La fotografía es una disciplina social, es el producto de la entrega del fotógrafo al manejo de la luz, en cuyo trabajo las imágenes mueren o perduran en la mente de familiares, ciudades, naciones o el globo.
Con ella se busca retener un momento, señalar un camino, denunciar un régimen o desafiar el tiempo; como una teoría, que convierte la imagen en reflexión, la fotografía es un mensaje para que el mundo la interprete, cuando su naturaleza estética trasciende las fronteras.
La razón argumental que la motiva suele ser citadina, regional o global, si la jerarquía visual supera el instante y se torna estéticamente duradera.
Imágenes como las de Tianamen, la niña de Vietnam, el Che, Omaira, la masacre Tumaco y Las Vegas, son impactos que han quedado en la mente de millones y suelen pervivir como lecciones políticas que conducen a cuestionar regímenes.
Foto: AP / Represión de Tiananmen
Las fotografías no solamente son paisaje, familias o etapas de una existencia memorable, son también un testimonio estético para cambiar o cuestionar el mundo.
Enfrentar la muerte del otro es uno de los acontecimientos más dramáticos de sobrellevar, elevado precio que paga la humanidad por compartir la vida con los seres que justifican la existencia, sobre cuando todo se vive por, para o al margen de la guerra, como lo revela la escalofriante fotografía en que un gendarme mata a un indefenso vietnamita por presumir que es miembro del Viet Cong. (Término acuñado peyorativamente). El impacto aún se escucha en la memoria del mundo.
Foto: Eddie Adams / Ejecución en Saigón
Portar una cámara es enfrentarse a lo inesperado, donde la fotografía puede convertirse en un mensaje ético y estético universal, como el captado cuando una niña, también vietnamita, huye del napalm.
Foto: Nick Ut / AP
Kim Phuc, a quien conocí en Canadá, donde vive, tratada y convalecida en Cuba, se observa en la fotografía cuando huye del infierno del napalm. Kim debió despojarse de su ropa incendiada para no perecer, dejando atrás una combustión de cuatro mil grados centígrados. ¿En defensa de la libertad?
Kim Phuc es hoy pacifista.
El poeta José Emilio Pacheco resumió así la guerra patrocinada por los Estados Unidos: “Un marine quiso apagar incendios con el fuego. Murió en la selva de Vietnam y en vano”, o como cuando dijo sobre el cadáver del Che: “Ellos/ al darle muerte/ le otorgaron/ la vida perdurable/.
Imágenes testimoniales dieron fe de su visión poética.
En cada fotografía, por sencilla que sea, hay un recaudo de la realidad histórica.
Se capta, se atrae, se absorbe, se constata el nacimiento, la prolongación o la extinción del ser humano. Una foto es la escenografía de la existencia.
Como idioma, como palabra, como enunciado, la fotografía es una disciplina que pudiéramos calificar como el esperanto visual del género humano, inevitablemente metafórico y, como tal, un instrumento de enajenación o liberación política.
Foto: Frank Fournier
Omaira, no era la hija de un ministro. “Vayan a descansar y vuelvan mañana, les dijo”. Fotógrafo Frank Fourmier. Portal Vallenato. El Estado no dispuso una motobomba para rescatarla.
Las fotografías son pedagogía comunicacional, al darle forma al espacio y la luz, al comprometer el momento, al presentar a los sujetos más allá del velo mágico que desvela la cámara, la fotografía comprometida abarca el mundo y lo explica.
No utiliza el fotógrafo la palabra como el escritor pero va más allá de la mera contemplación para darle a la forma contenido como lo decía Sartre.
Foto: Kevin Carter
El fotógrafo Kevin Carter dijo: «Encendí un cigarro, hablé con Dios y lloré».
Como en la escena del buitre y el niño africano, que nos recuerda a Fanon, violencia que se hace arte en forma de rapiña que espera la muerte para comenzar el festín. Fue una humillante verdad reveladora de un país colonizado.
Si la literatura trabaja con palabras, la música con sonidos, la pintura con colores, la fotografía lo hace con imágenes, como en la obra de Jesús Abad Colorado, mirada de nuestro pueblo exigiendo paz y censurando el holocausto nacional.
Foto: Machuca, Segovia, Antioquia, Octubre 1998, entierro colectivo víctimas E.L.N. Fotografía de Jesús Abad Colorado. Archivo personal, autorizada.
Su fotografía no es un pasatiempo, es una práctica social de la comunicación que tiene un carácter ético y estético documental, donde la guerra recibe rechazo moral. Su mirada devela la Colombia somos. “Campesinos que en resistencia construyen una esperanza”, al decir de su autor.
Su mensaje, es además, una mano abierta hacia la convivencia y el encuentro.
Mire usted sus imágenes, son un espejo de lo que aún es Colombia, pueden ser observadas como un retroceso civilizatorio, puede mirarlas cínicamente con agrado o voltear la mirada y negarlas como espanto. Hasta pronto.