¨Aquel que no castiga la maldad ordena que se haga¨
Leonardo da Vinci
Si hay algo que los antecesores del actual alcalde de Barranquilla no pudieron lograr fue reducir el accionar de la delincuencia en las calles de la ciudad. Los anuncios en aumento de pie de fuerza e, inclusive, de sacar el ejército para contener el delito nunca fueron suficientes para ponerle freno.
En las calles, hoy la percepción sigue siendo de miedo, de zozobra, de sentirse acechado por el delincuente. No existe lugar, hora del día o de la noche en el que el ciudadano se encuentre a salvo. El uso del celular, retirar dinero en un banco, desplazarse en un vehículo de servicio público, montar en bicicleta, sentarse en una plaza de comidas con amigos o familiares, caminar por una calle, por mencionar algunas actividades, se convierten en el escenario perfecto para ser víctimas de la mano delincuencial.
Lo único que en su momento detuvo el accionar delictivo en la urbe fueron los meses de encierro por la cuarentena; de resto nada, ha servido. En el mes de marzo del año en curso, en la ciudad de Barranquilla se creó un grupo policial denominado Recar, y que según lo documentó la Alcaldía en su página web, este era "un cuerpo élite especializado en reacción inmediata y dotado para enfrentar las estructuras del crimen organizado". Además, se informó de la llegada de 160 hombres para reforzar la seguridad; luego, en junio, se organizó el grupo Antihurto con el fin de combatir este delito que campeaba en las calles.
Por supuesto, estos grupos de lucha en contra del crimen se presentaron en medio de la parafernalia que, creo yo, le gusta al alcalde, para quien la imagen es todo, la necesidad es nada. Como la escoba nueva que barre bien, los primeros días de los grupos especiales fue ejemplar, para luego ir diluyéndose con el transcurrir de los días en medio del calor de la ciudad. Hasta este momento no se sabe cuáles son los resultados de sus operaciones.
Afortunadamente, las redes sociales han sido fundamentales para conocer las dimensiones de lo mal que estamos en materia de seguridad en Barranquilla, porque si nos atenemos a los relatos de las autoridades de la ciudad, estaríamos viviendo en el país de Alicia, el de las maravillas.
Es impresentable que se pretenda vender la ciudad en el ámbito nacional e internacional como un referente de desarrollo, y en contraposición tengamos no un lunar, sino un hoyo negro como los del espacio debido a la inseguridad galopante que nos tiene arrodillados. No es con anuncios ni con tramadera como se va a someter al delincuente; hace falta mayor compromiso de la policía y de las autoridades civiles para contrarrestar el accionar criminal que tienen en estado de nervios al ciudadano de a pie.
Es menester que el alcalde de la ciudad abandone esa necesidad de inflar su ego con encuestas y de disfrazar realidades, y asuma que dentro de sus funciones está exigir a la comandancia de la Policía Nacional en Barranquilla, primera autoriadad, contundencia 24/7 para combatir el crimen, porque estamos mamados de vivir con miedo.
* A la memoria de Sebastián de la Hoz Pontón, un joven de 19 años con una discapacidad a quien la miseria humana le arrancó la vida por robarle un celular.