¿Es posible rotular de revolucionaria, la pedagogía de Jorge Luis Borges? A continuación, advertiremos que sí. Aunque parezca un cuento fantástico, este mítico escritor inspira mi labor pedagógica. Maestro adelantado a su época, promovió en sus estudiantes, la producción de contenidos sobre aburridos exámenes destinados al olvido.
Este titán de América del Sur, nacido en la noche de San Bartolomé, cuando el diablo salía a cazar ángeles, se despidió de nosotros un 14 de junio de 1986, para desandar el laberíntico paraíso de forma de biblioteca que siempre soñó.
Dueño de una prodigiosa imaginación, considerado por la crítica mundial, el más grande escritor del siglo XX en lengua castellana, aunque nunca escribió un tratado sobre educación, nos arrostró un desafío pedagógico, al indicar que su educación se interrumpió cuando asistió a la escuela.
¿Acaso pecaba de ceguera la educación de su época? Probablemente sí, en todo caso, asumamos la tarea de educar estudiantes libres y creativos con toda la parafernalia didáctica a nuestro alcance.
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Para agregar, este influyente escritor de obras en miniatura, consideraba que los educadores no debemos obligar a leer a los estudiantes, sino, despleguemos estrategias de motivación que aún continuamos buscando a través de esta incógnita, ¿Cómo desarrollar en los estudiantes el gusto por la lectura?
Asimismo, este genio literario que apenas cursó la primaria, siendo profesor de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires, enseñaba con amor y afecto, en ese sentido cabe preguntarnos, ¿nuestras clases están barnizadas de gozo o tedio?
Asumiendo una pedagogía innovadora, Borges, priorizó a la motivación seguido de contenidos y situaba al ser humano como núcleo del aprendizaje, sin embargo, a los educadores nos cuesta ejecutarlo, debido a que perseguimos un discurso del sistema educativo.
Tal vez, muchos docentes, estamos abocados a transmitir contenidos centrados en nuestra realidad, Borges nos recuerda abordar los temas con lenguaje cálido, resaltando el contexto histórico mundial, con el ánimo de observar el bosque y no el árbol como diría Atilio Boron.
De igual manera, reclamaba que la lectura no debe ser obligatoria, sino que, leamos buscando la felicidad personal o gozo hedónico y apelaba al lenguaje irónico, para desarrollar aspectos cognitivos más que datos y vagas definiciones que gustan la educación meritocrática.
Sin duda, Borges nos heredó su pedagogía revolucionaria, para hacer de nuestra labor docente, una extraordinaria manera de inspirar y educar estudiantes felices, soberanamente creativos, emprendedores y productores de contenidos de alto impacto.
© David Auris Villegas. Escritor, columnista y pedagogo peruano.