Cuando nombran a Jhonatan Steven Mina, me llega la imagen del mar o de alguno de los afluentes que le rinden tributo al Océano Pacífico, con todo lo que tiene que estar presente, su viento, su color de arena, el rastro de algún aguacero y las canoas que con calma se acercan a la orilla, con los peces, sacados a fuerza, desnudos. En estas tierras ganadas al mar, donde al nacer el ombligo es enterrado debajo de una palma, como lo menciona Mina, es ahí, en ese paisaje del Litoral tan cantado y sentido en las rimas de Helcías Martán Góngora, con ese regusto a sal y a coco, “Buenaventura, labios de agua, dientes de coco en sazón, y una luna turista sobre el malecón”, donde se afincan sus raíces.
Hijo de Juan Carlos Mina y Ana Delia Cárdenas, dos afrocolombianos nacidos y criados en Buenaventura, principal puerto colombiano. Egresado de la primera promoción del programa Licenciatura en Arte Dramático de la Universidad del Valle. Actualmente combina la docencia con la producción de proyectos artísticos dirigidos a salvaguardar, visibilizar y reconstruir la memoria histórica afrocolombiana en esos territorios ganados al mar. Aspirante a Maestro en Estudios Afrocolombianos de la Universidad Javeriana, acaba de culminar el Certificado en Estudios Afrolatinoamericanos en Afro- Latin American Research Institute- Harvard University.
R.Ch. -¿Qué significa para ti el territorio que habitas?
J.M. -El territorio en el que habito y que me vio nacer, Buenaventura, tiene una conexión profunda con mi ser, funciona como ese norte, ese polo a tierra que me ayuda a categorizar todas mis investigaciones artísticas y pedagógicas, sin olvidar que me da cobijo en momentos de incertidumbre y me genera bienestar. El que es nacido y se considera porteño, sabe las fuerzas que este territorio nos da, esa esperanza y dignidad que se traduce en ese “don de espera” por un mejor futuro, y, como su nombre lo indica, la gesta de una Buena Ventura. Por lo anterior es que, dejando de lado todas las situaciones adversas que en el presente lo afectan, aquí se puede vivir con una sonrisa amplia. Este territorio, como lo dicen nuestros viejos, es el mejor vividero del mundo; lo que puede ser carencia para muchos visitantes, para nosotros es abundancia; el vínculo espiritual que tenemos con este pedazo de tierra ganado al mar es tan fuerte que desde que nacemos nuestro ombligo es enterrado debajo de una palma. Replicando la conexión intrínseca que nuestra vida tiene con este lugar, así partamos lejos en busca de nuevos caminos, siempre nos llevamos en el corazón al territorio que habitamos.
R.Ch. -¿Cómo te conectaste con el teatro?
J.M. -Dicen que las casualidades son citas con el destino; así llegó este arte a mí, por una casualidad, para nunca más irse. El teatro es la herramienta ideal para comunicar todos mis pensares sobre el mundo; como dice Konstantín Stanislavski “El teatro, sin duda, es creado por fuerzas humanas y refleja fuerzas humanas a través de sí mismo”, y es ahí donde tiene su trascendencia en este territorio tan golpeado, marginado, con miedo a hablar y a dialogar, por retaliaciones violentas; si las problemáticas no se exponen en un espacio libre de violencia, se van a normalizar tanto que dejarán de ser problemas; es así como el teatro funciona, como herramienta crítica de la sociedad, sirve a la visibilización y resolución de conflictos, gestando en el espectador formas de análisis distintas de la vida -la propia y la de los demás-, desde la comodidad de una butaca.
R.Ch. -¿Por qué están las artes escénicas tan ligadas a tu vida?
J.M. -Entender el teatro como una herramienta de sensibilización humana, un instrumento pedagógico de reflexión y no solamente como entretenimiento, es de mucha importancia; en este marco de reflexión pedagógica se busca que el actor en formación ubique lugares identitarios, reconozca referentes históricos, poéticas, referentes literarios y autores que formen perspectivas nuevas del pasado/ancestralidad haciendo comparativos con la actualidad -el diario vivir-, provocando espacios de divulgación y discusión desde lo artístico y escénico. En ese contexto nace el interés de ver este arte como herramienta primordial de trabajo artístico, que con su infinidad de matices es instrumento de difusión masiva, sin discriminar origen, raza o estrato social, dejando claros mensajes que en otros contextos son mucho más complejos de entender.
