En un país lleno de odio hacia los estudiantes de universidades públicas lo que acaba de hacer Iván Márquez es de una irresponsabilidad imperdonable. En el último video de su guerrilla, llevado por la megalomanía que caracteriza a los fanáticos, mostró imágenes de encapuchados tirando piedra frente a las puertas de la Universidad Nacional. Mientras tanto predicaba, con ese lenguaje anacrónico, a veces ininteligible, aburrido de los mamertos radicales, que la revolución se haría desde las universidades. Tamaña irresponsabilidad y tamaña mentira.
Lo entiendo. Es que estuvo en el monte mucho tiempo y le perdió el pulso al país. Las desapariciones, las amenazas, la muerte que se ha cernido sobre la universidad pública resquebrajaron el movimiento estudiantil. Los muchachos de la Nacional ahora son tan inofensivos políticamente que en su plaza más emblemática decidieron borrar la figura del Che Guevara y poner en su lugar a Jaime Garzón, un comediante que ni siquiera era de izquierda. Sin embargo, Álvaro Uribe, líder indiscutible de la derecha, en el afán por desmontar la educación pública de calidad, se ha encargado, junto a sus seguidores, de mostrar a estas instituciones como focos de insurrección que deben ser privatizadas y acaso limpiadas. Ya saben, el pobre debe mantenerse ignorante y ser sumiso ante Dios y ante el rico. Los pobres perfectos para los colombianos de bien deben ser tan mansos y tontos como Miguel Polo Polo.
Su Nueva Guerrilla ha alimentado el sentimiento belicista
que suele caracterizar al elector promedio
y ha pavimentado la autopista a los candidatos del Centro Democrático
Iván Márquez, ese idiota útil del uribismo, ha contribuido a que se ahonde más el estigma mortal sobre los universitarios con ese video. Es que en este momento no encuentro un mejor aliado del expresidente que él. Su Nueva Guerrilla ha alimentado el sentimiento belicista que suele caracterizar al elector promedio y le ha pavimentado la autopista a los candidatos del Centro Democrático que aspiran a quedarse con las principales ciudades y departamentos en las elecciones de octubre. Nada más miren la disparada que Miguel Uribe Turbay, cuya triste campaña tiene como principal promesa continuar durante cuatro años la pesadilla de gobierno de Peñalosa, ya subió en la última encuesta a 17 puntos y está apenas a 7 de Claudia López quien se ha estancado. A este ritmo y si el autista de Petro no se une a ella, el uribismo se nos sube en Bogotá y ahí si mejor ir es sacando la visa.
Acá las únicas promesas que se cumplen son las de la muerte. En Colombia han sido asesinados 140 estudiantes universitarios en los últimos 20 años, las décadas en donde la derecha se ha posicionado con fuerza, las décadas donde el conflicto interno se degradó hasta el punto que solo unos pocos despistados pueden pensar que a las Farc las mueve la ideología y no el afán de acaparar millones de dólares a través del narco, de la extorsión. Si se degradaron los partidos políticos, ¿cómo no iba a suceder lo mismo con la guerrilla? Ese estigma lo tuvo que cargar el movimiento estudiantil o universidades tan gloriosas como la Nacional, cuna de la inteligencia de este país, lugar en donde se entra por méritos y no porque eres el hijo de fulano. Ya saben que en el Tercer Mundo solo los inteligentes se levantan contra la injusticia. Esa lucha del movimiento estudiantil acaba de ser ensuciada por Iván Márquez. Bastaran horas para que los panfletos de las Águilas Negras empiecen a amenazar a los universitarios. Sobre la conciencia de este irresponsable pesarán los muertos que caigan de la arremetida que se viene. Igual no le importa, son tantos que ya ni los cuenta.
Acá las únicas promesas que se cumplen son las de la muerte. En Colombia han sido asesinados 140 estudiantes universitarios en los últimos 20 años