En junio James Rodríguez no se imaginaba que su segunda temporada en el Real Madrid iba a ser un infierno. Cuando estaba en el top de su rendimiento, su representante proyectó en el pasado mundial un aumento de sueldo que lo pusiera a la altura de Sergio Ramos y Gareth Bale con 10 millones de euros anuales.
En la escala salarial de la plantilla, James está en el mismo renglón de Pepe, Varane, Marcelo, Modric y Kroos, ganando entre 4.5 y 6 millones de euros al año. Su excelente primera temporada en donde marcó 13 goles y 12 asistencias convirtiéndose además en el mejor volante de la Liga por encima de Andrés Iniesta, fueron el argumento para generar la expectativa.
Pero las cosas no le han salido por ningún lado. La lesión que sufrió en septiembre contra Perú y su recaída en un entrenamiento con su equipo que lo sacó dos meses de las canchas, James dejó de ser titular indiscutible y figura, para transformarse en suplente. En los pocos minutos que ha jugado en esta temporada Rodríguez lo ha hecho en una posición que no es lo suya. A pesar de eso ha convertido tres goles y una asistencia. Su escaso protagonismo, propiciado en parte por la decisión técnica, hicieron enfurecer a Florentino Pérez cuando Méndes siguió insistiendo en el aumento de sueldo del colombiano.
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Esta salida de tono del dueño del equipo Florentino Pérez, el conflicto con su entrenador Rafael Benítez, las declaraciones de su esposa Daniela Ospina donde asegura que el 10 empieza a frustrarse en el equipo y la oferta megamillonaria que al parecer piensa hacerle el París Saint Germain (PSG) en la mitad de la temporada, hacen que el futuro de James en el Real Madrid sea incierto. El plantel que lo respalda a muerte y la hinchada que lo ha convertido en su ídolo, empiezan a preocuparse.