En España periódicos como As y Don Balón lo han destrozado. Han dicho de él que se la pasa enrumbado, con mujeres en las discotecas más encopetadas de Madrid. No le perdonan que se ría en el banco de suplentes, que casi no se sacrifique en el campo de juego. Han dicho que es una mala influencia para el equipo y que fue el culpable de inocular el reggetón en el camerino merengue. Sin embargo nunca ha tratado mal a esa prensa.
En Colombia, donde el tuerto es rey, James ha sabido sacar su pésima educación. Ayer, en la última práctica del equipo nacional en Bogotá, les hizo pistola al grupo de periodistas de Win Sport que estaban en esa zona afuera del gimnasio donde entrenaba la selección. Es probable que la reacción de James se deba a los cuestionamientos que se le ha hecho al entrenador José Néstor Pekerman por la convocatoria de Pablo Armero después de que éste hubiera golpeado y trasquilado a su esposa en Miami en mayo del año pasado. El popular Miñia al parecer fue pedido por los propios jugadores por la alegría que supuestamente genera dentro del camerino. Además no le perdonan al equipo su pésimo desempeño contra Bolivia, el peor equipo de Suramerica y al que casi no le puede ganar el jueves pasado en Barranquilla a pesar de no contar con ocho de sus titulares.
El matrimonio de James con el periodismo se rompió acaso para siempre. Los periodistas de acá no han hecho otra cosa que consentirlo. Además de algunos comentarios desafortunados de Carlos Antonio Vélez todos coinciden en que el capitán es un genio. En Europa la imagen del 10 haciendo pistola causa indignación y se preguntan lo mismo: ¿Por qué el colombiano hace esta imagen si acá lo tratan tan mal? Por el momento el jugador no ha explicado su gesto lo que ha alborotado aún más el avispero.