No dirán ‘mirad, aquí está’ ni ‘allí está’, porque el reino de Dios está dentro de vosotros
Jesús de Nazareth
Visitar Tierra Santa para quienes nacimos y practicamos el catolicismo, sin duda es uno de los más anhelados propósitos. Sin embargo, en mi caso particular, aunque bellísima la experiencia, una cosa fue lo que vi y otra lo que la sociedad se ha inventado en algo más de dos mil años.
Bueno, hay cosas que definitivamente a simple vista no se perciben, pero leer la historia integral de Jesús, con los diferentes puntos de vista y acontecimientos políticos-religiosos (porque es lo primero que hay que hacer, no desligar la política de la religión), es un deber antes de ir a Tierra Santa.
No se trata de leer solo la Biblia, porque ni siquiera eso nos enseñó bien la Iglesia católica. Se trata de haber leído mucha historia que incluye también los libros apócrifos, esos registros de lo que sucedía en esa época y que quedaron por fuera de la Biblia y de la historia “oficial” porque a Jesús había que verlo solo como una divinidad y no como el hombre de a pie que también fue. ¿En qué momento se borró de la historia el Jesús que caminaba, se cansaba, se molestaba, se reía tirado en el piso con las cosquillas que le hacían los niños, con quienes además jugaba a la gallina ciega y también lloraba?
Todo parece indicar que fue en el año 325 durante el primer concilio ecuménico de Nicea I, en el territorio de la actual Turquía, convocado por el emperador romano Constantino I El Grande, simpatizante del cristianismo. En ese momento lo vuelven divino, se acepta la Santísima Trinidad, se escogen los libros que van a integrar la Biblia y se quedan más de cien por fuera, los apócrifos que mencioné y que narraban la vida de Jesús, sus apóstoles, su entorno y sobre la muy reconocida María Magdalena.
De lo que vi, Jesús era un hombre básico que parchaba con sus apóstoles en el Mar de Galilea (o lago de Galilea), por los lados de Cafarnaúm donde pasó gran parte de su vida rebelde y cuyo gran legado es su estilo de vida, sus valores, su moral… Muy distantes de lo que vemos hoy en sus representantes y que de alguna manera está tratando de reconstruir el Papa Francisco.
No sé en qué momento Jesús se volvió marca, se volvió un instrumento para intimidar indígenas en América, para enriquecer comunidades, para no permitirles a sacerdotes, monjas y ciudadanos del común disfrutar del sexo como corresponde; para ser parte de políticas de Estado sucias, para acabar con quienes no estaban de acuerdo con la Iglesia (la Inquisición por ejemplo)… Para exterminar, como sigue sucediendo con las religiones de Oriente Medio, a quienes no piensan como ellos. Las temibles cruzadas se hicieron en su nombre; el exterminio de los cátaros al sur de Francia, por puntos de vista sobre los sacramentos, su oposición a la jerarquía de la Iglesia y su pensamiento de que Cristo dió por igual a todos sus apóstoles, sin afán de poder ni de economía. Los cátaros también cuestionaron los temas del bautismo, la eucaristía, la virginidad de María, la conversión del pan y del vino en cuerpo y sangre de Cristo; aceptaron la idea de la reencarnación. Esta nueva filosofía socio-religiosa no agradó a la Iglesia católica, que los llamó herejes y los condenó a la hoguera hasta exterminarlos.
Quienes se han creído dueños de la Iglesia se han dedicado a tergiversar todo a su conveniencia. Mientras Jesús hablaba de paz, los custodios de sus reliquias y sitios sagrados no han podido tenerla. El Santo Sepulcro es custodiado y les pertenece a los franciscanos (que son los que menos tienen), a los griegos ortodoxos (los mayoritarios) y a los armenios. Si ahí hay una “calma chicha”, no fácilmente podemos pensar que habrá paz completa en esta humanidad tan complicada, que está agarrada hasta en los sitios emblemáticos del hombre cuyos preceptos filosóficos fueron tan fuertes, que marcaron nuestra civilización; tanto que contamos nuestros días a partir de su nacimiento y vamos en el 2016.
Se dice que el Santo Sepulcro es uno de los sitios más precisamente ubicados. Han sido tantas las guerras, que los hallazgos arqueológicos no siempre son exactos. ¿Que Jesús estuvo en Jerusalén?, ¡claro! ¿Que nació en Belén?, también. Pero que los sitios sean los exactos, es casi imposible establecerlo. No niego que ir a todos los sitios sagrados es muy emocionante, pero lo que verdaderamente me estremeció fue la piedra en la que acostaron a Jesús muerto cuando lo bajaron de la cruz. Ahí sentí con mucha fuerza su presencia, como también en Cafarnaúm, el mar de Galilea y el Río Jordán (y eso que el punto que se visita y donde uno se “rebautiza” no es el sitio exacto donde bautizaron a Jesús). Hasta ahí.
Es que agacharse y arrodillarse en un sitio tan escondido para tocar la piedra donde se dice que nació Jesús es una sensación extraña y no certera de que fue ahí. Y voltearse a unos pocos metros a ver un híbrido de construcción donde se supone que estaba el pesebre… Como que no lo sentí. Tengo amigos que han llorado en el lugar y durante la visita a muchos lugares santos, pero no me pasó igual. En fin… son cosas de las percepciones que me han acompañado toda la vida.
A Jesús lo volvieron comercial,
una marca registrada para los intereses de los de turno.
Lo volvieron blanco, ojiazul, rubio como los cánones de belleza impuestos por el mercadeo global
A Jesús lo volvieron comercial, una marca registrada para los intereses de los de turno. En ese ánimo de volverlo marca lo volvieron blanco, ojiazul, rubio como los cánones de belleza impuestos por el mercadeo global. Pero por la etnia y raza no pudo haber sido más que como lo mostró la National Geographic en su traducción a imagen del manto sagrado: Trigueño, narizón, ojinegro, bajito y muy especial, sin duda. O esta otra.
¿Qué sentiría hoy Jesús (que hablaba de humildad, sencillez y misericordia) entrando al ostentoso Vaticano, o mirando las cuentas corrientes de las comunidades religiosas, o viendo papas y pastores encubriendo curas y similares pedófilos a cambio de grandes donaciones de dinero? ¿Sus dizque representantes que no predican con el ejemplo (como buen judío que fue Jesús) sino con la más representativa miseria humana?. ¿Qué tal los Borgia comprando el papado, estableciendo ejércitos para agrandar los dominios de los estados pontificios y vendiendo absoluciones por sumas millonarias de la época? Con razón Martín Lutero, fraile católico, fundó su propia iglesia, la protestante.
A las sociedades modernas nos ha quedado muy difícil seguirlo porque sus enseñanzas tienen que ver con el apartarse de lo material, pero vemos montones de iglesias que abren cada año con el lema “rece y consigne”. Es que incluso en nuestra constitución tenemos la solidaridad y no hemos sido capaces de ejercerla.
A Jesús lo encuentro en la cotidianidad, todos los días, en la gente buena, en las necesidades, en los que sufren, en los que triunfan sin dañar a nadie y sin estarlo esperando porque lo vivo con la certeza de que está presente. Los cristianos antiguos le decían “Tekton”, que quiere decir constructor, porque también ayudaba a construir y eso es lo que debemos hacer como sus seguidores, rescatando de Jesús el coraje, la valentía, la fortaleza. Tiene que surgir una Iglesia diferente de justicia.
Que Jesús fue especial, tengo el convencimiento y la fe que sí, pero también fue muuuy terrenal y eso nos lo han querido ocultar.
¡Hasta el próximo miércoles!
