El jefe de los fariseos que condenó a Jesucristo se llamaba Caifás. Fariseos que criticaban a Jesús por permitir que sus discípulos calzaran sandalias y no anduvieran descalzos. Sepulcros blanqueados los llamaba porque por dentro estaban podridos, pero aparentaban una pulcritud moral ejemplar.
Pues Iván Gallo no se aleja de dicha descripción, el cucuteño cada tanto nos impone como ley natural sus preferencias musicales, y desprecia y lapida a todo aquel que se aleja así sea un poquito de su exquisito gusto.
Su nueva víctima es el señor Gustavo Bolívar, un mamerto que tiene el gran defecto de no ser pobre. Es millonario como lo fue Hemingway, García Marqués, J. K. Rowling (Harry Potter) y E. L. James (50 sombras de Gray). Escriben sobre sexo, guerras, narcotráfico, brujos y hechiceros sin ser nada de eso. Simplemente tienen un talento que no todos tenemos que les permite producir ficción que es atractiva para muchas personas y las editoriales les pagan por lo que sus cerebros producen.
Ahora bien, Iván Gallo malintencionadamente se apropia de la trampa de las bodegas uribistas, manipulando a sus lectores para que confundan enriquecerse por escribir sobre narcotráfico con enriquecerse del narcotráfico. Un intelectual de su talla sabe que es normal que la ficción se desarrolle en terrenos sucios como la guerra o el narcotráfico. Y ello no quiere decir que el autor sea sucio.
Igualmente, sabe que el M-19, grupo guerrillero al que admiraba Bolívar, siempre pregonó la defensa de la propiedad privada y la restauración de la democracia. Entonces no es incompatible ser millonario y admirar a dicho grupo, como tampoco es hipócrita criticar al sistema corrupto colombiano y vivir en los Estados Unidos. Nunca he escuchado una declaración de Bolívar en contra del país que lo acoge.
El problema de estos talentosos es que, además de contenidos atractivos para millones de personas, también producen envidia. Yo creo que por ahí es el problema de Gallo con Bolívar.
