Hay que repetirlo hasta la saciedad, James Rodríguez es el jugador más importante en la historia del país. Nadie, ni en nuestros sueños más atropellados, pensamos que un mediocampista nacido en Cúcuta podría salir goleador de un mundial. Que el Pibe se calle y respete. Si bien Valderrama comandó una armada que llegó tres veces consecutivas a un mundial, algo que por lo visto difícilmente se repetirá, al Pibe en los mundiales lo marcaron bien. De 10 partidos que jugó ganó 3, empató 1 y perdió seis. Marcó un gol. Llamó la atención más por su cabellera que por su juego. En el continente americano era espectacular, los europeos, a excepción de ese partido contra Alemania en el 90, siempre lo anularon bien. James fue el único jugador que le hizo sombra, en los años 2014 y 2015, a Cristiano y Messi cuando eran los únicos, los irrepetibles. En su primera temporada con el Madrid 18 goles. 18 goles siendo mediocampista. Para dar una dimensión de su grandeza comparemos esa temporada con la mejor de Asprilla en el Parma: 11 goles en 1993. Un monstruo.
Pero James era colombiano y se acordó en el verano del 2015 que lo era. Eso de meter a Kevin Roldán en la fiesta de Cristiano cuando el equipo había perdido por goleada el clásico contra el Atlético del Cholo, eso de pedir aumento de sueldo, de querer ganar lo mismo que Ronaldo, una estupidez que se dejó meter del imbécil ese de Jorge Mendes, eso de llegarle lesionado y tarde a la pretemporada del Madrid cuando recién se instalaba Rafa Benítez le empezaron a pasar factura hasta el punto que el DT español terminó borrándolo. Y por eso, desde ese año hasta acá, quitando la brillante –porque fue espectacular- temporada con el Bayern, James fue cuesta abajo en su rodada.
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En Daniela Ospina tenía un refugio. Fue pésimo para él el divorcio. Esa lesión en los gemelos, que terminó jubilándolo del fútbol de alta competencia, es síntoma de una vida sexual demasiado encendida
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Soy un hombre liberal que ve con candor a todos los lerdos que hablan en redes de la importancia de la familia, de estar casado, de tener hijos. Sin embargo a algunas personas, como a los futbolistas que en su vida han leído un libro, les viene bien, para su rendimiento, tener una esposa que los ancle al piso. Y en Daniela Ospina James tenía un refugio. Fue pésimo para él el divorcio. Esa lesión en los gemelos, que terminó jubilándolo del fútbol de alta competencia, es un síntoma de una vida sexual demasiado encendida. No lo juzgamos, ya quisiéramos los feos, los pobres, haber tenido 25 años y ganarnos 10 millones de euros al año y ser lindo como James. Como tantos otros pelados, no pensó en el futuro. Igual, ya lo tenía asegurado. Ser millonario y madrugar a entrenar es una disciplina que pocos tienen. Ronaldo es un ejemplo. Con excepción de Falcao, Angel y del propio Valderrama, los ídolos en Colombia se apagan rápido. Miren el Tren Valencia, a los 30, después de ser figura del Bayern y del Atlético de Madrid, estaba en la Reggiana, un equipo menor de Italia en donde tenía que pelear por ser titular, el Tino a los 30 jugaba en el Palmeiras, Valenciano en un Unicosta de esos. Es difícil, sin una estructura mental definida, como la de Radamel, venir del barro, ser millonario a los 30, marea.
Y por eso James no entiende que a una afición no se le putea, que en un país con tantas injusticias, con toda la amargura a cuestas, siempre vamos a exigirle a los futbolistas con más vehemencia que los políticos, que el fútbol es la cosa más importante de las menos importante, opio para no ver la realidad, una puerta de escape que ansiamos ver abierta con desesperación.
Cuando salió goleador de un mundial a los 23 años nos frotábamos las manos. James jugaría tres mundiales más, si seguía con su frecuencia goleadora podría conseguir 12 goles en los mundiales, los mismos de El Diego. Esa imagen del pelaíto desconsolado siendo atendido por Felipe Luiz y aclamado por el Maracaná se volvió una de las postales de Brasil 2014. Queríamos más imágenes heroicas pero al parecer la última imagen que tendremos de James en un mundial será la de él llorando en la banca el día en que, por penales, Inglaterra nos sacó en Octavos en Rusia 2018.
Si, es una tragedia nacional que James haya sido otro de los peladitos que no duraron nada.