La Universidad de Antioquia convoca para el edificio Extensión el 19 y 20 de abril a una serie de actos conmemorativos del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán el 9 de abril de 1948. Dentro de ellos presentará el libro Gaitán, memoria e historia a 75 años del Bogotazo, creado por la Unidad de Paz de la Rectoría de esa Universidad y su Facultad de Comunicaciones y Filología
En el libro, como figura en la invitación, se ofrece a grandes rasgos una interpretación histórica de su trayectoria política, las horas siguientes a su deceso y las consecuencias de ese crimen político. Se complementa con una selección de cuatro piezas oratorias que encierran claves de su visión de país: la Oración por la Paz, la Oración por los humildes, País político y país nacional y Discurso programa de su candidatura presidencial.
De la breve reseña que aparece en la solapa de la publicación extraigo estas frases que me parecen contundentes: Con sólo 45 años Gaitán había removido los cimientos de la tradicional vida pública del país. Su denuncia a las oligarquías, al llamado país político, conmovió a las masas populares y dio lugar a marchas multitudinarias. Fue el caudillo del pueblo. Su oratoria en las audiencias forenses y su elocuencia en la plaza pública no tuvieron antecedentes.
En estos días he tenido vivencias afortunadas. Una, la invitación que a tales actos me hace el doctor Juan Guillermo Gómez, profesor de las Universidades Nacional y de Antioquia, miembro de la junta directiva del Centro de Pensamiento y Diálogo Político CEPDIPO. Y otra, el haber podido abrazar, con profunda emoción y cierta sensación de perplejidad histórica, a María Gaitán, la nieta del caudillo, directora del Centro Nacional de Memoria Histórica.
El parecido físico de María con su abuelo está fuera de cualquier discusión. Tengo la impresión de que porta con enorme dignidad su descendencia directa de un hombre tan extraordinario. Se le nota en sus maneras finas, en su sonrisa, y sobre todo en su enorme inteligencia. Tiene programada una misa en honor a Gaitán el domingo 9 de abril, a la que tuvo la gentileza de invitarme. Me avergüenza no poder acompañarla por hallarme fuera de la ciudad.
Gaitán es uno de esos personajes excepcionales que merece sin duda todos los homenajes que se programen en su memoria. Pero además, es una presencia latente que habita en cada episodio de la vida colombiana. No solo por la política, en la que ocupa un sitio más que merecido y en la que seguirá siendo un referente para cada nueva generación, sino en la familiar, ya que su vida y su sacrificio colman los relatos de nuestros mayores hasta que se hicieron propios.
________________________________________________________________________________
Gaitán es una presencia latente que habita en cada episodio de la vida colombiana
________________________________________________________________________________
Recuerdo que mamá usaba con frecuencia, para referirse a cualquier asunto, el antes o el después del 9 de abril. Lo vivió con sus hermanas, internada en un colegio de monjas ubicado en la Octava con Octava en el centro de Bogotá. Igual le gustaba repetir la frase según la cual los dos mejores alcaldes de Bogotá habían sido Gaitán y el papa Paulo VI, porque con lo sucedido por el crimen del primero y la visita del segundo 20 años después, la remodelación de Bogotá fue un hecho.
Crecimos escuchando numerosas anécdotas sobre el Bogotazo, las dudas sobre la autoría material del crimen, en todo caso la indignación porque al morir Juan Roa Sierra en manos de la airada multitud, se cerró la posibilidad de conocer los autores intelectuales. El pueblo siempre culpó de la muerte de Gaitán a la oligarquía liberal conservadora, beneficiaria directa de su desaparición del escenario político. Muerto Gaitán, naufragó la posibilidad del temido gobierno alternativo.
La oligarquía que tanto señaló Gaitán también construyó rápidamente su propia teoría. Se trataba de una conspiración comunista internacional. El día que mataron a Gaitán se celebraba en Bogotá la Novena Conferencia Panamericana convocada por el gobierno de los Estados Unidos con el propósito exclusivo de generar una cruzada continental contra el comunismo. De esa cumbre nacería la OEA, de tan ingrata recordación para los pueblos latinoamericanos.
El hecho de que Fidel Castro encabezara una delegación de estudiantes cubanos que promovía una conferencia paralela a la de los gobiernos, y que se hubiera sumado a la revuelta popular como cualquier joven latinoamericano entusiasta, sirvió a los interesados en enredar la verdad, para armar su propia trama. Otros, como Jacobo Arenas, sostuvieron siempre que el crimen provino de la CIA, estrenando la tesis de seguridad nacional que promovería en adelante.
Este año la conmemoración adquiere otra dimensión. Tenemos un gobierno alternativo, antioligárquico, que de haberse hecho realidad hace 75 años nos hubiera marcado un destino completamente distinto como nación. Después de Petro, Colombia no volverá a ser la misma del pasado. Gaitán está más vivo que nunca. Y sigue cambiando el país.
