Los venezolanos, igual que nosotros, celebramos la Navidad en familia. Son afectuosos, aman su país, muchos de ellos están solos e igual que nosotros, alguna vez estuvimos lejos de nuestros seres amados.
Algunos llegaron en avión, otros caminando y aún tienen sus pies adoloridos. Entre ellos hay ricos y pobres; educados en una universidad y otros apenas saben leer; unos son blancos, otros mestizos o mulatos; también existe uno que otro malandro, igual que entre nosotros.
Para la gran mayoría de ellos, Colombia es un paraíso y se deshacen en elogios y admiración por lo que encuentran aquí. Se maravillan de nuestro progreso, mientras nosotros seguimos quejándonos por todo, sin saber que vivimos en un gran país.
Por todo esto es importante que compartas tu cena de navidad con un venezolano. No importa que sea un pavo relleno rociado con vino, un sancochito o un humilde tamal. ¡Compártelo!
Y mientras cenas, escucha con detenimiento lo que te van a decir de nuestro país: les fascina la comida, el paisaje, el clima, la organización del tránsito, la paz, la vigilancia y la policía respetuosa que les da la bienvenida. Ellos se sorprenden de ver los supermercados llenos de comida, le toman fotos a los anaqueles y se los envían a sus parientes.
Nosotros ni siquiera nos damos cuenta de nuestra abundancia.
Ellos, al igual que nosotros, también vivían en un paraíso, pero no lo supieron sino hasta que un sátrapa lo hizo pedazos. También protestaban por todo, hasta que un loco llegó prometiéndoles el oro y el moro. ¡Y miren lo que pasó, por creer en fantasías!
Y cuando al final de esa cena tú hagas un brindis, a ese invitado probablemente se le van a encharcar los ojos. Entonces abrázalo, dile que bienvenido a Colombia, pues eso ayudará a sanar sus heridas.
Entonces si quieres que tu hijo conozca a Colombia, invita a ese venezolano que a veces te incomoda porque trata de venderte un dulce. Puede ser también tu compañero de oficina o la mesera que te atiende en el restaurante. Siéntalo a tu mesa y déjalo hablar para que los niños sepan cómo es su patria y la amen.
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(Cuando la cena termine, asegúrate de que tu invitado tenga dinero suficiente para pagar el bus o el taxi de regreso a casa).