Hay varias certezas sobre la realidad actual de Colombia: 1) Podría ser un lugar que brinde mejor calidad de vida a la mayoría de la población. Están los recursos y los cerebros para lograrlo. 2) Si no se ha conseguido no es por falta de ideas, sino a causa de una orientación política equivocada. 3) A esos sectores políticos hay que vencerlos democráticamente. 4) Se sabe quiénes son, pero su estrategia de miedo, engaño, chantaje y cooptación funciona como una empresa muy exitosa.
Pero quienes creemos y trabajamos honestamente por el bienestar general, y comprendemos que eso significa en la mayoría de los casos sacrificios personales, no podemos caer en su misma estrategia de ira, odio y discriminación. De seguir su táctica no se sabrá cuál es la diferencia entre ellos y nosotros.
Según el médico argentino Daniel López Rosetti, autor del libro Emoción y Sentimientos (2017), la ira es una emoción básica que antecedió por millones de años a la razón. Se presenta como un mecanismo de supervivencia ancestral para atacar o defender, frente a una amenaza a la integridad o la obtención de alimento. De la ira se pasa a la hostilidad y de ahí a la agresión, que es el uso de la violencia verbal o física. El odio es una ecuación igual a ira más tiempo, es decir, aparece como un proceso racional en el que se identifica a una persona como contraria a nuestros intereses.
La discriminación tiene otras características. Aunque puede asociarse con el desprecio, que también es una emoción básica de rechazo y menosprecio por considerar al otro inferior, interviene un juicio de valor. Pero la discriminación, según el historiador Yuval Noah Harari, es en verdad un orden imaginado por los humanos con propósitos de dominación, para mantener un círculo vicioso: si se logra convencer a un grupo de personas de que los inmigrantes son la causa de los problemas de desempleo, no estarán obligados a explicar que la verdadera razón es el fracaso de su política económica.
En el camino han creado a una horda de fanáticos
que se creen los cuentos de sus líderes sobre los enemigos a derrotar,
evitando reflexionar sobre las causas de los problemas
Algunos sectores económicos, sociales y políticos han atizado estas emociones primitivas y los órdenes imaginarios para mantener sus privilegios. En el camino han creado a una horda de fanáticos que se creen los cuentos de sus líderes sobre los enemigos a derrotar, evitando las reflexiones sobre las causas de los problemas.
Romper ese círculo vicioso obliga a no se seguir la misma estrategia. Durante décadas la decisión sobre la dirección de la Nación ha sido tomada con base en el conflicto interno, lo cual ha desencadenado una cultura de emociones pasionales. Es momento de evolucionar hacia la razón y hacia sentimientos como la reconciliación, la solidaridad y el trabajo en equipo liberándose del ego.
Si no se ha convencido con lo anterior, sepa que la medicina actual ha demostrado la relación entre el odio y la taquicardia, la elevación de la presión arterial y los infartos agudos al miocardio. Como dice López, este “daña mental y físicamente más a quien lo siente que al que va dirigido”. Nuestra oportunidad de triunfo se encuentra en lo que ellos carecen: justicia, tolerancia e inclusión.
Twitter: @mariovalencia01