En pleno Cañón del Chicamocha está Jordán Sube, un pueblo de veinte casas de barro y caña brava con solo cuarenta habitantes. Este inhóspito paraje enclavado en las montañas de Santander recibe anualmente un abultado presupuesto que ejecutan a su antojo sin control ni vigilancia. Es un pueblo perdido en la rudeza de la cordillera que para llegar hasta allí se puede tomar el camino de herradura del Puente Lengerke, que existe desde los tiempos del emprendedor alemán Geo Von Lengerke hace más de un siglo o por un carreteable que conecta con la troncal San Gil- Bucaramanga que solo tiene los cuatro kilómetros del tramo final en placa huella al que le han invertido varios cientos de millones de pesos que no se ven.
La familia Ferreira Fajardo, conservadores de pura cepa, controla Jordán desde hace sesenta años. Comenzaron los hermanos José Ángel y Roque Ferreira que se adueñaron del poder desde el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán. Roque manejó la alcaldía durante veinte años, poder que conservó la familia desde la elección popular de alcaldes en la ganó Jose Ángel Ferreria quien con su hermana Gloria y su primo Roque Julio se han estado alternando y este año ella quiere repetir con lo cual completaría su tercer mandato.
Jordán Sube nació por decreto en 1830 y permanece como una pequeña aldea santandereana con alcalde propio y un presupuesto que se ha ido incrementado. Del alcalde actual Ciro Bautista poco se sabe; vive en una finca y al pueblo poco va, manda a través de un “encargado”, que le lleva y trae las razones como hizo con la periodista Ana Mercedes Ariza de Noticias Uno quien se desplazó hasta allá para hacer un informe periodístico y regresó sin haberle visto la cara. Un alcalde, eso si, que gasta a manos llenas y que sin recato reportó en la rendición de cuentas del año 2014, 603 millones de pesos en funcionamiento y 12 millones en viajes y viáticos.
La vida es triste en Jordán. No hay semana en que no escasee el agua potable, las calles de piedra brusca jamás han visto un centímetro de concreto, desde tiempos inmemoriales no ha nacido nadie bajo su cielo porque no hay hospital, en casos de emergencia el veterinario de la Umata es quien suministra los placebos a los dolientes antes de remitirlos al centro de salud más cercano; de Jordán no ha salido un solo bachiller porque la única escuela ofrece solo hasta noveno grado; no hay un solo preso porque tampoco tiene cárcel y hasta los muertos se han ido porque tampoco hay cementerio.
La escuela Nuestra Señora de Fátima anclada en el casco urbano está en ruinas. En tres salones los niños reciben los nueve grados en condiciones tan precarias de calidad que no se entiende cómo el alcalde puede haber reportado 124 millones de pesos invertidos en calidad y otros 151 millones de pesos en otros ítems educativos, cuando lo cierto es que ni cancha para jugar tienen. La promesa de los Ferreria Fajardo de entregar una piscina fue otra frustración infantil porque los niños se quedaron con una alberca que recoge insectos y aguas estancadas.
Si de aseo se trata, según un informe de la Contraloría el municipio firmó un contrato con la compañía de San Gil Acuasan, pero aseguran los habitantes que no han visto nunca un camión de basura y que solo se ve a un particular que recoge desechos los días martes y viernes y los tira a la rivera del río Chicamocha.
Como no hay hospital y mucho menos médicos los enfermos son atendidos una vez a la semana por una brigada de salud que llega de Aratoca, aunque en el presupuesto anual se incluyó el gasto de $75 millones en gasolina para dos ambulancias, una de las cuales está abandonada con la lata carcomida. Por falta de un carro de bomberos Jordán quedó sin historia y sin documentos para evaluar la ejecución presupuestal en agosto de 2004, precisamente en el momento en que la Contraloría departamental iba a ponerle la lupa a la administración del alcalde Gonzalo Bautista –de la cuerda de los Ferreira-, un inesperado incendió volvió cenizas archivos y documentos. La gente quiso ayudar a extinguir el fuego pero no tuvieron cómo porque el agua no bajaba por los grifos. La situación no ha mejorado pese a que entre el 2011 y 2014 supuestamente se han invertido más de 600 millones de pesos para que haya un acueducto que aún no se ve.
Se trata pues de un pueblo fantasma en el corazón de Santander convertido en el botín de una familia que ha logrado que nadie se meta con ellos y manejar el presupuesto a su amaño y sin que nadie los vigile.
Jordán Sube es un pueblo de 40 habitantes en su casco urbano que se gasta, según las cuentas de la alcaldía, más de 10 mil millones de pesos por periodo.
Ver Rendición decuentas de Jordán Sube
Año 2011: 3012 millones de pesos (Ver pagos)
Año 2012: 3770 millones de pesos (Ver pagos)
Año 2014: 2728 millones de pesos (Ver pagos)
Año 2015: 998 millones de pesos en lo que va corrido de este año (Ver pagos)
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