Hoy es 13 de agosto, y el infame recuerdo de aquel día del año 1999 se cierne sobre Bogotá y sobre muchos lugares de Colombia. Ese día, a las 5:45 de la mañana, dos sicarios asesinaron al hombre que probablemente hizo de este país un lugar mínimamente más agradable en medio del caos y el terror que por aquella época se vivía.
Cada año, miles de personas recordamos a este genial impertinente que con sus personajes y sus programas de televisión nos sacó más de una risa a todos; a este rotundo vagabundo que desde muy pequeño demostró ser un no alineado, un inconforme, alguien que no se quedaba quieto ante la vida y que se cuestionaba miles de preguntas, casi siempre hacia una autoridad incompetente, corrupta y maliciosa que hasta el día de hoy se sigue viendo en Colombia.
Jaime Garzón siempre dijo que no quería vivir más allá de los 40 años, porque le parecía inmoral vivir más que su padre, quien murió a los 39. Jaime sabía que su labor humanitaria sirviendo de mediador con las guerrillas para la liberación de múltiples secuestrados no sería muy bien vista para la época y que en algún momento tendría que pagar un precio; y así fue.
Cuando Carlos Castaño, el jefe de las AUC, decidió declararlo objetivo militar y aliarse con organizaciones del Estado para dar de baja a quien él consideraba un tipo peligrosísimo, Garzón lo supo, sabía que lo iban a matar, pero no se amedrentó. Así como muchos de los grandes personajes que han sido sacrificados en este país, las amenazas lo fortalecieron y se empeñó cada vez más en dejarnos como legado una Colombia que lo recordara como ese mamagallista impertinente, pero también como un hombre que supo ponerse los pantalones en los momentos más críticos de una nación que se desangraba por el narcotráfico, la corrupción y la muerte que rondaba todos los lugares del país.
Hace unos años, la Fiscalía decidió declarar su homicidio como un crimen de lesa humanidad, lo que impide que este prescriba con el tiempo. Hoy ya es tarde para juzgar gente; todos los implicados directos en la muerte de Jaime Garzón están muertos, pero con condenas como la de Rito Alejo del Río, implicado en la organización de este asesinato, el país puede encontrar cierta verdad detrás de los motivos que llevaron a su muerte.
Actualmente, el legado de Jaime sigue vivo entre los jóvenes, quienes gritan hoy, más fuerte que nunca y a 22 años de su asesinato: "¡JAIME GARZÓN VIVE!"