Invitación a luchar por Colombia

Invitación a luchar por Colombia

Tengo la ilusión de que alguien que piense que el Pacto Histórico es una solución para Colombia, al leer mis cartas, comience a sospechar que está equivocado

Por: Uldarico Posada
noviembre 21, 2023
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Invitación a luchar por Colombia

Un buen amigo me pidió con sobrado pragmatismo, que le precisara el propósito de escribirle cartas a Petro y, antes de dejarme chistar expresó con cierto desgano: “Él ni siquiera las va a recibir, pero además, no creo que tú sinceramente pienses que alguien las va a leer.  Nuestra generación se está extinguiendo y acepta que ya eres obsoleto.”

Puede ser que mi amigo tenga toda la razón. Tengo la tonta ilusión de que alguien que todavía piense que el Pacto Histórico es una solución para Colombia, al leerlas, comience a sospechar que está equivocado. Lo hago además para poder morir en paz con mi conciencia.

Cuando la nave navega sin rumbo con riego de naufragio por la impericia del capitán mientras los pasajeros duermen ignorantes del peligro, hasta el más irrelevante de los remeros debe alzar su voz, así sea que el rugido de las olas la silencie.

Un resultado previsible y explicable

En un video escuché a Carlos Alonso Lucio, quien de manera ponderada y razonada plantea dos opciones para el futuro del país. Son en realidad las únicas opciones entre las tendremos que escoger y eso sí de manera urgentísima, por que la actual situación de desgobierno, agresividad e irresponsable populismo, sin que se visualice una oposición organizada y coherente, sólo conduce por vía expresa a Venezuela y Nicaragua. Sugiero que la escuchen con total objetividad pues no quiero cometer tergiversación alguna.

Un poco en broma en el caso del naufragio, la primera opción consiste en que los pasajeros se amotinen y arrojen al capitán al mar, claro está soportando los palos de los secuaces del capitán. Además, como los pasajeros conforman un grupo desordenado sin un liderazgo claro, tendrán muchos rifirrafes sobre cual de ellos va a conducir la nave a puerto seguro, dónde espera un capitán idóneo para continuar el viaje.

La segunda opción consiste en ponerle al loco una camisa de fuerza a su mente y a su comportamiento, y con dosis moderadas de garrote y zanahoria obligarlo a navegar hasta el puerto, donde esperan el capitán idóneo y un carro del manicomio para llevarse al loco.  Pero resulta que más que loco, el capitán es astuto: acepta la camisa de fuerza para que no lo arrojen al mar, pero sin que los pasajeros caigan en cuenta, manipula la brújula y el sextante, y el barco llega al puerto donde él desde un principio pensaba llegar, allí la tripulación cuelga a los pasajeros del palo mayor, el capitán se apropia el barco y se dedica a vagar a su antojo disfrutando los tesoros del oro y del poder.

Amigo Lucio, comparto con usted la idea que la primera opción es la necesaria. Se maltrata la Constitución, pero es para salvarla. Como cuando usted somete a un hijo a un tratamiento médico cruelmente doloroso para salvarle vida.

Las estrategias, las incongruencias  y el desgobierno del presidente Petro Urrego ameritan una medida extrema. Amerita, que como dice el doctor nos movilicemos en un movimiento cívico y ciudadano. Por eso escribo mis cartas al presidente

No quiero repetir lo que todos saben muy bien, pero algunos hechos puntuales que deben destacarse: una paz total sin plan ni estrategia, el Estado arrodillado ante las bandas ilegales, las arengas desde los balcones de palacio, la satanización de los medios de comunicación, la irresponsabilidad en el sector energético, la creación de milicias con la máscara de pagar para no matar, entre tantos otros dislates soportan la necesidad de actuar proactivamente.

Más que a los conflictos mundiales, a la inflación, a los de intereses y a la regla fiscal que Petro quiere alegremente eliminar, la caída de la economía se debe a la incertidumbre y a la desesperanza, dos hijas legítimas del presidente.

Me remonto al año 1956 cuando un movimiento cívico conformado por gremios, partido conservador y liberal, la iglesia, los estudiantes y los trabajadores, pararon al país y el general Rojas entregó el gobierno.

Eran muy distintas las circunstancias: había luchas entre “cachiporros y godos” por razones ideológicas, no por narcotráfico; había liderazgo:  Alberto Lleras, Guillermo León Valencia; había pactos de caballeros, el de Sitges.

Aprovechemos lo positivo de esa experiencia pasada y optemos por la compleja extirpación del tumor, no por la eutanasia.

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