Jorge Restrepo: le hablo de profe a profe

Jorge Restrepo: le hablo de profe a profe

"Hoy me dirijo a usted con ojos diferentes, los ojos de una docente que alejada de la postura de víctima de la educación pública, día tras día se enfrenta a su realidad, una realidad que en ocasiones frustra"

Por: Mónica Rocha
junio 07, 2017
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Jorge Restrepo: le hablo de profe a profe
Foto: Twitter
Respetado profe Jorge Restrepo, me dirijo a usted con el término “profe” movida por la convicción de que en esa palabra está expresa la condición que desde la igualdad nos permite encontrarnos y que nos recuerda que nos mueve una misma misión; la de contribuir, a través de la educación, a una Colombia diferente, una Colombia en la que la paz, el desarrollo, la equidad y la sostenibilidad sean posibles.
Aunque para muchos de nuestros colegas su nombre esté siendo reconocido solo hasta ahora, en virtud de su postura frente al paro del Magisterio, he de reconocer que, desde hace algún tiempo, yo vengo siguiendo sus aportes a través de diversos espacios, resultando más que gratificante la forma como apoyó y hasta defendió el proceso de paz con las FARC y los retratos que ha hecho en sus libros de las causas y problemáticas relacionadas con la violencia. Los libros escritos por usted y su equipo de trabajo, muestran desde aristas diferentes a la solo perspectiva belicista, la realidad de la violencia de Colombia y otras latitudes y eso ha generado en mí una gran admiración y reconocimiento por su obra y discurso, imagino que estas palabras no serán nuevas para usted y que desde su postura como docente y cabeza del CERAC, usted ha tenido la posibilidad de escucharlas muchas veces y quizás de personas que a su parecer, sean más significativas.
Sin embargo, y sin restar méritos a la labor anteriormente mencionada, hoy me dirijo a usted con ojos diferentes, los ojos de una docente que alejada de la postura de víctima de la educación pública, día tras día se enfrenta a su realidad, una realidad que en ocasiones frustra y hasta duele, pero que hemos tratado de cambiar, aun en medio de la guerra, la pobreza, la desesperanza y el dolor que rodea muchas instituciones educativas colombianas.
A través de las redes sociales y los medios de comunicación, usted ha mostrado su preocupación por la desescolarización de los estudiantes, creo entender que esta alerta por usted manifiesta, surge de ver en la escuela a un entorno que podría blindar nuestros estudiantes de muchas situaciones que se constituyen como factores de riesgo y de la convicción de que muchos reciben alimento, gracias a su asistencia a la escuela, créame que esta preocupación no es solo suya, es real, cierta y más intensa en quienes día a día convivimos con ellos, sufrimos por ellos y hasta en ocasiones suplimos necesidades de nuestro propio bolsillo, y lo hacemos con amor, sin esperar nada a cambio y como parte de lo que algunos llaman “currículo oculto o implícito” de nuestras instituciones, esto lo expreso no con el ánimo de asumir la postura de héroes o el ejemplo máximo de generosidad, lo hago, para que sea visible que al igual que usted (o quizás con mayor intensidad) nos preocupamos por nuestros estudiantes.
Desde su discurso, hemos podido percibir como propone sanciones para los docentes, en una clara contradicción con el espíritu mediador y conciliador que en otros espacios le ha caracterizado y plantea que manifestemos nuestro desacuerdo de otras formas, como si la radicalidad de este gobierno lo permitiese. Si tras tantos días de paro, la respuesta sigue siendo NO HAY PLATA, no quiero ni imaginar cómo sería el panorama con los estudiantes en las aulas. Usted propone que asistamos y no trabajemos en nuestras asignaturas sin evaluar, lo que va en consonancia con el discurso del gobierno que a través de una jornada única en pésimas condiciones, ha querido convertir la escuela en un espacio de contención y no de educación, relegando al docente a una labor de cuidador o celador con formación disciplinar y pedagógica, usted y yo sabemos que ese no es el real sentido de la escuela, o por lo menos, ya fue superado desde hace años atrás, cuando la educación se restringía a modales, religión, lectura y escritura.
En días anteriores expresó que el aumento de sueldo de un docente no se refleja en una mejor educación en Colombia, esa es otra coincidencia entre usted y nosotros los maestros de la educación pública, por ello, nuestras peticiones apuntan a asuntos que trascienden lo gremial y tocan aspectos como la desfinanciación de la educación pública, una realidad contundente y generadora de gran parte de la crisis en la que está sumida la educación. No obstante, créame cuando le digo que, si de aumento de salarios se trata, eso 50 - 100 mil pesos que usted desprecia, pueden marcar la diferencia para que varios estudiantes, patrocinados por sus docentes, puedan llegar a clases y complementar las porciones de comida del mal llamado “Plan de Alimentación Escolar” que como consecuencia de la desfinanciación anteriormente mencionada, se está quedando sin fondos en varias Secretarías de educación departamental y municipal.
No pretendo que usted cambie de opinión, lejos de mí tal acto de violencia o irrespeto, lo invito a que así como algunos docentes usamos sus lentes, usted use los nuestros y baje el tono a sus intervenciones, algunas de las cuales ha resultado dolorosas para quienes desde el orgullo por nuestra profesión, la fe en la educación y la ética de una labor entregada, ejercemos la docencia y decidimos apoyar una causa que consideramos justa y con la cual, queremos generar la presión que usted demanda de la ciudadanía en el proceso de paz con el ELN.
No somos mercenarios, somos sujetos intelectuales y críticos que nos hemos visto forzados por el gobierno y su mezquindad con la educación a abandonar temporalmente las aulas, en búsqueda de una mejor calidad de vida para nosotros y nuestra familia y de una educación digna, integral y de calidad para nuestros estudiantes, en procura de bajar las cifras y las historias de violencia en nuestro país, unas cifras por usted manejadas a la perfección incluyendo sus causas y efectos, unas cifras que al igual que usted, nos generan dolor y gran preocupación.
Desde la diferencia, le envío mi respetuoso saludo.
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