Clavel, Forest, Faxon, Fortune y Petunia son los cinco enormes buques petroleros con bandera iraní que se dirigen hacia Venezuela con gasolina e insumos avaluados en algo más de 45,5 millones de dólares, en lo que sería el primer envío del “corredor de combustible” abierto por Irán, rompe el embargo impuesto por Estados Unidos a las dos naciones y traslada el enfrentamiento de Trump con la república islámica del golfo Pérsico al mar Caribe.
El presidente Nicolás Maduro ha recurrido a uno de sus superaliados en busca de ayuda ante la escasez de combustible. Las interminables colas frente a las estaciones de gasolina y el “no insista, no hay”, en medio de un racionamiento que limita a 30 litros por día chocan en el país con las mayores reservas de petróleo del mundo.
Desde enero están paralizadas las refinerías por la falta de inversión y las sanciones de Estados Unidos. El complejo de Paraguaná, el segundo más grande del mundo con capacidad de un millón de barriles por día –el primero es Jamanagar en la India con 1,2 millones- del que hacen parte las refinerías Amuay y Cardón paró producción cuando Rusia desistió de seguir intentando ponerla en funcionamiento por los altos costos de inversión, la poca rentabilidad, y la salida de la petrolera Rosneft por las sanciones de EE. UU.
Ahora lo intentará Irán. A la teocracia chií se le pagará con lingotes de oro que serán un alivio para sus arcas disminuidas por el freno a la exportación de petróleo impuesto por Trump. El enviado especial de EE. UU. a Venezuela Elliot Abrams acusó a Caracas de ello a principios de este mes. Analistas del sector ponen en duda el éxito de esta operación que no lograron los rusos conocedores de la industria venezolana, y que ahora deberán asumir operarios iraníes en gran parte vinculados a la Guardia Revolucionaria, no obstante la experiencia en refinación de Irán.
Los combustibles enviados por el aliado de Maduro para enfrentar la escasez y poner en marcha
el supercomplejo de refinación de Paraguaná endurece el pulso de Trump con Irán
El proyecto empezó con el envío de partes y personal en vuelos de la aerolínea sancionada Mahan Air que han aterrizado desde hace unas semanas en el estado de Falcón, cerca de Paraguaná. Las envejecidas plantas no han podido arrancar, y las complicaciones se suman a fallas en la energía y la escasez de agua para la refrigeración. En caso de lograr arrancar las plantas, habrá que tener en cuenta que la producción de los yacimientos del Zulia para abastecerlas está disminuida y el transporte de crudo desde otros sitios puede acarrear un problema logístico de grandes proporciones.
Por ahora Venezuela se sostiene gracias a la estadounidense Chevron y la española Repsol que mantienen sus actividades en el país. Repsol paga con producto refinado, Chevron produce 220.000 barriles diarios y paga con divisas, tiene un enorme poder de lobby en EE. UU. y ha logrado autorización para operar hasta el 1 de diciembre. Y hasta allí. Porque hace unos días el gobierno Trump dijo “no va más”.
En estas circunstancias la carga de los superpetroleros es fundamental para el gobierno de Maduro. No solo para hacer frente a la escasez de gasolina hasta finalizar el año, sino para poner en marcha a Paraguaná. Aunque la garantía de suministros de Irán esté en entredicho debido a que gobierno de Hasán Rohaní tambié tuvo que imponer el racionamiento de gasolina.
"Estamos listos para lo que sea y cuando sea",dijo Maduro por televisión anunciando la llegada de los buques
Los cinco buques parecen haber sido cargados en la refinería Persian Gulf Star cerca de Bandar Abbas, en Irán, luego viajaron por la Península Arábiga y a través del Canal de Suez hacia el Mar Mediterráneo, según datos logrados por el Sistema de Identificación Automática de embarcaciones -AIS-. Maduro celebró el miércoles la próxima llegada de los superpetroleros y el ministro de Defensa, Vladimir Padrino anunció que “esos buques, cuando entren a nuestra zona económica exclusiva serán escoltados por naves, buques y aviones de la Fuerza Armada”.
La tensión ha ido subiendo de tono desde el domingo cuando el ministro de Asuntos Exteriores iraní Mohamad Yavad Zarif envió una carta al secretario general de la ONU, António Guterres en la que decía: “Esta diplomacia hegemónica de las cañoneras amenaza seriamente la libertad del comercio y la navegación internacionales y el libre flujo de energía”, y convocó al embajador suizo en Teherán, Markus Leitner, que representa los intereses de Washington ante la ausencia de relaciones diplomáticas, para comunicar a EE.UU. «la seria advertencia» que supondría «cualquier posible amenaza» contra sus navíos.
El enfrentamiento entre Estados Unidos e Irán alcanzó su punto culminante en enero, cuando un dron estadounidense mató en Bagdad al general Qasem Soleimani, una de las figuras más destacadas de la cúpula militar iraní. Sus amenazas se dirigirían hacia buques estadounidenses o de sus aliados en el estrecho de Ormuz, si sigue su estrategia habitual.
Estados Unidos no ha hecho pronunciamiento oficial sobre cómo responder al envío iraní que desafía abiertamente sus sanciones. La Cuarta Flota basada en Jacksonville, Florida, es la responsable de las operaciones en el Caribe cerca a la ruta probable de los buques cisterna. Y aunque la escalada de la tensión es muy alta algunos analistas no creen que Estados Unidos se decida a interceptar los barcos porque tendría dos frente al tiempo, el de Irán y el de Venezuela, con un costo geopolítico importante en momentos en que Trump enfrenta las dificultades de la pandemia y se juega la reelección presidencial.
