Desde que Condoleezza Rice “acuñara” y presentara el programa de “Nuevo Oriente Próximo”, en Tel Aviv, en el año 2006, el Pentágono, el M16 británico y la Mossad buscan implementarlos de una forma acelerada. Joe Biden fue vicepresidente de Barack Obama durante los 8 años de su mandato. Obama, el primer presidente afroamericano de la historia de ese país, fue el artífice de destruir a Libia como estado-nación, reduciendo a la edad de piedra al país más próspero del continente africano, de la mano del coronel Gadafi. También, bombardeó 8 países, la mayoría de ellos musulmanes (entre ellos, Somalia, Pakistán, Irak, Siria y Afganistán).
Joe Biden, actual presidente electo, es de postura pro-sionista: apoyó la invasión a Irak en el año 2003 (luego, se arrepintió) y también propuso balcanizar a Irak en tres entidades, cada uno con su propia autodeterminación (kurdos al norte, sunníes en el centro con el control de Bagdad, y un sur chií). No podemos olvidar que Irak siempre ha sido el objetivo principal de la política exterior israelí. Con Biden en la casa blanca, se retoma todo el proyecto de balcanización de oriente medio, olvidado durante la administración Trump.
Donald Trump, por su parte, fue uno de los grandes enemigos de tierra santa durante los 4 años de su administración, agredió de manera directa a Siria, y amenazó con matar a Bashar al-Ásad (presidente legítimo de la república árabe siria). Por otra parte, asfixió como nunca con sanciones económicas a la República Islámica de Irán (la cual no pudo hacer colapsar), y chantajeó y obligó a países árabes-musulmanes a firmar la paz con el Estado de Israel. Marruecos, Sudán, Baréin, y Emiratos Árabes Unidos (EAU) establecieron vínculos económicos, y diplomáticos con Israel. Además, Trump declaró a Jerusalén como capital de los israelíes, y “legalizó” los cientos de asentamientos ilegales construidos en Cisjordania, algo que la misma ONU ha condenado en múltiples ocasiones.
A pesar de inclinar la balanza solo por Israel, y negarle todo a los palestinos, Donald Trump quería terminar con las guerras que su país había creado en el extranjero, principalmente en medio oriente. Según Trump, EE. UU. había invertido más de 7 billones de dólares en la región, sin obtener nada a cambio, y al final de su gobierno redujo considerablemente las tropas estadounidenses en países como Irak, Afganistán y Somalia. A Trump no le interesaba crear un nuevo oriente próximo. El beneficio a Israel de manera directa y descarada, pisoteando a los palestinos, humillando a los pueblos árabes-musulmanes y violando el derecho internacional humanitario.
Con Joe Biden, la cosa no será distinta, pero retomarán la opción de balcanizar la zona, recurriendo Al-Qaeda, Daesh y otros grupos terroristas para poder fragmentar toda Asia Occidental, las ayudas, y beneficios a favor de Israel no se van a reducir, al contrario, van a aumentar en el campo militar, político y económico. Con Biden se retoma el proyecto de los globalistas y las elites sionistas de crear un “nuevo oriente próximo”, dejado a un lado por la administración Trump, el cual busca devolver todo oriente medio a una nueva edad media. Esto lo logrará mediante el fortalecimiento de la Otán (algo que su antecesor quería abolir, por considerarla obsoleta), lo que llevará a la balcanización de Irak, Siria, Irán, Líbano, Pakistán, Libia y Argelia, y así poco a poco se estarán creando las condiciones para la construcción del Gran Israel. Empieza una nueva era de agresión y terror contra la tierra que vio nacer los profetas.