Cuando jugaba fútbol lo llamaban James Rodríguez, ahora que ya no juega y su hijo es futbolista lo llaman “el papá de James Rodríguez”; pero sus amigos, esos de toda la vida, siempre lo llaman ‘Cachetes’
—Cuando me llamaban James Rodríguez nadie me reconocía, pero me decían ‘Cachetes’ y todos me recordaban. Yo desde ‘pelao’ era muy cachetón, claro que no he perdido los cachetes pero antes lo era más.
Como todo buen paisa es afable y hablador. Había terminado su entreno en la cancha de Curtimbres en Sabaneta y me esperaba en el “Granero Mixto el Gran Decano”, ubicado a cuadra y media de la cancha, tomándose una cerveza con su conocido “pulguita”.
Con las manos dentro de los bolsillos de su pantalón, marcado con el escudo del equipo inglés Chelsea, estaba allí hablando con “pulguita”, ex vicepresidente de Veteranos de Sabaneta.
—Entonces qué mijo. Qué va a tomar, una ‘fría’ o un tintico, me saluda y me invita a sentarme en la acera de El Granero. Yo sí me tomo otra cerveza, pero primero entro al baño, dijo.
Cuando regresa conversamos mientras él termina su cerveza y yo una malta. Hablamos del equipo que actualmente está dirigiendo – es el asistente técnico del también exfutbolista Juan Carlos Ramírez en la categoría sub 18 de Envigado F.C- y me cuenta que tienen un gran equipo con jugadores muy talentosos del municipio de Envigado que ya están próximos a ser tenidos en cuenta en el plantel Profesional.
La Magnolia es un barrio de Envigado ubicado aproximadamente a dos cuadras de la Avenida Las Vegas. En este barrio vive ‘Cachetes’ con su hija, su esposa y el hijastro.
Antes de llegar a casa ‘Cachetes’ no podía dejar de arrimar a la tienda de la esquina a saludar a la sus amigos.
—Vea, acá vivo yo, pero primero vamos allí a tomarnos algo para que matemos tiempo y esperemos a mi señora que se fue por la niña al colegio.
Saludó a las cuatro personas que se encontraban en la tienda y obviamente a su dueño. Nos demoramos pocos minutos allí y llegamos a su casa ubicada a cuatro de la esquina del “Chan con Chan”.
El apartamento donde vive junto a su familia es un segundo piso. Su esposa Luz Mary me recibió con amabilidad, su hija Danna Lucia, de apenas 9 años, muy risueña le mostraba los cuadernos a su madre.
Me ubicó en el comedor, descargó su morral y me presentó. Por fin tomamos asiento y conversamos por varias horas. Entre palabra y palabra no dejaba de soltar alguna risa o chiste flojo que hacía el rato más ameno y divertido.
Su nombre completo es Wilson James Rodríguez Bedoya, aunque me dijo, entre risas, que lo podía llamar “Wilson Yeims”. Él es así, alegre, tomador de pelo y no pierde oportunidad para sacar un chiste de donde no lo hay.
Este quindiano de nacimiento pero paisa de corazón últimamente es famoso por su hijo James -jugador de la selección Colombia y ahora del Real Madrid- pero los que tienen memoria saben que ‘Cachetes’ fue un talentoso volante mixto de selecciones Antioquia, Colombia; y de los equipos Tolima, Cúcuta, Cali, Envigado y Alianza Llanos de la B.
Antes de militar en el fútbol profesional, ‘Chachetes’ se crió jugando microfútbol en el barrio El Pedregal y Castilla. A pesar de vivir toda su infancia en el barrio Las Cabañitas, se mantenía donde sus abuelos en El Pedregal jugando micro con “Yiyo”, “Coco”, Lubín, Olvery, Ferney su primo, Carlos Jiménez, Darío “Pimpollo”, Luis Guisao, Luis Orozco, Lolo y con Libardo Pulgarín, “Pulga”, el técnico del equipo, quien él llama cariñosamente “el papa de nosotros”.
—Nuestra amistad inició jugando micro fútbol. A pesar que jugábamos en equipos diferentes siempre sobresalía por sus buenas condiciones. Pero luego nuestra amistad se afianzó cuando integramos juntos la Selección de El Pedregal —dice Lubín, uno de los amigos de toda la vida de “Cachetes”.
‘Cachetes’ pasó su infancia jugando en la placa de cemento de la “Tinajita” en Pedregal. Allí tenían un gran equipo llamado Transversal, donde asegura sacando pecho, que “éramos uno de los mejores del torneo. Teníamos una ‘gallada’ en Pedregal que no nos ganaba casi nadie.”
Del torneo que hacían en la “Tinajita”, “Pulga” seleccionó a los mejores de cada equipo para formar la Selección Pedregal de micro fútbol.
