Cuando yo era niño quería ser como Bond…James Bond.
Quería ser ese tipo invencible, alto, bronceado, de buena pinta, que manejaba un Aston Martin o un BMW platinado, que se camuflaba en la nieve, que se quitaba el traje de neopreno de buzo después de matar un tiburón.Y al salir triunfante se quitaba el traje de buzo y descubría un impecable smoking negro, con camisa blanca y corbatín negro más opaco que el negro brillante de los zapatos.
Quería saltar entre edificio y moler a golpes a los tipos malos o, en últimas, eliminarlos con mi pistola Walter ppk, que le pegaba varios tiros a 200 metros de distancia a la placa trasera de un carro en fuga, hasta que el número uno de la placa trasera quede a punta de orificios perfectamente delineados, convertido en el número siete.
Sí. Yo quería ser ese tipo que nunca perdía en los casinos y se levantaba la mujer más bella, la invitaba a tomar una copa de champaña, mientras yo saboreaba un vodka-martini agitado pero no revuelto.
Y luego, sí, revolverme y agitarme con la bella dama en la delgada y brillante sábana del sudor.
Ese era mi héroe. James…Bond. Al que quería imitar en todo.
Y es un hecho que muchos niños de hoy tienen por su héroe a otro James…. Rodriguez, a quien no le gusta que le digan “yeims” sino así, a lo criollo: James. Como se escribe y como se pronuncia.
Y es un héroe porque aunque no es alto y bronceado, no tiene el acento y el humor inglés del agente 007; James tiene su pinta, conduce carros de marca a 200 kilómetros por hora. También se quita el smoking negro impecablemente elegante y queda vestido de un blanco inmaculado, que es el color del Real Madrid.
Muchos niños de hoy ven en ese James a su héroe haciendo pases-gol, o goles con la camiseta amarilla de la Selección Colombia, como aquel con que recibió un balón en el aire, se persignó con él, bajándolo del pecho alto, a la rodilla izquierda y mientras giraba le dejó -sin que cayera del aire- a la altura perfecta de su botín izquierdo, y disparar con magnifica puntería un balonazo que se metió entre el la punta del guante del dedo anular del arquero Muslera de Uruguay y el vértice del ángulo, e infló la red en un golazo que todavía no deja dormir al arquero uruguayo.
De ahí que comenzaba a ver por la calle y canchas de cemento, arena y césped. A muchos niños con la camiseta amarilla o blanca con el número diez en la espalda y arriba estampado el nombre de JAMES.
Aún es el héroe de muchos niños que quisieran parecerse a él, jugar como él, tener una esposa que, aunque no se llame Daniela, sea una modelo de cuerpo escultural y jugadora profesional de volleyball; una mansión en España, otra finca-casa-quinta en las verdes montañas de Medellín,y andar cantando con J. Balvin o Maluma en persona, en compañia de Cristiano Ronaldo.
Y digo aún, porque este héroe ha venido perdiendo muchos admiradores.
A James se le subió a la cabeza su vertiginoso ascenso desde la Pony-Copa en Ibagué, hasta llegar a el Real Madrid en España. Todo con la velocidad con la que sale un balón disparado por su prodigiosa pierna izquierda.
La fama lo abrumó y en su muy joven edad, es un conocido de la rumba nocturna en España y en Colombia, lo que al parecer le ha originado el distanciamiento de su esposa Daniela y de la alineación titular del Real Madrid, desde hace ya dos técnicos.
James no ha sido consciente de que juega y gana millones de Euros en uno de los mejores equipos del mundo, pero en un país que tiene una grave situación económica desde hace varios años y donde la gran mayoría de los jóvenes con la edad de él, no tienen empleo.
Igual sucede en Colombia.
El rumor de que Zidane, técnico del Real Madrid, le ha enviado a ver al psicólogo del equipo merengue, tal vez sea rutina en un equipo; pero si a eso le sumamos el comportamiento que viene mostrando desde hace un año y medio, y su bajo rendimiento en la Selección y en el Real Madrid, quiere decir que puede tener problemas, que de no manejarlos adecuada y profesionalmente, lo pueden alejar del Real y recordemos que en la Selección otros muchachos han mostrado un impecable rendimiento en su puesto.
No James. No mames.
Tu eres James, pero no Bond.
Queremos recuperarte de nuevo y que sigas siendo el héroe de mucho niños, por tu profesionalismo y por tu talento.
Ahí te pasamos ese balón.
