Con tan solo 21 años, Santiago Suárez, un joven deportista nacido en Soacha (Cundinamarca), consiguió algo excepcional: clasificó al Campeonato Mundial de Triatlón Ironman 70.3, que se realizará los próximos 14 y 15 de diciembre en Nueva Zelanda, exactamente en la ciudad de Taupo.
Este campeonato combina tres disciplinas: 1.9 km de natación, 90 km de ciclismo y 21.1 km de atletismo, lo que suma un total de 113 km o 70.3 millas, de ahí su nombre.
Solo los mejores triatletas del mundo logran clasificarse, y Santiago es uno de ellos. Por eso, su historia, colmada de caídas, dificultades y triunfos, es la prueba viva de cómo, con resistencia, disciplina, solidaridad y esperanza, podemos transformar cada una de nuestras adversidades en un paso hacia la victoria.
La reciente trayectoria deportiva de Santiago comenzó sobre la bicicleta. A los 15 años, cuando todavía era un estudiante de colegio, ya se destacaba en el ciclomontañismo, acumulando títulos como: el tercer lugar en la Copa Bogotana de 2018, el quinto en el Campeonato Nacional de 2019, y el décimo en el Campeonato Panamericano del mismo año.
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Todo iba muy bien. Mientras subía y bajaba montañas en Ciudad Verde y Sibaté se iba formando la joven promesa del ciclomontañismo nacional. Sin embargo, un accidente en 2020 cambió su vida. Durante un entrenamiento se fracturó las costillas y la clavícula en tres partes. En el ruidoso instante de una caída, su dorado futuro deportivo también se quebró. Ya no estaba en condiciones ni físicas ni psicológicas para seguir compitiendo. Pues "le agarré mucho miedo al ciclomontañismo", confesó el mismo Santiago en una entrevista. Sin más, tuvo que retirarse del deporte.
Pero lo que parecía el final de su carrera fue, en realidad, un nuevo inicio. Durante su recuperación, postrado en una cama, viendo videos en el celular, encontró la que sería su nueva pasión: el triatlón. Esta exigente disciplina, que combina natación, ciclismo y atletismo, pronto se convirtió en su refugio y en el lugar donde renacería su futuro prometedor.
Sin embargo, antes de eso, las dificultades llegaron de nuevo. En Soacha no hay instalaciones deportivas adecuadas ni recursos institucionales suficientes para apoyar deportistas de alto rendimiento. Así que para entrenar triatlón Santiago debía hacer largos viajes hasta Bogotá, y rebuscárselas constantemente para cubrir sus gastos.
Por ejemplo, entre el 2020 y 2022, tuvo varios trabajos como auxiliar; en una papelería, en una cafetería y en un club de natación. Sumado a eso, debía responder a las exigencias diarias de la vida universitaria, pues también en el 2020 empezó a estudiar Ciencias del Deporte y Educación Física en la Universidad de Cundinamarca, seccional Soacha.
Al cabo de tres años, estos esfuerzos dieron al fin sus primeros frutos. En 2023, Santiago vivió su mejor temporada: fue campeón de la Copa Colombia, campeón nacional interligas, campeón de la Copa América y, como broche de oro, ganó el Ironman 70.3 en Cartagena. Esta última victoria no solo le aseguró su clasificación al Mundial, sino que además lo convirtió en el colombiano más joven en lograrlo.
La magia de entrenar y enfrentar las dificultades hizo que las lágrimas de dolor de las fracturas y que el miedo paralizador del ciclomontañismo se transformaran en las zancadas, los pedalazos y las brazadas valientes del triatlón, pero también y, lo más gratificante, en la sonrisa orgullosa de la clasificación. Sobre esto, dijo:
“Es una sensación muy muy bonita. A pesar de que es mucha responsabilidad dejar en alto el nombre de todos los colombianos en este evento tan importante a nivel mundial, me siento agradecido con Dios, con la vida, con la universidad, por esta bonita oportunidad que se me presenta en mi carrera deportiva y en mi vida personal. […] Además es un orgullo portar los colores de la bandera, de mi departamento, de mi municipio, de la universidad”.
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Para Santiago cada medalla representa no solo su esfuerzo personal, también el de su familia, amigos y comunidad, quienes lo han apoyado con rifas, ciclopaseos, ventas de tamales, pasteles, etc., para recaudar fondos. Los sueños individuales son también causas colectivas.
Hoy, con jornadas de entrenamiento de hasta ocho horas diarias, de domingo a domingo, Santiago se prepara para enfrentar a los triatletas más competitivos del mundo. Su objetivo es obtener los mejores resultados posibles, pero desde ya nos está enseñando que los sueños, sin importar cuán ambiciosos parezcan, pueden alcanzarse con resistencia y disciplina cotidiana, pero además con la solidaridad de nuestros seres queridos y sin perder la esperanza jamás.
"¡Si queremos, podemos!", dice Santiago sonriente y seguro. Desde las cercanas lomas de Soacha hasta los lejanos lagos de Taupo, él nos recuerda que los campeones no nacen en paraísos de mermelada sagrada (como decía el filósofo colombiano Estanislao Zuleta) y en otros países, sino que se forjan en las dificultades del presente, día tras día, entre los caminos y las calles de nuestros pueblos y de nuestras ciudades. La historia de Santiago Suárez es un ejemplo para las viejas y las nuevas generaciones: una invitación a que soñemos lo imposible y a que no nos rindamos.
Aunque nunca hayamos salido del país y seamos “bruticos para el inglés”, como dice él de sí mismo, en cualquier momento podríamos estar en la lejana y oceánica isla de Nueva Zelanda representando a toda Colombia.