Cuando Ernesto Lucena, siendo ministro del Deporte de Iván Duque, empezó a hacer un escándalo por la reventa de boletas de la Federación Colombiana de Fútbol durante la eliminatoria de la selección al mundial de Rusia 2018, la atención mediática cayó encima, como un sol, de Ramón Jesurún, presidente y casi dueño de todos los seleccionados nacionales. En el momento en el que la opinión pública pedía una investigación seria por parte de la Fiscalía, Duque decidió remover de su cargo a Lucena. Inmediatamente los medios y la misma Procuraduría, en cabeza de Margarita Cabello, íntima amiga de Jesurun, decidieron archivar el caso. Jesurún podrá respirar tranquilo, en mayo los clubes del fútbol profesional lo reeligieron durante cuatro años más.
A Fernando Jaramillo, presidente la Dimayor, que aglutina a los 36 clubes profesionales de nuestra liga, tenía un lio con Acolfrupo, la asociación de futbolistas colombianos, por una demanda interpuesta ante la Organización Internacional del Trabajo, OIT, entre los que se incluían los vetos a jugadores de la selección femenina de fútbol y mas de 1.000 futbolistas que protestaban por los contratos leoninos que le hacían firmar los dirigentes colombianos, el Ministerio del Trabajo, en cabeza de Angel Custodio Cabrera, decidió archivar el caso, una semana antes de irse, archivó la investigación desestimando las denuncias.
Con esto Jaramillo y Jesurún, a pesar de sus pobres resultados, una liga desprestigiada, una selección eliminada, una liga femenina destruida, por otros cuatro años mas sin que el gobierno Petro pueda hacer otra cosa que no sea lamentarse.