—Ahí jugamos Metropolitanos y Departamentales. Tuvimos como seis años que nadie nos ganaba. Siempre jugaba la misma gallada —Cuenta el papá de James.
En ese entonces la Selección de Pedregal representaba al Área Metropolitana y viajaban a Chigorodó, Puerto Berrio, Ciudad Bolívar, Andes, Jericó, Salgar y El Carmen de Viboral.
—Los viajes eran amenizados por el buen humor de ‘Chachetes’ que siempre encontraba un chiste para cada situación y cada integrante del equipo. Ni “Pulga”, que era el técnico, se salvaba —cuenta su amigo Lubín entre risas.
Por sus buenas condiciones y gran amor por el balón, ‘Cachetes’ empezaba a alternar el micro con el fútbol. En los primeros años de los 80 sus primeros equipos en la Liga Antioqueña fueron “Mesa y Maya” y “La Fania”, equipos donde se destacó de tal manera que el director técnico de la Selección Antioquia, Luis Alfonso Marroquín, lo vio jugar y se lo llevó para la Selección de 1984.
En la Selección Antioquia recuerda que jugaba con John Jairo Tréllez, René Higuita, Felipe Pérez, Ferney Vallejo, Carlos Álvarez, entre otros.
—Uno estar en la selección Antioquia es lo máximo, son los inicios de uno. Cantar la ‘Chagua’ es un orgullo. Ese es el himno de batalla, el himno de Antioquia.
Un año después, luego de ser dirigido por Marroquín, el mismo técnico lo llevó para la Selección Colombia a disputar el Suramericano Juvenil en Paraguay donde marcó gol frente al equipo anfitrión. El gol se lo anotó a José Luis Chilavert.
—Con el gol mío íbamos ganando uno a cero (1-0) y luego nos empataron. No éramos nadie. A Chilavert tampoco lo conocíamos. Salimos de la nada y llegamos a ser alguien en la vida.
Sus goles frente a Paraguay y Chile contribuyeron enormemente para que la Selección fuera por primera vez a un mundial juvenil. En ese momento hicieron historia al debutar en el Mundial de Rusia en 1985.
En la memoria de los amigos de ‘Cachetes’ se recuerda ese mundial como si fuera ayer. Ese equipo dirigido por Marroquín era la representación del buen fútbol. Rejuveneció la esencia de este deporte e ilusionó a todos los colombianos con, en ese entonces, jóvenes como John Édison Castaño que con sus gambetas hacían deleitar al pueblo, los goles de John Jairo Tréllez y el nuevo estilo irreverente que empezaba a formarse en el arco con René Higuita.
—Cuando Cachetes regresó del Mundial nos reunimos toda la “gallada” y jocosamente le dijimos que había valido la pena el madrugón, a las cinco de la mañana, por el golazo que le anotó a Hungría desde mitad de cancha. Era tanto el orgullo de nosotros que lo llevábamos a las casas para que nuestros papás lo conocieran —recuerda Lubín.
Todo pasó de claro a oscuro. Los jóvenes de la sub 20 clasificaron a los cuartos de final luego de vencer a Túnez, aunque en esta instancia llegó la goleada: Colombia cayó 6 – 0 ante Brasil y la ilusión se vino a pique.
Pese a la goleada la Selección había tenido una buena actuación. Allí el nombre de James Rodríguez empezaba a sonar más fuerte. En la fase de grupos ‘Cachetes’ marcó el segundo gol para Colombia en la historia de los mundiales juveniles. Fue el 24 de agosto en Ereván cuando anotó ante Hungría el empate a dos goles.
—Íbamos perdiendo 2-0 faltando cinco minutos, primero fue el gol de Felipe Pérez y faltando un minuto afortunadamente yo empaté. Fue una jugada donde “Pepe” Romero me la levantó, yo la piqué un poquito, saqué el ‘riendazo’ y allá se metió de pica barra y a cantarlo.
Y aunque para los colombianos ese gol quedó marcado en la historia del fútbol patrio, para él la anotación de mayor recordación fue una cuando militaba en el Tolima:
—Yo hice mucho gol de tiro libre y de media distancia. El mejor gol que yo hice fue en el 86 a Navarro Montoya cuando atajaba en Santa Fe. Nosotros si ganábamos ese partido Tolima se convertía en la base de los Juegos Odesur en Chile.
Por ese gol mucho hincha santafereño terminó odiando a ‘Cachetes’. En ese entonces Santa Fe estaba peleando entrar al octogonal final y estaba disputando el cupo con Cristal Caldas. Los rojos con el empate clasificaban y jugaban en Ibagué contra el colero Tolima.
Recuerda que para ese partido muchos hinchas capitalinos se desplazaron en caravana hacia la capital ibaguereña esperando un resultado positivo para los cardenales.
