Jerónimo Argáez Lozano fue el periodista que revolucionó la prensa colombiana a finales del siglo XX. Nació en 1841 en el corazón de la selva chocoana, en la población de Nóvita, antigua capital del Chocó, y murió en Bogotá en 1906. Su familia se trasladó a Medellín cuando su padre, Ramón Argáez Rodríguez, un vallecaucano que se había desempeñado como tesorero, administrador de tabacos en Nóvita y varias veces diputado de la Cámara Provincial del Chocó, fue electo legislador en Antioquia.
En 1856, Jerónimo se trasladó a Bogotá e inició estudios en el colegio que regentaba Mariano Ospina Rodríguez, donde cursó clases de literatura. Luego, ingresó al colegio de Santiago Pérez, donde se instruyó en jurisprudencia. En 1861, viajó a Europa, en París ingresó al Lycée Louis Le Grand para hacer un curso rápido de institutor y con ese título poder matricularse en Londres en la Universidad de Cambridge, en donde hizo estudios de ingeniería.
En 1867 regresó a Colombia, un país que había adoptado un sistema político federalista y en 1873 publicó El Estuche, un libro con recetas de cocina, curiosidades y conocimientos prácticos para la vida santafereña. El 6 de agosto de 1877, con Filemón Buitrago fundaron el semanario El Zipa, en plena hegemonía de los gobiernos del Olimpo Radical (1863 a 1878). En dicho semanario, que circuló durante cuatro años (1877 a 1881), demostró sus cualidades como periodista, imprimiéndole a sus escritos una impronta innovadora, con un estilo muy desconocido en la prensa colombiana.
Además de su estilo innovador, producto de las influencias de prensa francesa e inglesa en su periplo como estudiantes en Europa, Argáez se hizo famoso en el periodismo santafereño con su seudónimo John Truth, cuando publicó los primeros dos tomos de su libro de recetas y hechos curiosos santafereños.
Más adelante, el 2 de febrero de 1884, fundó con Ignacio Borda el semanario Las Noticias y dos años después, el 13 de octubre de 1886, en plena hegemonía de los gobiernos conservadores (1886-1930), revolucionó el periodismo en colombiano con la publicación del primer diario no oficial en el país: El Telegrama, que marcó una huella histórica en el periodismo colombiano. De hecho, imprimió una innovación en el periodismo nacional con la comunicación diaria por cable entre Europa y esta capital, y se logró así que la publicación presentara diversas noticias internacionales. Por medio del telégrafo con Buenaventura se suministraba la información nacional de todas partes del país.
Así mismo, adoptó que la edición dominical fuera netamente literaria, remuneró a sus colaboradores, formó el gremio de voceadores de prensa y estableció una publicación gratis para todo anuncio de personas menesterosas de uno u otro sexo que necesitasen colocación.
La historiadora Adriana Díaz Hernández, en su investigación Palabras públicas, asuntos privados. La libertad moderna en El Telegrama, dice: “El Telegrama sobresale entre las publicaciones del siglo XIX por ser el primer diario privado estable y porque su contenido se mantuvo sistemáticamente alejado del debate doctrinario que era usual en la prensa del siglo XIX en nuestro país”.
Y agrega:“El Telegrama constituyó una instancia de modernidad en Colombia en las dos últimas décadas del siglo XIX”, dado que “innovó los contenidos que la prensa ofrecería a los lectores en el país”. Este fue un diario diferente en su presentación y en su contenido frente a los 16 periódicos que circulaban en Bogotá. Y lo más destacado en la trayectoria de Argáez fue que no solo se destacó por talante intelectual, sino por ser el dueño del periódico más moderno e influyente del país. Por consiguiente, lo hizo un personaje con bastante influencia en la sociedad santafereña, un intelectual con estrechas relaciones con las élites y la burguesía santafereña, dado que su círculo social, económico, intelectual y político, incluía diplomáticos, empresarios, comerciantes, banqueros, literatos y políticos de las más altas esferas de la sociedad bogotana y del país.
En sus páginas escribieron los escritores y políticos más destacados en aquel momento en el país: Rafael Núñez, Miguel Antonio Caro, Jorge Holguín Mallarino, Santiago Pérez Triana, Rafael María Carrasquilla, José Manuel Marroquín, José Vicente Concha, Carlos E. Restrepo, Pedro Nel Ospina, Carlos Holguín Mallarino, Salvador Camacho Roldán, Lorenzo Marroquín, Baldomero Sanín Cano, José María Cordovez Moure, Aníbal Galindo, Guillermo Valencia, José Asunción Silva, Julio Flórez, Rafael Pombo y Clímaco Soto Borda, entre otros.
En la redacción de El Telegrama se reunían entonces personalidades de todos los matices políticos. Fue un medio de comunicación que marcó cierta pluralidad, pese a que gran parte de sus colaboradores tenían afinidades políticas conservadoras. De allí que la historia política, cultural, literaria y científica del país desde 1886 hasta 1904, se encuentra bien registradas en sus páginas.