Jorge 40 rompe su silencio desde su prisión en Estados Unidos

Jorge 40 rompe su silencio desde su prisión en Estados Unidos

“En esta cueva donde cumplo una merecida condena, estoy convencido que el arma contra la guerra es la palabra. Espero pronto estrechar la mano de Simón Trinidad”

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agosto 11, 2016
Jorge 40 rompe su silencio desde su prisión en Estados Unidos

El siguiente es el texto que recibí de excomandantes paramilitares desmovilizados, hoy recluidos en el Centro Penitenciario La Picota de Bogotá, y que constituye el mensaje del excomandante Paramilitar Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40:

Desde esta cueva de hierro y piedra, sin saber distinguir un sábado de un domingo y mucho menos un día frío por uno soleado, haciendo mil peripecias pude dejar que este texto llegara a las manos de los remitentes indeterminados de mi patria. Hoy me he enterado de los acuerdos finales en La Habana, y que el país se encuentra a las puertas de un plebiscito que legitime el perdón y el olvido penal a los miembros de la Farc. Yo, un colombiano preso en los Estados Unidos, culpable de muchas atrocidades, justiciero de inocentes para cumplir deudas a quienes financiaron la guerra, yo que ordene en diferentes ocasiones justiciar a criminales, manchándome al tiempo de su pestilencia al momento de su muerte, hoy no puedo gritar inocencia, ni sembrar odios entre connacionales, por lo contrario, esta oscuridad asfixiante está lejos de construir en mí una escuela de odios y venganza, en medio de las tinieblas de mi hueco he sentido la clarividencia del reconocimiento de mis errores.

Yo que combatí 20 años a las Farc y que los reconozco como terroristas y criminales, culpables de crímenes peores o similares que los nuestros, hoy observo con beneplácito que ellos de manera voluntaria hayan accedido a dialogar y que de manera civilizada llegaran a cumplir el sueño de las Paz. Yo que crecí con la teoría de que los pueblos se pacificaban por el acto valiente de sus hombres y que el fusil era una forma de hacer patria, tengo que reconocer ante todos ustedes lo equivocado que estaba, pues en esos más de 20 años de lucha frontal contra las guerrillas no contribuimos en nada a la tranquilidad del colombiano, por lo contrario lo hicimos víctimas de la derecha y de la izquierda en extremo, las autodefensas no lograron derrotar a las Farc, no logramos proteger al pueblo, lo que sí se hizo fue desangrar caseríos y veredas, enriquecimos a quienes nos utilizaron y que en un primer momento vi como benefactores de un estado de paz, pero desde la lejanía de esta gruta donde cumplo mi merecida condena, hoy mi visión de la guerra es diferente, estoy convencido como nunca que la única arma que derrotara la guerra es la palabra y que el diálogo es el insumo más poderoso para sembrar esperanzas.

Vea también: ¿Cómo llegó la carta de Jorge 40 a Colombia?

Hoy vestido de condenado y separado por un muro de 20 centímetros con Simón Trinidad, puedo decirles que acá no hay diferencias entre izquierda y de derecha, somos dos presos más, nos tratan como dos criminales que violamos los derechos humanos y que exportamos cocaína.

Hoy cuando hablo a gritos con el colombiano del otro lado del muro, puedo decirles a ustedes que entre Palmera y Tovar existen ideas comunes y que nos dividían eran nuestros intereses.

Estoy seguro que las Farc cansada de la guerra, el tiempo y los muertos los convencieron de lo inerte y equivocada de su lucha. Dios bondadoso me mire con ojos de justicia y permita que ese hombre que me habla a gritos desde la otra parte del muro y cuyo rostro no puedo ver, pero que se identifica como Ricardo Palmera, algún día no lejano pueda estrechar su mano y así sellar en un abrazo el perdón mutuo que nos hemos profesado. Sin determinar buenos ni malos, entre el pueblo elector y hoy responsable de la refrendación de la paz, solo puedo decirles que Dios los ayude a discernir entre lo más conveniente para Colombia, de lo que sí estoy seguro es que si yo pudiera tomar esa decisión, lo haría en favor del silencio de las armas, de un no más al llanto de los huérfanos, de las viudas y de padres enterrando sus hijos, todo lo cambiaría por una sonrisa y por un buen abrazo a mi hoy buen amigo Simón Trinidad.

Desde el fin del camino, del sufrimiento y el inicio de la libertad.

*Alejandro Arias, periodista Simón Bolívar, publicado originalmente en su blog

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