Israel-Palestina, un conflicto que no es de película
Opinión

Israel-Palestina, un conflicto que no es de película

Para Hollywood los buenos son 100 % buenos y los malos 100 % malos, en la vida real no es tan fácil: israelíes y palestinos son a la vez víctimas y victimarios

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octubre 16, 2023
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Para los nacidos bajo la cultura de Hollywood, es decir todos los actuales habitantes del hemisferio occidental, es especialmente difícil entender el conflicto entre israelíes y palestinos. Por la sencilla razón de que en las películas hollywoodenses los buenos y los malos están claramente definidos: los buenos son 100 % buenos y los malos 100 % malos.

Por eso, frente a lo que está ocurriendo en Oriente Medio, los terrícolas se dividen en dos bandos: la mayoría de los occidentales, que consideran que en el bando de los buenos están los judíos y los malos son los palestinos, y los autodenominados progresistas que ponen en el bando de los buenos a los palestinos y en el de los malos, a los ‘imperialistas sionistas’.

Pero en la vida real las cosas no son tan fáciles. Tanto los israelíes como los palestinos son a la vez víctimas y victimarios.

Si en la historia de la humanidad hay un pueblo que ha sido objeto de persecuciones y agresiones es el judío. Desde hace 3.000 años este pueblo ha sido expulsado, acosado y cuasiexterminado. El clímax de esa persecución tuvo lugar en los años 30 y 40 del siglo pasado, cuando el nacismo lo utilizó de chivo expiatorio de todos los males que padecía Alemania como consecuencia del tratado de Versalles, con el que se selló la Gran Guerra.

Se calcula que como consecuencia de la ‘solución final’ que idearon Hitler y sus secuaces murieron unos seis millones de judíos en campos de exterminio como Autchwiz o Treblinka.

La humanidad, consumida por el complejo de culpa por ese holocausto, tan solo tres años después de concluida la Segunda Guerra Mundial decidió permitir la creación del estado de Israel, solución que causó un problema más grande porque las grandes potencias decidieron dividir un territorio más pequeño que el Valle del Cauca entre dos pueblos con razas, religiones, idiomas y culturas diferentes. Total, el conflicto no ha hecho más que agudizarse desde aquel 1948.

Con una sustancial diferencia. En estos 75 años los israelíes se han decidido a construir una nación. Para ello, lograron varios milagros como convertir un desierto en una de las tierras más fértiles del mundo, gracias a la irrigación por goteo, sistema que ha sido copiado en todo el mundo y a las gigantescas plantas desalinizadoras que construyeron y que les permitieron convertir en potable el agua del mar. Un logro casi tan colosal como caminar en el mar. Además, Israel se ha convertido en una potencia en el tema tecnológico y tiene una especie de ‘silicon valley’ en donde se han desarrollado maravillas como el wase y el carro autónomo.

En cambio, mientras en estos 14 lustros Israel se ha convertido en una potencia mundial, el pueblo palestino sigue tan o más atrasado que como estaba en 1948. Por muchas razones. Algunas internas y otras externas. Primero, porque mientras muchos de los judíos que se asentaron en Israel eran profesionales y sabios en las más variadas ciencias, los palestinos eran un pueblo pastoril, con una educación muy baja.

Además, mientras los líderes de los primeros guiaron a su pueblo hacia al desarrollo, los jefes palestinos se han dedicado a llenar de odio y resentimiento al suyo. Los palestinos nunca fueron una nación. Lo único que los une es el odio por los israelíes.

Claro que, para ser justos, razones para no sentir aprecio hacia los judíos no les faltan. Primero, sus mayores les enseñaron que los judíos son unos invasores que les quitaron sus tierras. Habría que devolverse varios milenios en la civilización humana para comprobar que eso no es tan verdadero. Pero eso es lo de menos porque esa idea es la que domina el imaginario palestino. Y segundo, las condiciones en las que viven tanto en la franja de Gaza como en Cisjordania son muy precarias, por decir lo menos. Su libertad, especialmente en Gaza está totalmente restringida, con el agravante de que padecen un hacinamiento asfixiante. En esa estrecha franja de apenas 380 kilómetros cuadrados viven alrededor de dos millones de personas. Calificar a Gaza como un campo de concentración suena excesivo, pero es indudable que sí es un territorio que vive una realidad muy compleja.


El coctel de odio ancestral, malas condiciones de vida y encierro iba a estallar en cualquier momento. La mecha la puso Hamás, el grupo fundamentalista creado por Irán para capitalizar el rencor palestino


Ese coctel de odio ancestral, malas condiciones de vida y encierro iba a estallar en cualquier momento. La mecha la puso Hamás, el grupo fundamentalista creado por Irán para  capitalizar el rencor palestino. Y explotó hace diez días. De la peor forma, con un salvajismo y una crueldad pocas veces vista. Los terroristas que se infiltraron a Israel actuaron como las peores bestias. Y la reacción de Israel, que ha afectado a miles de personas que no tienen que ver con Hamas, fue implacable.

Lo más grave es que ambos bandos están convencidos de que actuaron de la forma que correspondía. Para los palestinos el ataque contra Israel fue una cruzada liberadora y para los israelíes su reacción fue un acto de legítima defensa, sin el cual la existencia de su nación corría un serio peligro.

¿Entonces quiénes son los buenos y quiénes los malos?

Lo cierto es que 75 años después de la creación de Israel y de la radicalización del conflicto en medio oriente hay dos cosas claras: los palestinos tienen que entender que no van a poder eliminar de la faz de la tierra a Israel y los israelíes deben tener claro que si quieren vivir en paz tienen que darle una salida digna al problema palestino.

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