En el año 431, el Concilio de Éfeso se proclamó que Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre, por ello en la Semana Santa cuando se conmemora su pasión, muerte y resurrección, hay que recordar las palabras de San Agustín: “Dios se hizo hombre para que el hombre se haga Dios”. Al ser Jesús el camino del encuentro con Dios, en estos días de reflexión hay que mirar al maestro de Nazaret en toda su dimensión humana, menos en el pecado.
Como humano, el ejemplo de vida de Jesús es inconmensurable, ya que pasó por la tierra haciendo siempre el bien. Acá cabe destacar un hecho demasiado trascendente en su vida, de tantos que nos enseñan los evangelios desde el punto de vista humano, y a pesar de que algunos lo toman como metáfora, su significado es demasiado extraordinario para lo que debería ser el comportamiento de las personas ante la maldad: el rechazo que le hizo a la propuesta del “padre de las tinieblas” cuando fue tentado en el desierto. Dicen las escrituras: “Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiera la doy. Sí tu postrado me adorares, todos serán tuyos. Jesús le dijo: Vete de mí, Satanás, porque escrito está: Al señor tu Dios adoraras y a él solo servirás". El anterior pasaje bíblico lo encontramos en el evangelio de San Lucas 4:5-8.
Ese maravilloso relato nos demuestra la magnitud libertaria del maestro, quien al rechazar el poder político que le ofrecía Satanás nos pone de presente la tragedia histórica que ha representado para la humanidad la lucha por conquistar el dominio sobre las naciones y los seres humanos, en donde las fuerzas totalitarias le han causado a la tierra las peores desgracias y sufrimientos, mientras que la democracia con todas sus luces y sombras a tratado de buscar la armonía entre los humanos.
El marxismo, que es la organización totalitaria que más ha cometido genocidios en la historia, con 140 millones de asesinatos en el último siglo, ha demostrado su carácter diabólico en donde la vida de las personas no importa, pues lo que le ha interesado a esa secta es defender o conquistar el poder a cualquier precio, totalmente diferente a las enseñanzas de Jesús que en muchas ocasiones le ofrecieron ser gobernante, pero lo rechazó. De ahí que cuando plantea que su reino no es de este mundo, resalta no estar de acuerdo con las injusticias y el sometimiento brutal de las personas en el Imperio romano, pero además tácitamente plantea que había un mejor sistema de vida, como lo refrendaron los cristianos en los primeros 300 años de la iglesia primitiva, en donde la caridad fundamentada en la solidaridad era la prioridad.
También otra fuerza totalitaria que le hizo mucho daño a la humanidad fue el nazismo, cuyo principal exponente, Adolf Hitler, llevó al holocausto de la Segunda Guerra Mundial, que produjo 50 millones de muertos a la humanidad. El nazismo al igual que el fascismo y el marxismo son corrientes totalitarias hegelianas que consideran que el Estado es dios sobre la tierra y por eso la expresión: “todo dentro del Estado, nada fuera de él”.
De manera descarada seudointelectuales marxistas, al tratar de exculpar los crímenes del comunismo totalitario, argumentan que no ha sido bien aplicado, no se ha interpretado correctamente, que el problema es el revisionismo, etc., todas esas falacias denotan el fracaso antropológico e histórico de esa doctrina absolutista, pues eso sería igual a decir que Hitler no aplicó correctamente el nacional-socialismo y que por eso fue derrotado en la Segunda Guerra Mundial.
Necesariamente por las múltiples calamidades que tiene la humanidad en la actualidad, con problemas como el calentamiento global, las guerras, las hambrunas, los refugiados, las crisis económicas y tantas otras aflicciones, los seres humanos tendrán que volver los ojos a Dios por medio de su hijo Jesucristo, y con la ayuda del altísimo darán soluciones a las inmensas dificultades que vive la humanidad, por lo que el reino de Dios y su Justicia aquí en la tierra será posible, para la felicidad de hombres y mujeres; Jesús afirmó: “porque a vuestro padre le ha placido daros el reino” y en otra parte dice: “Porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros”.
La esperanza que nos ofrece Jesús de Nazaret, para un mejor futuro la plantea el apóstol San Pablo en la Epístola a los Romanos, en donde afirma: “Porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de la corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios”, lo cual demuestra que el sacrificio de Jesucristo no fue en vano, ya que un mundo mejor si es posible, pero sin opresiones totalitarias, ni ambiciones desmedidas por el capital.
Jesús de Nazaret como verdadero libertario le dio un ejemplo al mundo sobre la manera en la que se deben rechazar las tentaciones diabólicas que ofrece el poder político, basado en la mezquindad, la violencia, la avaricia y la corrupción. De ahí que a esa forma de gobierno que a través de la historia han impulsado los despotismos y totalitarismos se le deben anteponer la democracia y la libertad, cuya fuente no la enseñan las escrituras que proclaman: “ Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres”.