John Edison Castaño era un prototipo de jugador nunca antes visto en Colombia. Su capacidad de juego era la de un argentino y su magia la de un brasileño, pero había nacido en Pereira, más exactamente en el barrio Galán. Con tan solo 15 años fue contratado por el equipo local para jugar al futbol, y a los 16 ya había debutado en la liga nacional; y cuando Luis Alfonso Marroquín lo convocó a la selección sub 20, Colombia aun usaba esa camiseta color zapote que nada tenia que ver con la bandera y seguía siendo una de la cenicientas del futbol sudamericano.
Sin embargo, algo cambió en ese torneo juvenil de Paraguay en 1985, el seleccionado brilló con luz propia y aunque no quedo campeón, sí quedo tercero eliminando a Argentina y Uruguay, equipos históricos, y le regaló al futbol sudamericano una nueva estrella. Castaño fue tan importante en ese torneo, que ni siquiera había terminado y ya estaba recibiendo ofertas desde Europa y clubes importantes de sudamérica, y todo el mundo lo comparaba con Maradona y decían que era el pelusa en versión colombiana.
Ese torneo fue su salto a la fama sin duda. Desde España quería ficharlo el Real Murcia y pudo haber sido el segundo colombiano en jugar en Europa después del recordado Ernesto Diaz, que había jugado para el Standard Lieja, pero el bolsillo del América de Cali importó mas, y por 15 millones de pesos se volvió escarlata.
Allí anonadó a toda la hinchada durante sus primero meses, pero después fue relegado a la banca y tras un año sin tener regularidad y siendo odiado por el técnico por sus conocidas indisciplinas y rumbas, decidieron prestarlo a Atletico Nacional. Para su pesar, en el club paisa se rompió los ligamentos cruzados y lejos de brillar estuvo durante dos años intentando recuperarse, sin mucho éxito por su falta de responsabilidad.
Tras esos dos años, donde no jugó nada, y convencido de que ya estaba bien fue contratado por el Racing de Avellaneda. Fue el tercer colombiano en jugar en Argentina y como si nada hubiese pasado volvió a tener un nivel extremadamente bueno. Marcó goles en sus primero partidos y allí fue cuando conoció a Maradona quien lo elogió y lo puso a su nivel. Sin embargo, de nuevo una lesión lo mandó al olvido y no pudo hacer más. Se devolvió a Colombia y pasó de aquí para allá intentando tener una regularidad que nunca consiguió.
A sus 50 años sigue recordando cuando fue la estrella máxima de la selección sub 20 y cuando multitudes de personas coreaban su nombre. Bromea y dice que si jugara hoy en día valdría unos 100 millones de euros, lo mismo que vale Luis Diaz, y no se arrepiente de nada de lo que pasó. Según él, vivió a plenitud lo que el futbol le ofreció y dio todo de sí para ser el mejor.
Lo cierto es que todos esos hinchas que lo vieron jugar en 1985 no superan la idea de haber tenido al mejor jugador del mundo en la selección, tal vez el Maradona que les diera una copa mundial o un titulo importante. Según el periódico El Tiempo, Castaño ahora se dedica a ser recepcionista en un centro de atención tecno-mecánica y nunca más volvió a tocar una pelota, y la leyenda de un Maradona colombiano quedó en eso, en una leyenda.
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