Iván Duque, el outsider del Centro Democrático, que le está quitando votos a Fajardo

Iván Duque, el outsider del Centro Democrático, que le está quitando votos a Fajardo

Ha sido el gran ganador de la huida masiva de potenciales votantes del candidato de la Coalición Colombia, quien terminó catalogado como ni-ni por su tibieza

Por: Christian Hernandez Amaya
marzo 09, 2018
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Iván Duque, el outsider del Centro Democrático, que le está quitando votos a Fajardo
Foto: Twitter @IvanDuque

Aunque muchos partidarios del CD no voten por Duque esos votos serán compensados ampliamente con los votos perdidos por Fajardo: muchas personas que desean votar por un candidato de centro votarán por Duque, dado que sus ideas no son las tradicionales del Centro Democrático.

A Fernando Londoño y a sus seguidores no les gusta ni cinco Iván Duque

Una de las primeras situaciones donde se hizo evidente que Duque no iba a hacer las veces de Uribito o de Zuluaga fue en un debate en agosto de 2017 donde se refirió a la polarización Uribe-Santos: el precandidato hizo un llamado a superar esa falsa dicotomía.

Esa intervención aparentemente inocente tuvo el efecto inesperado de ofender a algunos uribistas de raca mandaca, quienes se sintieron preocupados porque ese no es el discurso tradicional del CD.

Para Fernando Londoño las frases de Duque sonaron a herejía y fueron la confirmación de unas sospechas que tenía mucho tiempo antes sobre ese precandidato: dijo que siempre le había parecido un “mozalbete inteligentón” y concluyó que había una línea de rompimiento total con él.

Al parecer el carácter de “outsider” de Iván Duque dentro del CD es de vieja data y no se trata solo de una estrategia electoral: si bien le debe a Uribe gran parte de lo que ha logrado políticamente, no ha dudado en mostrar al interior del CD que tiene ideas propias.

Los tiempos están cambiando

Fernando Londoño y sus seguidores se quedaron en 2008: en ese año se dio la marcha “No más Farc”, que en teoría cumplía el doble propósito de rechazar pero también de ser una muestra de apoyo al gobierno Uribe: en Bogotá y en otras ciudades fue un evento literalmente apoteósico y sobrecogedor.

 

Ese día con el cielo azul más perfecto fue el inicio de una era de victorias militares y políticas donde Uribe parecía invencible: la operación Jaque, la eliminación de varios cabecillas de las Farc y la aclamación popular rotunda. Todo parecía predecir que el uribismo sería una fuerza avasalladora durante la década 2008-2018: a sus adeptos los alegraba y a sus detractores les causaba profundo temor pero todos presentían el mismo futuro.

Sucedió que esas predicciones no se cumplieron porque en los últimos 10 años ocurrió algo misterioso que ni los académicos ni los expertos han reconocido pero que al recodar esa dia de “no mas Farc” se hace demasiado evidente: mientras ese día el rechazo a los alzados en armas parecía unánime en la actualidad tenemos a un exguerrillero en los primeros lugares de unas elecciones presidenciales donde las Farc también están participando.

A este cambio de la última década lo pueden llamar el avance de la “paz” o del “castrochavismo” o se le puede decir que es una muestra de gran volubilidad pero en cualquier caso se trata de un mismo fenómeno misterioso que no es fácil de explicar pero que tampoco se puede evadir.

En el seno del Centro Democrático hay fuerzas que han comprendido que los tiempos están cambiando y que hay que adaptarse a ellos.

La consulta del Centro Democrático: un cambio desde adentro

Según la versión oficial Duque fue elegido como candidato oficial del partido como resultado de unas encuestas donde gran parte de los que participaron fueron militantes y personas externas al partido.

La versión no oficial es que Duque simplemente es “el que diga Uribe” y que las encuestas fueron un montaje para darle legitimidad a la elección. Esta versión es compartida por quienes no gustan de Duque en el CD y lo acusan de ser otro Santos disfrazado de Uribista.

Sin importar como se eligió al candidato el caso es que alguien en el partido se dio cuenta que los tiempos están cambiando: esa visión fue confirmada cuando se declinó la oferta de Oscar Iván Zuluaga a pesar de estar respaldada con sólidos resultados electorales en 2014. En el CD ya se dieron cuenta que repetir la estrategia de presentar un clon de Uribe solo iba a garantizar otra derrota.

El Centro Democrático tendrá que sacrificar parte de su caudal electoral en esta nueva apuesta pero es claro que la candidatura de Duque logró un respaldo mayoritario al interior del partido sin importar si fue elección a dedo o por encuestas.

Con ideas de centro pero sin actitud de ni-ni

Obviamente a Duque se le ha intentado encasillar como un clon más de Uribe aprovechando que es un político que aún no tiene reconocimiento a nivel nacional: es una estrategia fácil y barata para sus detractores.

Se dice que “es el que dice Uribe” y se le acusa de ser una copia del ex presidente por usar ponchos o porque a ratos habla apaisado pero en los debates logra hacer pedazos ese molde: por ejemplo en la Silla vacía dijeron que es el tercer clon de Uribe pero ese análisis se mostró bastante corto frente al  “charladito” organizado por ese mismo medio.

En esa conversación breve Duque demostró que es capaz de liberar importantes temas del pantanoso debate ideológico: de forma vehemente le aclaro al periodista Daniel Pacheco que el emprendimiento no es un tema de ideologías o que los delitos nunca son justificables porque el que  los cometa sea de derecha o de izquierda.

Este candidato claramente no sufre del maniqueismo de catalogar como de izquierda lo que le parece malo y de derecha lo que le parece bueno: sus ideas no están atrapadas en la falsa dicotomía izquierda-derecha lo que ha calado bastante entre un electorado que ya está cansado de que le planteen falsos dilemas.

Ese hecho está haciendo que la candidatura de Duque (aunque apoyada por un partido de derecha) se vea más sólida y concreta en proponer una opción válida al inútil debate ideológico. Duque ha sido el gran ganador de la huida masiva de potenciales votantes de Fajardo, quien con toda razón terminó catalogado como ni-ni por su falta de compromiso y lo gaseoso de sus ideas.

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