La historia del deporte colombiano está llena de rostros como el de James Rodríguez. Personas con todos los dones, las capacidades, a los que la ausencia de un ápice de mentalidad termina convirtiendo en deportistas del montón. James, en el 2018, todavía era uno de los mejores volantes del mundo. Destellaba en el Bayern Munich, el equipo lo quería, pero de un momento a otro sus dirigentes empezaron a verlo con malos ojos y, al final, no lo compraron como pensaban hacerlo. En la cancha todo había salido muy bien, pero fuera de ella James era sólo un niño bonito millonario al que no le gustaban que le dijeran que no.
En Munich no se adaptó porque los alemanes eran máquinas frías de trabajo y porque no le dio la gana de aprender el idioma. Punto. La misma historia del Adolfo “El tren” Valencia, tal vez el futbolista con menor capacidad intelectual que pisó un terreno de juego. En Madrid estaba a sus anchas, no porque fuera un hincha del Real, como Falcao que siente el fútbol en las venas, sino porque daba estatus y Madrid todavía vive el eco de la frivolidad que se despertó después de la muerte de Franco. Una ciudad fashionista y de gustos exquisitos.
James se acostumbró a que la prensa tenía que hablar bien de él, por eso nos pareció tan espantosa la denuncia de Carlos Antonio Vélez en su programa, cuando afirmó que James tenía una lista de negra de periodistas que no lo alababan lo suficiente y a los que nunca les daría una entrevista. Por eso siempre busca para comunicarse a gente como Daniel Habif, conferencistas que no tienen nada que ver con el periodismo deportivo. ¿Será que la foto que sacó con el prestigioso abogado De La Espriella el año pasado es para amedrentar periodistas? ¿Nos empezará a demandar?
Lo de James es trágico y, el hehco de que ningún equipo grande del mundo lo quiera, es desolador para nuestro futbol. Yo si creo que es el mejor futbolista que ha nacido en este país pero también, en el fondo, es el más vago, el más vanidoso. Se desconectó de la realidad. Hay videos de James en charlas técnicas donde se ve siempre hablando, aburrido, desinteresado. Esa conversación que tuvo con Zidane, donde le dijo que no quería que lo pusiera en ningún partido, develó su carácter.
Ahora aparecen ofertas del Lazio, quien sabe si no es otra movida de Jorge Mendes, su representante, el que está encartado con un jugador que fue incapaz de cumplir todo lo que prometió. Una pena escribir esto, pero James es, ahora, sólo un niño bonito que ningún grande de Europa quiere.