—Del partido no recuerdo mucho, sólo sé que empezamos ganando y a pocos minutos del final nos empataron. Pero cuando ya casi iba a acabar el partido rematé desde mitad de cancha y colgué a Navarro Montoya.
El partido terminó y Tolima gano 2 – 1. Santa Fe eliminado, Cristal Caldas clasificó y la base de Tolima a representar al país en los Odesur en Chile.
—En ese torneo quedamos subcampeones, perdimos la final con Argentina. Curiosamente nosotros perdimos el primer partido del torneo 2-0 con Argentina y la final la volvimos a perder contra ellos mismos.
Los Juegos fueron en diciembre y como por ese tiempo en Colombia se estaba disputando los octogonales finales, fue imposible llevar a los jugadores titulares porque sus equipos clasificados no los facilitaron por lo que se vieron obligados a convocar a los mejores jugadores de los equipos eliminados como Unión, el ya mencionado Tolima y Cúcuta.
Por esta razón ‘Cachetes’ disputó este torneo que era clasificatorio para los Panamericanos de Indianápolis en 1987.
Así termina su paso por las selecciones Antioquia y Colombia. ‘Cachetes’ en sus comienzos era un jugador que pintaba para ser gran figura y a pesar que con su fútbol sobresalió, por sus condiciones siempre se esperaba más de él. Ahora es gran figura pero jugando el torneo de veteranos en Castilla con El Morro y en Sabaneta.
Sentado en la silla del comedor donde conversamos fútbol, ‘Cachetes’ recuerda sus pasos por los equipos del fútbol colombiano. Cuando llegó del Mundial de Hungría de inmediato se fue a jugar a Tolima. Aunque tenía opciones de jugar en el DIM, ya estaba contratado por los pijaos antes de irse al Suramericano en Paraguay. Fueron cuatro equipos en la A y uno en la B.
En la primera división debutó en 1985 cuando tenía 19 años con el Deportes Tolima dirigido por Jorge Luis Bernal. Ingresó en el segundo tiempo en un partido frente a Quindío. En el equipo pijao jugó en dos épocas: la primera desde el 85 hasta el 88, luego se fue a jugar a Cali y Cúcuta y regresó nuevamente a mitad del 91 para jugar hasta el 92 con Tolima. En el 94 jugó en Envigado donde se retiró de la primera categoría.
Por el paso en Cali tuvo un técnico que lo nutrió de conceptos y principios tácticos: Vladimir Popović, un técnico de origen serbio que en Colombia también dirigió a Santa Fe, Nacional y Millonarios.
Además del serbio, ‘Cachetes’ recuerda con agradecimiento a Marroquín, el “Flaco” Rodríguez y a Jorge Luis Bernal, quienes para él fueron sus formadores y lo pusieron en el fútbol profesional.
Tres mujeres pero un sólo amor
La vida familiar de ‘Cachetes’ giró en torno al fútbol. Ha convivido con tres mujeres y con cada una ha tenido un hijo. Se podría decir que en cada ciudad donde jugó dejó un amor, pero el amor que nunca dejó fue ese que siente por el fútbol.
La primera mujer en su vida fue Ángela. Aunque no alcanzaron a casarse, esa relación dio fruto a una hija que desde los 9 años se fue para Estados Unidos y ahora estudia enfermería allá, se llama Luisa María y tiene 22 años. Ella nació en Cali cuando ‘Cachetes’ jugada en el conjunto azucarero.
El segundo hijo es el más conocido y el único varón: James David. Con él no vivió por mucho tiempo porque se separaron a los cuatro años de haber nacido. Pero esos primeros años donde tuvo la oportunidad de compartir con su hijo los vivieron en Cúcuta donde nació y en Tolima donde creció. En ese entonces ‘Cachetes’ ya vivía con Pilar, la madre de James con quien sí contrajo matrimonio.
Luego de haberse retirado en la primera categoría del fútbol colombiano, ‘Cachetes’ decidió irse a jugar en 1996 a Alianza Llanos de la segunda categoría. Allá conoció a Luz Mary, mujer con la que actualmente vive en unión libre en el municipio de Envigado. Con ella tuvo su tercer hijo.
Danna Lucia tiene 9 años y actualmente cursa el grado quinto de primaria. Es una niña alegre, risueña y como el papá y su hermano, también es deportista. No practica el fútbol como sí lo hicieron ellos, ella escogió el patinaje.
A pesar que son tres hijos de tres mujeres diferentes, la relación entre ellos es respetuosa y cariñosa. Nunca han existido problemas con las madres, e incluso asegura que las tres se conocen y tienen una buena relación.
Así fue la vida amorosa del exjugador, rodeado de mujeres, de amores y de unos hijos que, aunque sólo vive con la menor, siempre trata de comunicarse con sus ellos y aconsejarlos. “James viene poco, y ahora que es famoso mucho menos, yo sólo lo aconsejo”, dice ‘Chachetes’.
