Iván Duque, un joven de visión limitada que nunca ha sufrido para ganarse las cosas, una persona que no puede pensar por sí misma ya que solo aprendió a recibir órdenes, un completo desconocido que llegó a la presidencia apoyado por los medios de la oligarquía de derecha.
Un aprendiz que solo utiliza la cabeza para golpear el balón de fútbol, ese tipo de persona que sería perfecta para animar una piñata, un exponente del fallido neoliberalismo latinoamericano y el títere perfecto para un caudillo como Álvaro Uribe.
Colombia está siendo una vergüenza internacional por tener un presidente que no puede abrir la boca sin decir algo estúpido. Además, es increíble que los medios tradicionales, junto con los periodistas al servicio de los partidos políticos, están haciendo hasta lo imposible por tratar de mejorar la imagen pública de una persona que no sabemos por qué sigue en la presidencia de un país con una economía tan importante como como la colombiana.
Finalmente será un presidente que pasará a la historia por vivir a la sombra del presidente eterno, mas no por sus propios méritos. Duque es la muestra de la facilidad con la que se puede manipular a un pueblo ignorante que siempre elige al candidato que le imponen los grupos económicos que son dueños del país, los mismos propietarios de los mismos medios que hacen lo que sea para defender lo indefendible.
Lleva gobernando más de una año, en el que solo se ha dedicado a empeorar las relaciones con el vecino país. Ni siquiera tiene su propio discurso político, únicamente predica populismo de derecha como su jefe.
Un monigote perfecto para el uribismo, alguien que no era nadie, cuya existencia era desconocida hasta hace poco tiempo.
Pero veamos el lado bueno, la gente está dándose cuenta de la ineptitud de la derecha colombiana, compuesta por leguleyos que han llegado al poder con maquinaria política, personas que solo saben hacer el ridículo.
