Jaime Pumarejo, extraviado en la Alcaldía de Barranquilla

Jaime Pumarejo, extraviado en la Alcaldía de Barranquilla

Un técnico más que un político, las destrezas de su mentor Álex Char para conectarse con los barranquilleros han hecho evidentes las dificultades de Pumarejo más allá del coronavirus

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junio 26, 2020
Jaime Pumarejo, extraviado en la Alcaldía de Barranquilla

No es ningún secreto que el alcalde de los barranquilleros, Jaime Pumarejo, carece del carácter electrizante de su antecesor, Alejandro Char. El retraimiento es una condición propia de su personalidad al punto de que, en ocasiones, pareciese que viviera en una cuarentena mental en la que únicamente importa su percepción y se aísla de lo que ocurre en el exterior.

Quienes conocen al alcalde saben que es difícil llamar su atención y sacarlo de la pantalla de su celular, o saben de la evidente aprehensión que le produce ser entrevistado personalmente en medios nacionales, donde no controla las circunstancias. Son solo dos muestras de que lo suyo no es el carisma y de que parecería preferir el ensimismamiento.

Descendiente de un a tradicional familia barranquillera, raizal, Pumarejo posee todas las credenciales posibles. Es hijo de Jaime Pumarejo Certain, empresario, exconcejal y el primer alcalde elegido por voto popular, y nieto de Alberto Pumarejo, alcalde, gobernador, embajador, ministro y uno de los cofundadores del diario local El Heraldo.

Educado en el encumbrado colegio Parrish, hizo sus estudios universitarios en Purdue (EE.UU.) en administración de sistemas de información y luego una maestría en España en administración de empresas. Su carta de presentación es su paso por la firma Ingersoll Rand, donde hizo parte del semillero de ejecutivos junior que lo llevó a ejercer cargos en Estados Unidos y en Singapur.

Aunque su carrera en el sector pública la inicio al lado del exgobernador del Atlántico Carlos Rodado, sus condiciones como técnico empezaron durante su primera alcaldía de Alex Char, donde aterrizó como consejero de Competitividad y trazó la ruta para sacar a la ciudad de la quiebra, y reestructurar y terminar las concesiones que desangraban su erario.

Luego continuó en la con su condiscípula Elsa Noguera. Se retiró para aspirar a la Gobernación del Atlántico, pero una posible inhabilidad lo hizo desistir. Mantuvo su cercanía con Char y entró a manear el proyecto de Centro de convenciones. Fue la cuota del Charismo y Cambio Radical en el gobierno Santos en un efímero paso por el Ministerio de Vivienda, pero el distanciamiento de su partido con el gobierno le costó el cargo después de cortos tres meses.

Tras ello vendría su aspiración a la Alcaldía de Barranquilla. En campaña, el hombre retraído y técnico logró desdoblarse y mostrar una impostada faceta de político de tarima, que le permitió mostrarse un poco más cercano a la gente. Igual no era algo crucial, las elecciones las tenía ganadas gracias a la enorme e imparable maquinaria que lo acompañó.

Sus asesores cercanos, que son sus incondicionales, parecen sufrir del mismo mal y se ocupa de mantenerlo permanentemente aislado en una especie de burbuja. Arrancó intentando construir su propia alcaldía y en enero recibió renuncias protocolarias para armar su propio equipo. En la transición se dio una especie de fuego amigo que no fue de buen recibo por el Clan Char.

En esas, llegó la pandemia que desnudó las grietas del modelo de ciudad impuesto en los últimos 12 años y medio, evidenciando que el desmesurado gasto en obras, cemento y ladrillo, no era suficiente porque siempre obvió el componente social, cultural y educativo, sin contar excesos en la contratación de la ciudad.

Ademas de las cifras de contagios y fallecimientos que le pasan cada día la cuenta de cobro al Alcalde así su responsabilidad no sea directa, Pumarejo no  parece estar bien sentado en la silla, ni conectado con los barranquilleros que en la última encuesta lo calificaron con un 47% de aceptación, que contando con el soporte como el campeón de la popularidad, Alex Char, no dejó a nadie contento dentro de la administración. Las maniobras en las comunicaciones no se han hecho esperar pero todo indica que sus dificultades a la hora de gobernar son mucho más de fondo que de estrategias mediáticas.

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