Ya demostró Zidane a los colombianos que no le tiene ninguna bronca a James. Lo que pasa es que por encima de él está Lucas Vásquez, el joven Asensio, Tony Kroos, Bale e Izco. Por eso es que cuando llegue Cristiano James va a ser el quinto cambio. Pobre cucuteño, quiere irse lo más pronto posible al Chelsea, al PSG, al Manchester. El problema es que James no se va porque nadie ofrece lo que supuestamente vale: 80 millones de Euros.
Ningún jeque árabe ni un mafioso ruso van a dar esa plata no por la calidad futbolística del crack colombiano que está fuera de duda sino por lo complicado que es. El muchacho el año pasado mostró que tiene un ego más grande que el Santiago Bernabeu. No se soporta una orden del técnico, es díscolo, distraído, se ríe cuando el técnico está dando instrucciones en la charla técnica y eso lo saben los equipos de Europa. Un directivo del Real Madrid filtró una información de mala leche hablando pues que James no era el mejor jugador para mantener la armonía dentro de un vestuario.
Faltan nueve días para que se cierre el mercado de pases y por ahí el Chelsea estiró hasta 60 millones de euros. Al menos eso es lo que dijeron los periodistas a sueldo de Jorge Méndez, el manager que quiere poner a como dé lugar a su pupilo en un equipo perdiendo lo menos posible. Preocupante que James tenga otra temporada de suplencia en el Real Madrid. Preocupante que sean precisamente tres colombianos: James, Falcao y Jackson, los jugadores que más se han devaluado en Europa. Preocupante que Cuadrado no juegue y que tengamos el partido contra Venezuela en menos de ocho días. Preocupante además que Zidane, así nos duela, tenga razón. Si, el muchacho entra 15 minutos cuando el partido ya está 8-0 y quiera reversar su destino porque mete un pase gol, porque hace una gambeta cuando ya nada importa, cuando todo está definido.
Si Zidane dice que James se queda en el Madrid no es porque él lo quiera sino porque toca. Ya nadie lo quiere en Europa así que no queda más que seguir chañando y montar la farsa que lo necesita cuando ya no hay nada que hacer, cuando nadie dará los 80 millones de dólares que vale un crack en plena decadencia.