La entrevista solo duró 17 minutos. Las preguntas del periodista Jorge Ramos siempre han incomodado a los poderosos y no era la primera vez que un presidente lo intentaba callar o dañarle un programa. Después de mostrarle un video de dos personas venezolanas escarbando en un camión de basura para buscar algo de comer, Nicolás Maduró se paró de su silla presidencial en el Palacio de Miraflores y se fue. Inmediatamente apareció el ministro de Comunicación e Información Jorge Rodríguez Gómez, hermano de la vicepresidenta Delcy Rodríguez y uno de los hombres del círculo íntimo del presidente venezolano.
Estas son las imágenes que @jorgeramosnews le mostró a Nicolás Maduro y que provocaron que Maduro se levantara de la entrevista, que retuvieran al equipo de Univision y que confiscaran su trabajo. Esto es lo que Maduro no quiere que vea el mundo. pic.twitter.com/UfSZ3lr5Jm
— Enrique Acevedo (@Enrique_Acevedo) February 26, 2019
Jorge Rodríguez, médico psiquitara que también fue vicepresidente de Chávez, le quitó a Ramos, presentador de Univisión hace más de 30 años, y su equipo periodístico todo el material que habían grabado. Cámaras, tarjetas, incluso celulares fueron retenidos por Rodríguez que con su rudeza de militante ferviente, encerró a los periodistas en un cuarto oscuro por más de dos horas y los interrogó intensamente. Al final, los mandaron para el hotel en Caracas donde se estaban quedando y Maduro dio la orden de sacarlos de Venezuela.
El ministro Rodríguez, que ha mantenido a raya a los medios en Venezuela, cerca de 60 han sido censurados y cerrados, quiso desmarcarse del hecho con un ataque. Acusó a Ramos y a todo el equipo de Univisión de armar un show barato y aseguró que por Miraflores han pasado cientos de periodistas sin ningún problema. Sin embargo, Ramos fue muy claro en las razones por las que Maduro y sus hombres les robaron la entrevista: "No le gustó las cosas que le estábamos preguntando sobre la falta de democracia en Venezuela, sobre la tortura, los presos políticos, sobre la crisis que estaban viviendo".
El renombre internacional de Ramos, quien nació en Ciudad de México pero desde muy joven se fue para Estados Unidos con su familia, se acrecentó cuando Donald Trump, como candidato presidencial, lo echó, con unos funcionarios de seguridad, de una rueda de prensa que ofrecía en Iowa. No respetó el orden de palabra, nadie lo llamó. Simplemente se puso en pie y empezó a preguntar. Pero si vamos a ver, eso es lo que hace Ramos todo el tiempo. Pregunta, repregunta, encara, no titubea y no se detiene hasta obtener respuesta. La firmeza con la que hizo la pregunta no respondió solo a su estilo de entrevistar sino a su condición de mexicano que las actitudes de Trump con su gente le movieron todas las fibras. Un caso similar le pasó con el expresidente Uribe, a quien entrevistó cuando pocos se atrevían a cuestionar al mandatario colombiano. Uribe también se le paró de la entrevista, le incomodaron sus preguntas dirigidas a escudriñar en la conciencia del presidente.
"Eso es lo que hacen los dictadores, no los demócratas", sentenció Jorge Ramos después de su paso por Miraflores, que incomodó al poder venezolano.