Jorge Mendes, el representante de James Rodríguez, está cansado de recibir llamadas de José Ángel Sánchez, mano derecha de Florentino Pérez, quejándose de la indisciplina constante del jugador. Las quejas empezaron el 27 de febrero, un día después de que el Real Madrid fuera derrotado por el Atlético de Madrid en el Santiago Bernabéu. En el camerino un desconsolado Zidane le pidió a sus jugadores vergüenza. La respuesta de James y su amigo Isco fue salir del estadio, vestirse de gala e ir a Gabana, una de las cinco discotecas madrileñas que suele frecuentar.
No había sido la primera vez que James Rodriguez tenía problemas disciplinarios siendo jugador del Real Madrid. En febrero del 2015, dos días después de haber sido operado de un dedo en su pie derecho, se quedó hasta las tres de la madrugada en la fiesta de cumpleaños de Cristiano Ronaldo. Para colmo, las fotos que imprudentemente publicó en redes sociales su amigo, el reggetonero Kevin Roldan, hicieron estallar el escándalo: El Real Madrid entero se divertía después de haber sido batido, una vez más, por el equipo del Cholo Simeone. Ancelotti, entonces técnico del conjunto merengue, pasó el hecho por alto. Sin embargo, Florentino iba tomando nota.
Comenzando la presente temporada, siendo el nuevo entrenador Rafael Benítez, James Rodriguez, sumergido en los compromisos que le generaban ser el rostro en Colombia de Hawei, llegó cinco días tarde a los entrenamientos. Florentino le impuso una multa millonaria y Benítez lo mandó al banco de los suplentes en el debut liguero contra Sporting de Gijón. Una semana después, en un juego amistoso contra Perú, James se lesionó quedando dos meses por fuera de las canchas.
El entorno del jugador celebró la llegada de Zinedine Zidane como nuevo técnico del equipo después de la desastrosa campaña de Benítez. Creían que el francés, habiendo sido un crack como jugador, iba a interpretar mejor a la estrella colombiana. Lamentablemente nuestro 10 ya estaba fuera de órbita. La carrera en su Audi por las calles de Madrid, la displicencia en los entrenamientos, el desprecio por la táctica y las constantes salidas nocturnas, hicieron que el respaldo y la confianza que Zidane quería brindarle, se transformaron en desconfianza. No ayudó tampoco que su mamá, Pilar Rubio, haya trinado cuestionando la decisión del técnico de no alinearlo. “Si el Real Madrid cuenta todo lo que sabe de James Rodríguez, a mamá le da un ictus”, dijo un directivo del equipo al diario Gol de Madrid.
Los antecedentes del jugador no lo ayudan. Antes del mundial de Brasil el país se indignó porque Claudio Ranieri, su técnico en el Mónaco, lo sentó durante la primera parte de la temporada. Al ser cuestionado por esa decisión el italiano contestó: “Es un gran jugador pero tiene problemas de mentalidad”. James le daba una patada al tablero y, en vez de preocuparse por marcar, quería hacer lo que mejor sabe: goles.
Zidane, criticado por el público colombiano, es el mejor amigo que tiene James en el vestuario madrilista. Estaba dispuesto a darle todo el cariño que necesitaba para brillar, pero ahora es demasiado tarde. Casemiro y Lucas Vasquez, dos jugadores inferiores a él, se han ganado un lugar en la titular a punta de trabajo, mientras James, desconectado del equipo, ya ni celebra los goles que marcan los otros. En la prensa de Madrid afirman que Florentino ya lo puso en venta pero nadie quiere pagar los 80 millones de su pase. Rodríguez, que empezó la temporada queriendo ganar lo mismo que Cristiano Ronaldo y Bale, ahora no solo es transferible sino que se ha depreciado. Todos conocen su calidad pero también saben de su poco profesionalismo.
Jorge Mendes fue el primero en saber que al colombiano se le abrió expediente por su disciplina, que en el camerino ya no es tan querido, que sus declaraciones después de la estelar presentación que hizo contra Ecuador no fueron bien recibidas y que en agosto, cuando empieza la temporada 2016-2017, se mudará de Madrid. El problema es que su pupilo ya no vale lo mismo que hace dos años cuando era uno de los mejores jugadores del mundo.
