Es increíble. James Rodríguez hace un año estaba desahuciado. Era un suplentón del Real Madrid. Como si fuera un jugador cualquiera el Real Madrid lo pordebajeó. No tuvieron en cuenta que era el volante con más goles de La Liga. Lo sacaron por la puerta de atrás. Ni siquiera esperaron por venderlo. Lo prestaron como si fuera un mueble viejo.
James se iba de Madrid, una ciudad en donde los periodistas nunca lo quisieron. Le inventaron chismes. Se cansaron de inventarle chismes. Decían que le gustaba mucho la noche, que se conocía todas las discotecas de la ciudad. En Múnich James volvió a ser un grande. Lo querían tanto que su camiseta, por mucho, era la más vendida del Bayern. Tuvo un año espectactular. La confianza que le brindó un equipo en donde volvió a ser titular dio sus frutos. Rodríguez volvió a ser uno de los mejores volantes de Europa e incluso estuvo en la selección ideal de la Champions League.
James no tuvo un buen mundial, a pesar de ser elegido como el Man of the match contra Polonia. Dos pase gol fueron suficientes para demostrar que había vuelto. Pero contra Senegal jugó apenas 20 minutos y estuvo ausente contra Inglaterra. En Múnich lo esperaba su equipo, el que lo volvió a hacer grande. La respuesta de James no pudo ser más desalentadora: ahora que se marchó Zidane quiere volver a ser blanco.
La noticia ya ha sido tomada como un hecho por parte de los directivos bávaros, quienes ya buscan un reemplazo. Una pena que James regrese a ese infierno de Madrid. Sabemos de lo malagradecidos que son sus hinchas, que en cualquier momento le recordarán que es un sudaca más. En Múnich estaba bien.
El vestuario merengue lo extraña. Sabemos lo mucho que lo apreciaba Ronaldo, Marcelo y Sergio Ramos, los capos del equipo. Pero Múnich le devolvió la confianza y ahora tendrá que rezarle de nuevo a los dioses del fútbol. Colombia entera rechaza este acto de arribismo.