Luego de casi un año de incertidumbre por la pandemia del covid-19, Japón realizó exitosamente los Juegos Olímpicos de verano, en su versión 32.
Con el lema “Unidos por la emoción”, el país del sol naciente le cumplió al mundo deportivo.
11.326 deportistas, pertenecientes a 205 países del orbe deportivo, dieron lo mejor de sí para mostrar todas las bondades de los valores olímpicos, que aún siguen vigentes desde que el francés Pierre de Coubertain le diera el impulso inicial en 1896.
Japón ya los había efectuado en 1964. En esos Juegos compitieron unos 5.152 atletas de 93 países en 20 deportes.
En los Juegos de 2021, se mantuvieron todos los deportes olímpicos de la anterior edición, Río de Janeiro 2016. En un principio se excluyó a la lucha (en sus dos modalidades, la lucha libre y la lucha grecorromana), pero al final también se mantuvo, al igual que el rugby 7 y el golf, que habían sido incluidos en los Juegos de 2016.
Además, el 3 de agosto de 2016 se añadieron al programa cinco deportes: el béisbol (sóftbol en la modalidad femenina), que volvía al programa tras haber sido excluido después de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008; el karate, tras una gran reivindicación de su federación deportiva y los comités olímpicos nacionales, entre ellos el anfitrión Japón; el surf; el monopatinaje y la escalada. Estos tres últimos fueron incluidos con el fin de potenciar los juegos entre la juventud.
Así las cosas, el mundo deportivo olímpico se congregó en los diferentes escenarios japoneses, en la disputa de 339 eventos en 33 deportes olímpicos, demostrando que todavía siguen intactos los valores olímpicos, a pesar del avasallante capitalismo salvaje.
La tarjeta verde también es nipona
“Los principios y valores olímpicos se sintetizan en la nuestra estrategia Fair Play de la tarjeta verde”, afirma Roosevelt Castro Bohórquez, el creativo de esta estrategia de juego limpio.
Es que desde su aparición en las polvorientas canchas de Medellín, Colombia, hace más de tres décadas, la tarjeta verde ha inspirado a varias culturas del mundo deportivo.
Japón no ha sido la excepción. El anfitrión de dos olimpiadas modernas mostró sus bondades en el Libro de la moral, aporte editorial que desde 2017 lidera el Ministerio de Educación de este país asiático.
No son cuentos chinos, Japón la adoptó en este libro, de carácter obligatorio para las escuelas públicas y privadas de los ciclos primaria y secundaria, para aportarle al crecimiento axiológico de los niños de esta cultura resiliente y milenaria.
La Junta Metropolitana de Educación de Tokio creó la 'Respuesta de materiales de enseñanza de educación moral metropolitana de Tokio' para apoyar la implementación fluida de "moralidad de currículo especial" en cada escuela pública.
En lo concerniente a las relaciones con las personas, orientado para los grupos de tercer ciclo de primaria, el libro aporta un capítulo especial a esta estrategia del juego limpio, ideada por el periodista deportivo y exábitro de fútbol Roosevelt Castro Bohórquez hace más de tres décadas.
Bajo el título “La otra tarjeta” en uno de sus capítulos, a los infantes japoneses se les enseñan los valores propios del deporte, especialmente de amistad, respeto, excelencia y juego limpio. Igualmente, el logro editorial japonés inculca a los niños los valores de la amabilidad y compasión con sus congéneres.
“Me alegra que nuestra iniciativa para premiar las acciones de juego limpio en el fútbol la tengan en Japón. Es un país que respeto, por su gran cultura, su resiliencia, su ímpetu, su enorme espiritualidad y el respeto por todo y por todos”, acota Castro Bohórquez, periodista deportivo y exárbitro, creador de esta propuesta hace más de 30 años.
“La competencia es la oportunidad para mostrar los valores esperados de un deportista, y entre ellos están destacados la honestidad, la cortesía, el respeto por el oponente, y el seguimiento de las reglas de juego. Son un modelo a seguir y una inspiración que recuerda que se puede competir sin hacer daño o trampa a los demás, que es posible ganar una competencia por méritos, y que no solo se busca obtener una medalla, sino la admiración y el respeto de los otros competidores y del público”, manifestó en su momento Fabián Salazar Guerrero, PhD. Doctor en Teología.
Así, la incertidumbre de la realización de los XXXII Juegos Olímpicos encontró la certeza de una realización impecable por parte de Japón, que halló en los valores de la amistad, el respeto, la excelencia, unidos al juego limpio sintetizados en la tarjeta verde, una cura para un mundo enfermo, no propiamente del covid-19.