Pero no sólo fueron mujeres, su vida también está rodeada de su familia. Sus padres, Aureliano Rodríguez, jubilado de Comfama y Olga Bedoya, ama de casa. Ahora ellos viven en Envigado donde se reúnen a ver los partidos de la Selección y los que transmiten de su nieto en Europa.
Además, dos hermanos fallecieron. Arley, que también jugó fútbol profesional en Envigado y Medellín, murió tontamente por robarle una moto en Castilla en el 95. Y Olga falleció dos años después por muerte natural.
Con Arley y Olga fueron seis los hermanos, Elkin que trabaja como independiente, Néstor Mauricio que vive en España y es Diseñador Gráfico y Walter, que lamentablemente le dio un derrame cerebral pero aún vive.
Al estudio siempre lo dejó en fuera de lugar
Como todo niño que le gustaba el fútbol prefería estar en una cancha que en un salón de clase. ‘Cachetes’ apenas vino a terminar su bachillerato hace 7 años.
Sus inicios en la escuela comenzaron en el colegio San Buenavetura en Las Cabañitas y luego en el Marco Fidel Suárez de Bello. Pero como no le prestaba mucha atención al colegio, en el grado noveno se salió de estudiar y se dedicó a jugar fútbol.
—Cuando eso uno no le paraba bolas al estudio, uno sólo pensaba en jugar y jugar y apenas vine a terminar el bachillerato después de viejo en Villavicencio cuando estuve en Alianza Llanos, dice con una sonrisa en su rostro.
Cuando ‘Cachetes’ llegó a Villavicencio terminó su estudio, conoció a la mamá de Danna y se quedó allá, donde fundó un equipo de fútbol llamado “Semillano”.
—En el 94 me retiré en Envigado. Luego me fui para Villavicencio y allá me quedé, por allá me cogieron y me agarraron los pelos. Ahora estoy con la ‘susodicha’ —, cuenta haciendo referencia a Luz Mary.
Su periplo por Villavicencio fue muy provechoso, terminó su bachillerato, conoció a la mujer con quien vive y luego de un tiempo se devolvió para Medellín.
—Yo tenía una escuela de fútbol en Villavicencio –Semillano-, trabajaba con el INDER y allá me pagaban. Luego me aburrí y me vine más que todo a estudiar, hice el curso de Técnico de Fútbol en Indeportes Antioquia y en el SENA.
Luego de radicarse nuevamente en Antioquia ‘Cachetes’ llegó a ser director técnico en las categorías de las divisiones menores de Envigado Fútbol Club. Hoy en día es el asistente de la categoría sub 18. “Ahora yo aspiro a formar jugadores más que llegar al plantel profesional”, dice.
Muchos piensan que ‘Cachetes’ ahora tiene una vida llena de lujos y ostentosa gracias a que su hijo es una figura del fútbol en Europa. Pero él desmiente eso y asegura que lo que su hijo se ha ganado es por su mérito propio y tiene que hacer su vida aparte.
—Para mí es un orgullo que un hijo esté triunfando en lo mismo que hizo el papá. Yo no mezclo la fama de él porque como yo jugué fútbol yo veo eso normal. Me alegra que le vaya bien porque es el orgullo de uno.
Como buen padre se preocupa por su hijo y está pendiente de que todo le salga de la mejor manera.
—Él solo se ganó las cosas, es un muchacho muy maduro y serio y lo demostró cuando se fue para Argentina a los 15 años sin su familia.
Para ‘Cachetes’ es normal que su hijo haya escogido esta profesión, pues esta vocación viene desde su abuelo, pasó por él y ahora se ve encarnada en su hijo.
—Muchas veces me saludan como “el papá de James” pero yo lo tomo tranquilo porque la fama es de él. Yo siempre le digo que le colabore a la hermana menor y que no se preocupe por mí.
Así es la vida de Wilson James Rodríguez Bedoya, un futbolista que nunca ha dejado de serlo y ahora juega en el barrio donde se crió, Castilla. Una persona que nunca olvida sus raíces y vive agradecido por lo que la vida le brindó. Un padre que vive orgulloso de sus hijos.
Ahora su vida sigue girando en torno al fútbol, dirigiendo y jugando, pues dice que el fútbol en su vida nunca se acabará y todavía tiene ánimos para correr.
—El fútbol no se deja, todavía me reúno con la gallada de El Morro a jugar y a tomarnos las cervecitas. Perdamos o ganemos hay cervecita, el tercer tiempo siempre será el mejor—, lo dice sonriendo mientras mira a Luz Mary.
Así vive ‘Cachetes’, un hombre que no tiene amigos sino “gallada”, que entre cerveza y cerveza comparte sus anécdotas luego de cada “pirateo”. Un futbolista que siempre quiso llegar a ser como su hijo.
Por: @ospinasebas