Desde marzo de 1955 su programa, El minuto de Dios, emitido por el canal 7 de la Televisora Nacional de Colombia, era uno de los más populares del país. A las familias desplazadas les daba, de su propio bolsillo, 500 pesos a cada una. Ese mismo año, arropado por un poncho y con sus propias manos, el padre Rafael Garcia-Herreros ayudó a construir, en la localidad de Engativá, las primeras casas del barrio Minuto de Dios. No era la primera vez que construía un barrio. En el año 1947 ayudó a hacer 100.000 casas en un barrio pobre de Cali. Decían que era un cura socialista, un invasor. Los predios estaban detrás del antiguo hospital militar y, los obreros que usó eran los jóvenes que lo acompañaban en cada homilía. En unos cuantos meses ya estaban edificadas cincuenta casas.
Rafael García-Herreros no estaba conforme con solo hacer un barrio. Sabía que lo más importante era educar a los niños. Por eso, en un cambuche improvisado, empezaron en 1957 las primeras clases del colegio Minuto de Dios. Un año después crearía la academia Pitágoras para incentivar el aprendizaje de la astronomía, el arte, las matemáticas y la espiritualidad. El padre Garcia-Herreros sabía que era un experimento y no podía asegurar que llegara a buen puerto. Necesitaba apoyo financiero y, para eso, creó en 1961, en el Salón Rojo del Hotel Tequendama, el banquete del millón. Una vez al año los más ricos del país se reunían allí a desayunar un caldo de pollo, saltinas y chocolate, a cambio de un millón de pesos. Cinco años después, en 1967, Rafael Garcia Herreros vio como salían los primeros bachilleres del colegio. Desde ese momento el padre tenía en mente la construcción de una Universidad. Sin embargo, como último consuelo antes de su muerte el 20 de noviembre de 1992, vio cómo 250 jóvenes entraron a la UNIMINUTO, la Universidad que él había soñado. Hoy, casi 30 después de su fundación no solo es la universidad más grande del país con 200 mil estudiantes, sino que es la única colombiana que ha aterrizado en África para educar allá también.
Afuera del perímetro urbano de la ciudad de Abiyán, un edificio nuevo de cinco pisos se erige sobre un panorama de invasión con una bandera de Colombia izada en su entrada. Alrededor, tejados de zinc oxidados se extienden por todo el horizonte de una tierra amarilla, polvorosa, con calles todas despavimentadas. Yopogun, una de las comunas más populares y densamente pobladas de la capital de Costa de Marfil recibió el nuevo milenio sin saber lo que era una universidad en su territorio. Allí, hasta el año 2010, casi la mitad de la población adulta no sabía leer.
Por sus grandes fuentes petrolíferas, Costa de Marfil es considerado uno de los países más desarrollados del África del Oeste pues registra un crecimiento económico cercano al 6% anual. Pero las oportunidades educativas son irrisorias: de los 22 millones que habitan el territorio, menos del 1% tiene oportunidad de acceder a instituciones universitarias. Por tal razón, el gobierno marfileño empezó a mostrar interés en adoptar modelos educativos incluyentes que funcionaran en contextos de pobreza y puso sus ojos en Colombia.
Fue en 2013 que, por medio de la recién creada Agencia Presidencial para la Cooperación entonces encabezada por Sandra Bessudo, llegó una solicitud desde Italia para asesorar la construcción de una universidad en Costa de Marfil. Al ser este un país de mayoría católica y habiendo estudiado de cerca la situación educativa en Colombia, tenían un nombre claro en su propuesta: Uniminuto. Meses atrás, cinco delegados del Gobierno de Costa de Marfil, viajaron a Colombia y conocieron, de primera mano, el modelo educativo de dicha institución, visitando sedes como la de Bello en Antioquia y Soledad en el Atlántico.
Por tanto, bajo el esquema de cooperación sur-sur, que consiste en establecer intercambio de experiencias entre países subdesarrollados, la Corporación Minuto de Dios se comprometió con la misión y respondió con una comisión académica a Costa de Marfil a principios de 2015 que estuvo liderada por Santiago Vélez, rector de la Sede Bogotá Sur y Nuevas Regionales de UNIMINUTO. Tuvo como objeto realizar los estudios que se refieren a la creación de la persona jurídica, es decir, la IUTEA.
Así nació en 2019 la Institución Universitaria Tecnológica Eudista de África IUTEA. Su campus, de 1.300 metros cuadrados, cuenta con 12 aulas de clase, dos salas de informática, biblioteca, enfermería, sala de profesores, cafetería, oficinas de atención con una capacidad de 350 estudiantes en una misma jornada. El equipo de profesores se compone de 47 docentes universitarios y 8 estudiantes internacionales de último año de licenciatura.
El proyecto se desarrolló durante dos años y tuvo una inversión total de 926.946 euros que los puso la Conferencia Episcopal Italiana mediante un esquema de cooperación triangular donde Colombia participó con el modelo educativo, equipos de trabajo y misiones de acompañamiento durante todo el proceso de construcción y el primer año de operación, para su sostenibilidad.
Actualmente tiene 4 programas académicos: Gestión Empresarial, Construcción, Agroecología e Informática. Ya ha capacitado 149 personas de las comunidades de Abatta y Yopougon en agricultura urbana.
Al respecto, Jorge Gallego, Gerente de UNIMINUTO Internacional afirma que la entrega de la sede es muy significativa, “Del proyecto hacen parte dos países como Colombia y Costa de Marfil, con el apoyo de sus respectivos gobiernos para la cooperación sur-sur y la participación de una nación como Italia, configurandose así una experiencia de cooperación triangular, que a través de la Conferencia Episcopal, aportó recursos económicos para la construcción de la primera sede, lo que permitió hacer realidad este logro, que surgió como objetivo y como desafío de proyección social internacional de UNIMINUTO para el mundo, en el marco del plan de desarrollo 2013-2019”.
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