El 7 de agosto del año en curso será el día de la toma de posesión de Iván Duque como presidente de Colombia, pero por lo visto está un poco desesperado y ansioso de que llegue esa fecha para poder empezar a dictar órdenes desde el palacio presidencial, la Casa de Nariño.
Todavía le hace falta más de un mes para ostentar el título del máximo cargo de elección popular del país: el de jefe de Estado, jefe del Gobierno y suprema autoridad administrativa, es decir, el presidente de la República en pleno ejercicio, como corresponde, según la Constitución [1].
Sin embargo, Iván Duque camina como un niño estrenando zapatos Ferragamo. Parece como si ya ejerciera el cargo de presidente [2], o como si estuviera estrenando juguete.
Quizás como gesto de exhibición de omnipotencia Iván Duque empezó a gobernar ya, incluso antes de posesionarse como presidente de Colombia. A su partido, el Centro Democrático, le fueron aceptadas 24 proposiciones por parte del gobierno saliente de Juan Manuel Santos, informó a través de su cuenta en Twitter el ministro del Interior, Guillermo Rivera [3].
La ambición de ser un presidente todopoderoso puede vehicularnos a la destrucción del pedazo de democracia que todavía nos queda en esta República a la que aún damos en llamar Colombia.
Nos preocupa que desde ya se desconozcan los formalismos de la democracia en Colombia, porque podría ser un mal mensaje en relación con el respeto al contenido de la democracia y a los valores y principios democráticos que deben regir en el país. Ojalá que los motivos de habitar en la Casa Presidencial sean democráticamente transparentes y sinceros.
No se debería olvidar que se trata de la dirección del destino de casi 50 millones de colombianos, de los cuales más de 10 millones votaron por él y otro tanto, cerca de 9 millones, le dijo no a su aspiración presidencial, tanto en la primera vuelta como en la segunda.
Asimismo, definidos analistas han aseverado que los votos que obtuvo Gustavo Petro eran contra el expresidente y senador de la República Álvaro Uribe, la clase política tradicional y también contra la corrupción que se devora a Colombia.
Duque aparenta no saber lo que le espera como presidente de Colombia. Los graves problemas que padece el país sí podrían hacerles salir canas de manera copiosa y de verdad.
La pésima atención en salud que recibimos los colombianos, la falta de una educación universitaria gratuita, las altas cifras de desempleo, la precaria infraestructura vial, los 50 billones de pesos que se roban los corruptos, entre otros muchos problemas.
Al presidente electo Iván Duque le va a tocar, como consecuencia de las anteriores administraciones, lidiar con todo eso y con otras dificultades más.
En realidad, nadie sabe a ciencia cierta cómo va a ser el gobierno de Duque, porque hay experiencias que deben ser vividas para poderlas contar. No obstante, no resulta imposible profetizar que a Duque no le será fácil separarse de Uribe, ni a Uribe separarse de Duque. Ambos se necesitan. Son como un tipo de siameses políticos.
Por eso, ninguno espera que Duque lo traicione a su mentor Uribe, del mismo modo como se señala que hizo el saliente presidente Juan Manuel Santos.
Un número importante de líderes de opinión del país suponen que el gobierno de Duque será muy parecido al de Uribe. Se ha garantizado igualmente que el presidente electo interpretará el libreto que le escriba su consejero.
Otros comentaristas de noticias vaticinan que el suyo será un gobierno muy parecido al de su guía, pero con algunas pequeñas variaciones, esto es, no exactamente igual, porque las cosas cambian luego de que se llega a ser inquilino de la Casa de Nariño
Además, la realidad del país es diferente en cuanto a las condiciones del período en que gobernó Uribe con su política de Seguridad Democrática, la cual se basaba en la idea de acabar militarmente a las Farc. Pero este grupo, como se sabe, ya se desmovilizó.
Es indudable que la figura de Uribe sí tendrá una omnipresente influencia sobre Duque.
Duque llegó a la Presidencia de Colombia no por méritos propios o por su experiencia. Su más reciente logro, como es el de ser presidente de la República, se lo debe a Uribe. Y está deuda política a lo mejor será pagada con obediencia total.
Probablemente, Iván Duque obtenga el récord de ser el presidente más presionado de la historia de Colombia: tendrá la presión de Uribe, la presión de la corrupción y la presión de la oposición, liderada por Gustavo Petro.
Vale precisar que Iván Duque (con 41 años de edad) no es el presidente más joven de la historia de Colombia [4], puesto que Simón Bolívar fue el primer presidente de Colombia con tan sólo 36 años.
Duque puede ser el presidente al que le ha tocado la oposición más politizada y empoderada de Colombia desde hace tiempo, la cual cuenta con más de 8 millones de votantes dispuestos a ejercer veeduría ciudadana a cada gesto, palabra, actuación, decreto, proyecto o política que ejecute el presidente.
Más de 8 millones de electores es una cifra nada despreciable, sobre todo en nuestro país, donde la abstención electoral es altísima.
Referencias:
[1] Constitución de Colombia [2] Duque podría desenredar la Justicia Especial de Paz [3] Guillermo Rivera [4] Indicadores: Los presidentes más jóvenes en Colombia
