirosa que no era de aquí y que con su cariño se puso a jugar, o de novias en Capellanía, o de la china que tenía y se fue pa' la capital y volvió sin saber qué era eso de la arepa, la mazamorra y rebancá y que don Francisco llegó a hacer el pedimento y el perro se le comió las galletas y que todos deseamos que ojalá se hubiese totiado ese perro so serpiente. Solo quienes sabemos de guitarritas punteras recuerdos chiquinquireños que nos llevamos pa' nuestra tierra sabemos que con ellas se le cantó a la amada que por fin volvió de Venezuela, a la vaca pirinola que fue la mejor vaca de la mamá porque le daba veinte botellas en la totuma mediana y a la gallina sarabiada y a la mona Ramona que al caerse se le vio… se le vio que no sabía patinar.

No, mis amigos. Mientras no vivenciémos nuestras raíces difícilmente entenderemos lo que es ser un rey pobre, pero al fin y al cabo un rey, un rey que tiene como cetro el cabo de su azadón y que es su capa una ruana sin cardar, que es su trono una piedra de amolar y que por corona tiene la cara del sol.

Con el maestro Jorge Velosa aparece la élite de la música campesina, la voz de los que de sol a sol y en medio de la más absoluta honradez y humildad proveen nuestro alimento. Él es y será por siempre el grito libertario de los de la vereda de Velandia del municipio de Saboyá, de los runtanos de Tunja, de los campesinos embejucaos de Santander, de los de Cundimamarca, y por qué no, de los hombres que trabajan la tierra en Colombia y el mundo.

A él, al gran maestro va mi más sentido homenaje. Con este escrito quiero decirle que el legado cultural que ha dejado va a continuar, que en toda fiesta en Colombia seguiremos bailando y entonando su música, escuchando sus versos y pensando que el rescate de nuestra cultura popular no ha caído en saco roto, que somos muchos quienes valoramos su trabajo y que así, con esa fe de carbonero, o así como cuando plantamos la semilla de papa, maíz o cebada en nuestros terruños esperando ver floridos nuestros campos como hermosas colchas de retazos, nuestra música y costumbres por siempre perdurarán porque fueron cultivadas con pasión y amor, con disciplina, respeto y dedicación.

A usted, mi querido maestro, donde se encuentre y si lee estas líneas va mi más sentido respeto y admiración. Fue usted el culpable de que nuestra música carranguera se extendiera en el país, fue usted el que llenó el Madison Square Garden de Nueva York y ha sido usted el que llena plazas, parques y estadios, haciendo sentir el orgullo campesino, el de mis padres y abuelos, el mío, el de mis hijos y nietos.

Es usted mi gran maestro, el que no permitió que se condenara a los rincones del olvido esa música que nace en los surcos que manos cubiertas de callos, sudor y tierra por milenios han producido. A usted vaya este homenaje y que la vida nos permita seguir escuchando que en su tierra usted se siente como un rey, un rey pobre, pero al fin y al cabo rey y que su reino sea todo lo que alcance a ver y que su escudo sigan siendo las alas del corazón… y mi maestro, que se siga sintiendo rey como sabiamente lo dice simplemente por tener una ilusión, por tener una esperanza pa' vivir, a sabiendas de que los sueños, sueños son. Mantendremos esas ilusiones, esperanzas y sueños de los que nos contagió y que han hecho grande nuestra estirpe de campesinos colombianos.

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