En 1964 en Albuquerque, Nuevo México, nace Jeffrey Jorgensen, quien años después tomaría el apellido de su padrastro Miguel Bezos, y se daría a conocer al mundo como Jeff Bezos; Jeff apasionado por la tecnología, en 1995 ve una oportunidad a través del naciente movimiento de internet y decide crear en el garaje de su casa y con 3 servidores la librería cadabra.com que recogería las versiones digitales de muchos libros y las pondría al alcance de todos.
Este es el inicio de Amazon, “la compañía más centrada en el cliente” como lo profesa su misión, compañía que ha llevado a Bezos a estar en el Top 10 de personas más ricas en el mundo y a que todos podamos acceder a comprar lo que necesitemos a través de la plataforma, pensada inicialmente para comercializar libros.
Hoy no nos convoca el caso de éxito de Amazon como referente en innovación o servicio, quiero compartir con ustedes un hábito que desarrollo Bezos en su compañía y que lo ha venido haciendo como un ritual en cada año, la actitud betapermanente, tomado de las empresas de tecnología, que anteponen el prefijo beta a sus productos, advirtiendo al usuario que están en fase de desarrollo, que reciben todo el feedback necesario para proporcionar la versión más completa y que cada día procuran ser mejores, Bezos resume la actitud betapemanente en este párrafo:
“Todavía estamos en el primer día de internet y de Amazon.com, aunque somos optimistas, debemos permanecer vigilantes y conservar una sensación de urgencia”.
Cuánta razón en 23 palabras, nos han dicho en momentos de vacas flacas – Tranquilo, esta mala racha es temporal – ¿y los buenos momentos?, ¿el éxito?, pueden ser más efímeros que las adversidades, por lo tanto más preparados debemos estar, mantenernos optimistas pero siempre conservar una sensación de urgencia que no es mala, que es necesaria para ser mejores.
Esta actitud betapermanente, es lo más parecido a la humildad, esa ausencia de soberbia que nos permite aprender de los errores, de la competencia, de personas ajenas al mercado, menores en edad y cargo jerárquico, diversas; quien se aferra a “su verdad absoluta” como único camino está dando pasos agigantados a su desaparición.
Cierro con esta moraleja anónima, que me impactó desde que la leí por primera vez y que encierra la esencia de la actitud betapermanente:
"Cada mañana, en el Africa, una gacela se despierta; sabe que deberá correr más rápido que el león, o este la matará.
Cada mañana en el Africa, un león se despierta; sabe que deberá correr más rápido que la gacela, o morirá de hambre.
Cada mañana, cuando sale el sol, y no importa si eres un león o una gacela, mejor será que te pongas a correr".
