En este análisis quiero demostrar dos cosas: que la reciente aspiración de Iván Marulanda es una estrategia de Fajardo para hacerle el quite a la consulta de los verdes y que Fajardo tiene pavor a participar en esa consulta porque sabe que la podría perder. Tras la renuncia del senador a Compromiso Ciudadano se ha especulado que tomó distancia de Fajardo y que decidió competirle en la carrera presidencial de 2022. Nada más alejado de la realidad. Primero, el hecho de renunciar a Compromiso no deja de resultar anecdótico porque ese movimiento no es un partido y solo opera como la plataforma del fajardismo al interior del verde y aunque Marulanda se ha caracterizado por ser un senador que marca línea y no es tan “tibio”, nada evidencia que haya roto con el fajardismo. Segundo, Marulanda forma parte de la estrategia de fajardo para replicar la fórmula que ya utilizó en 2018, no medirse en ninguna consulta y que antes el verde lo busque para que sea su candidato. Todo está fríamente calculado.
Pocos dudan del valor democrático y las capacidades de Iván Marulanda. Su trayectoria personal y política hablan de un hombre comprometido con la democracia, la paz e ideas de avanzada. Es de los pocos dirigentes auténticamente liberales que viven (fue fundador del Nuevo Liberalismo) y su retorno al Senado (donde estuvo entre 1986 y 1990) lo convirtió en una de las voces más destacadas de la oposición. Solo quisiera resaltar su reciente propuesta de legalización de la coca como uno de los proyectos de ley más avanzados que se han radicado en el Congreso para cambiar la lógica de la fracasada guerra contra las drogas. Luego de tres décadas en las todas del liberalismo, al punto de que llegó a ser candidato vicepresidencial en 2006 y director nacional, desde 2010 se acercó a Fajardo forjando una amistad que trascendió lo político (son amigos íntimos) y lo llevó a convertirse en un referente en Compromiso Ciudadano.
Ahora, tras anunciar su aspiración presidencial e intención de participar en la consulta del verde, se convierte en una pieza importante de la estrategia de Fajardo en su aspiración presidencial. Asume su papel (a Fajardo se le ha invitado a participar en propiedad en la consulta, pero se ha negado) y es claro que buscará ganar para luego adherirse a Fajardo quien seguramente será un candidato por firmas. En esencia, la mecánica de su aspiración va en línea de repetir lo que pasó en 2018, cuando el verde concertó a Claudia López como candidata, pero se terminó adhiriendo con el Polo a Fajardo porque marcaba mejor en encuestas dada su alta imagen favorable. Es una estrategia riesgosa para Marulanda y que encubre la clásica cobardía de Fajardo, su pavor a medirse en consultas, las que siente puede perder porque son elecciones donde la opinión se reduce y pueden “meter la cucharada” sectores interesados en bloquear su aspiración. ¿Por qué es riesgosa para Marulanda?
La respuesta a esa pregunta es sencilla, por coherencia y disposición normativa, quien pierde en una consulta no puede presentarse por otro partido y debe apoyar al ganador; es decir, si Marulanda pierde por sentido de cohesión debería respaldar al candidato ganador o su estrategia de buscar un segundo consenso previo a la primera vuelta en una gran consulta interpartidista. Es a ese “bloqueo” al que le teme Fajardo y el cual Marulanda decidió asumir para apoyar a su gran amigo. Mucho más porque el otro aspirante verde en la baraja por la nominación es Camilo Romero, exgobernador y exsenador, con agenda nacional y cercano a múltiples sectores políticos y ciudadanos. Quien ha venido promoviendo una gran consulta sin vetos o exclusiones (dícese Gustavo Petro). Sin duda Romero pinta como un candidato fuerte dada la buena imagen que tiene entre las bases del verde y su proyección nacional, ¿Será que por eso Fajardo no se quiere medir en la consulta y prefiere enviar a Marulanda como emisario?
A casi un año de la consulta de los partidos es prematuro para llegar a ciertas conclusiones, por el momento, si queda claro que Fajardo se margina de la consulta del verde y decide enviar a Marulanda a la hoguera mientras él se va a “ver ballenas” y a la expectativa de que luego lo busquen para que sea candidato único. No ha superado las elecciones del 2018 y los múltiples factores que permitieron el terrible retorno del uribismo al poder. Así es el talante de Fajardo, la prioridad son su ego y su vanidad. Si al menos fuera más valiente como para medirse en una consulta. Vaya candidato.