La propuesta de unidad de Duque se consolidó a medida que pasó varias pruebas.
La coyuntura política que reinaba hace seis meses en Colombia era un poco incierta, en especial para el electorado de centro derecha, que se identifica con los postulados ideológicos y políticos de Álvaro Uribe y en menor medida con otras figuras como Alejandro Ordoñez, Óscar Iván Zuluaga, Luis Alfredo Ramos o Marta Lucía Ramírez, entre otros.
Y es que luego de la traición que sufrió el electorado de centroderecha que votó por Juan Manuel Santos en 2010, quien una vez electo despreció el uribismo y mostró su verdadera cara al destapar su amistad con personajes como Hugo Chávez, Fidel Castro o Gustavo Petro y posteriormente las Farc, era muy difícil que estos votantes volvieran a confiar ciegamente en alguien.
Desde entonces, Uribe comenzó una lucha por retomar el rumbo del país, y aunque consiguió hacerse a la victoria en diferentes batallas como las legislativas, la primera vuelta presidencial 2014 o la más sonada de todas el no en el plebiscito 2016, también había sufrido duros golpes como: alcaldía de Bogotá en 2011 (Peñalosa), segunda vuelta 2014 (Óscar Iván Zuluaga) y alcaldía de Bogotá 2015 (Pacho Santos).
Por eso, aunque los votos estaban, pues el aguerrido triunfo del no así lo demostraba, no había un candidato que encarnara esa posibilidad real de llegar a la Casa de Nariño, y que fuera inmune a toda una serie de adversidades que no solo vendrían de la izquierda sino de críticas y diferencias al interior de la coalición del no.
El heredero natural de los votos de centro derecha era Oscar Iván Zuluaga, quien ganó la primera vuelta de 2014 y perdió sospechosamente la segunda, pero todo el entramado que se tendió en su contra y que quedó demostrado por el CNE no fue más que una treta (Hacker y Odebrecht), iba a seguir siendo utilizado por la izquierda y sus aliados para desprestigiar a Zuluaga y al Centro Democrático (ver nota).
Por eso el uribismo acudió a una encuesta privada para elegir un candidato de la entraña del partido que no pudiera ser atacado con calumnias y mentiras, ellos fueron: Paloma Valencia, María del Rosario Guerra, Carlos Holmes Trujillo, Iván Duque y Rafael Nieto. Valencia y Guerra fueron las primeras en dejar la contienda y en la recta final Duque se impuso a Nieto, quien también consiguió gran receptividad.
Posteriormente vino el acuerdo con Marta Lucía Ramírez, Andrés Pastrana y Alejandro Ordóñez para hacer una consulta interpartidista, la cual determinaría quién sería el candidato de la centroderecha para las presidenciales del 2018. En esa consulta Iván Duque se impuso con más de cuatro millones de votos, seguido por Ramírez con un millón quinientos mil votos y Ordóñez con cerca de cuatrocientos mil.
Luego llegaron los acuerdos programáticos de Duque con Alejandro Ordóñez, Marta Lucía Ramírez y demás sectores de la coalición del no, para hacer una candidatura de unidad nacional que hiciera frente a la avanzada izquierdista en las elecciones del 27 de mayo.
Con Ordoñez se llegó a tal vez uno de los acuerdos más importantes para las bases conservadoras y católicas de Colombia, como lo fue el acuerdo pro-vida. Uribe incluso comentó que cuando a él le preguntan qué piensa en temas polémicos de vida y familia, él responde: “Yo pienso lo mismo que el doctor Ordóñez” (ver nota).
Mientras tanto con Marta Lucía Ramírez se avanzó en temas de defensa de libertad de empresa, iniciativa privada, emprendimiento, protección de la propiedad, incentivar la creación de empleo a través de la reducción de impuestos y de regulaciones a las empresas. Sobre el respecto Duque comentó: “Queremos una Colombia en donde se puede tener un negocio sin que aparezca el dedo expropiador e inquisidor. Esa Colombia donde la equidad y la justicia social son hermanas”.
Otro punto de unidad en sus banderas de campaña es la llamada economía naranja’, con la cual lleva a la convergencia de las industrias del entretenimiento y la cultura, como eje del emprendimiento de la mano de la creatividad de las nuevas generaciones.
A su vez, se comprometió con varios sectores creyentes a defender la vida desde su concepción y también el modelo de familia tradicional, lejos de temas como la incoherente ideología de género. Al respecto dijo: “Vamos a asumir una tarea clara en materia de legalidad y es defender a la familia y defender aquellas conductas que atentan hoy contra nuestro país”.
Otro gran punto a favor de Duque ha sido su ecuanimidad en cuanto a los acuerdos de paz, pues el candidato ha dicho que tomará lo bueno del tratado de paz, pero hará respetar la ley no dejará que la impunidad que está intrincadamente al pacto de La Habana destruya el ordenamiento jurídico colombiano y la institucionalidad del país.
En la recta final de esta extenuante campaña, el "joven senador" como lo denomina Álvaro Uribe, aquel que se ha batido como león en los debates dejando sin argumentos a sus contrincantes, ese mismo al que solo pudieron acusar de comprar un modesto apartamento en Washington DC, es la carta republicana para derrotar el populismo chavista de Gustavo Petro.
Duque venció el escepticismo de propios y extraños, abriendo una luz de esperanza para que Colombia deje atrás estos ocho años de polarización y rencillas, será él quien enfrente la difícil situación social y económica que deja el gobierno Santos, por eso Colombia se juega su última carta de cara para dar el salto a la modernidad o caer en el hoyo del socialismo del siglo XXI.