R.Ch. -Resúmenos tu trayectoria profesional
J.M. -Soy actor, productor y docente. Como actor en televisión he participado en proyectos como: La ruta de los vientos, dirigida por Luis Garavito y la serie El Libertador, que hace parte de los actos conmemorativos del Bicentenario. Participo en el seminario intensivo Acercamiento a la creación multidisciplinar con el director, dramaturgo y artista visual argentino Fernando Rubio en el marco del Festival Internacional de Teatro de Cali. Becario en talleres intensivos tales como: Escenafro, La danza afro contemporánea como técnica de actuación, Escuela de espectadores, por el crítico e historiador teatral argentino Jorge Dubatti, Laboratorio de literatura africana y De la idea a la pantalla - Escritura de proyectos y narrativas audiovisuales. Tengo un diplomado en Pedagogía de la Educación Superior y publiqué el artículo Las artes en Buenaventura: perspectivas en un mundo globalizado, en la revista Manglar, espacio de divulgación e investigación académica, social y cultural de la Universidad del Valle, sede Pacífico.
Como actor de teatro he participado en más de 15 montajes, representando a Buenaventura y Colombia en diferentes festivales, encuentros y congresos. Me he desempeñado como Curador y Coordinador de espectáculos en el Festival Escénico del Pacífico Esto Somos. Soy cofundador de la Corporación Artística del Pacífico Faro Teatral. Actualmente soy docente de Técnica vocal, Exploración vocal, dicto la asignatura de Cine, Raza y Representación, los seminarios de investigación teatral Afro y de la Diáspora y taller de puesta en escena en la Licenciatura en Arte Dramático de la Universidad del Valle, sede Pacífico.
R.Ch. -En qué proyecto teatral estás trabajando?
J.M. -Muy frecuentemente, en el imaginario de la mayoría de las personas se ha instalado la idea de relacionar a los antepasados afrodescendientes y nativos africanos con la representación única de la escasez de recursos, sin distingos de posición social y desconociendo la existencia de civilizaciones importantes. Tal idea se implantó a raíz de los grandes periodos de esclavización y comercio de las personas africanas para uniformarlas como mano de obra y enriquecer a los tratantes con su venta y a quienes las compraban con el trabajo que desarrollaban. Sin embargo, tres siglos después, no se puede aceptar esta explicación de la trata de personas esclavizadas; las manifestaciones relacionadas únicamente con dicho marco social son el germen de la discriminación y trato racista que se presenta actualmente hacia los afrodescendientes. Dentro de ese contexto, estoy trabajando en la puesta en escena de la vida y obra del Mansa Musa Sundiata Keita, personaje del Imperio de Malí, antiguamente llamado Mandén, estado medieval de los mandén entre 1235–1546, entre las actuales ciudades de Bamako y Siguiri, en el África Occidental. Fundado por Keita, este territorio era conocido por su riqueza y la generosidad de sus gobernantes. Lo que pretendo es contribuir a derribar la invisibilidad histórica a la que ha sido sometido este personaje, categorizando por medio de su trascendencia fidedigna, la verdadera historia de las civilizaciones africanas, las posiciones sociales, entendiendo que las diferencias económicas fueron situaciones recurrentes en los distintos pueblos e imperios que se desarrollaron en la totalidad del continente africano, en los cuales, de acuerdo con las diferentes estructuras sociales, abundaron los reyes, comerciantes, incipientes productores y familias con enorme poder adquisitivo e influencia social. Esas raíces históricas del África parecieran haber desaparecido a los ojos del mundo occidental
R.Ch. -También estudias Maestría en Estudios Afrocolombianos en la Universidad Javeriana ¿Cómo ha sido la simbiosis para ti entre el arte y los Estudios Afrocolombianos?
J.M. -Cursar la Maestría en Estudios Afrocolombianos nace de la necesidad de categorizar mi identidad y mi ancestralidad, en todas mis derivas artísticas y pedagógicas, con un pensamiento netamente negro, de la mano de referentes e investigadores -antropólogos- afros que reivindican nuestras prácticas y el África como madre de saberes, sin dejar la diferente adaptación que hemos tenido a través del tiempo en el territorio que habitamos. Es de entender que el arte tiene grandes componentes identitarios y Buenaventura no es la excepción; esta representación escénica y social, si no está bien cimentada, va a ser un reflejo de la falta de conocimiento y quedará en simple entretenimiento.
Es por todo lo anterior que uní la investigación, desde los estudios afrocolombianos, con esta herramienta masiva de comunicación y reflexión desde la parte escénica, para tratar de reconstruir ese pensamiento identitario en los jóvenes y generar referentes positivos de lo que es ser afro.
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