Una vez hecha pública la reforma a la salud no tardaron los comentarios y críticas al articulado: desde el riesgo que puede generar la ADRES (Administradora de los Recursos del Sistema General de Seguridad Social en Salud), el riesgo de mayor corrupción, la eliminación paulatina de las EPS, la falta de recursos humano y técnico, la pobre definición de la gestión del riesgo, hasta la falta de un sistema de información robusto. Esta reforma, en su estado actual, es ingenua y anacrónica. Hasta podría ser inconstitucional.
Un aspecto que no ha llamado la atención tiene que ver con la investigación en salud, considerada en el único artículo del capítulo XII, el 123. Este artículo es claro en afirmar que “los recursos del FIS (Fondo de Investigación en Salud), en todo caso, tendrán como propósito único la financiación de proyectos de investigación, tecnología e innovación en salud pública”, entendida esta como “el conjunto de políticas, programas y acciones públicas y de la sociedad que cobijan a la población con el fin de cuidar y promover la salud y prevenir las enfermedades, garantizar un ambiente y entorno sano y saludable, mantener la salud de las comunidades y las personas para mejorar continuamente su calidad de vida y bienestar”.
El FIS recibió en el año 2022 el 20.86% del Presupuesto General de la Nación (PGN) asignado a MinCiencias. Para el 2023 se estima que el porcentaje será del 17.45%, a lo que se suma el impacto negativo del aumento en la tasa de cambio. Se menciona como fuente adicional de financiación a la investigación en salud una subcuenta de Control de Problemas y Enfermedades de Interés en Salud Pública del Fondo Único Público, pero dicha subcuenta pareciera que todavía no existe. No sobra recordar que el Fondo de Ciencia, Tecnología e Innovación (CTI), que tiene como objetivo incrementar la capacidad científica, tecnológica, de innovación y de competitividad de las regiones, mediante proyectos que contribuyan a la producción, uso, integración y apropiación del conocimiento en el aparato productivo y en la sociedad en general, tiene asignado el 10% de los ingresos del Sistema General de Regalías, que permitirían financiar también la investigación en salud.
El presupuesto de CTI asignado en el Presupuesto General de la Nación (PGN) 2023, sigue la línea modesta de los presupuestos anteriores para Investigación y Desarrollo (I+D), así como para las Actividades de Ciencia, Tecnología e Innovación (ACTI), y cuyas cifran sitúan a Colombia en los últimos lugares de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). La inversión en I+D y ACTI en el sector salud y ciencias de la vida debe estar basada en prioridades de la salud, en la evidencia y la necesidad de una sociedad saludable y con bienestar. En este sentido, desde la Misión Internacional de Sabios se presentaron, el semestre pasado y con la participación de representante de MinSalud, las “prioridades y recomendaciones para la salud en Colombia basadas en la gran encuesta en CTI en salud”, las cuales no parecen que hayan sido tenidas en cuenta en la propuesta de reforma a la salud.
El ecosistema de CTI en salud es importante, variado y comprometido. En efecto, el mayor conocimiento científico generado en Colombia a lo largo de los años es en áreas de la salud. La salud pública es importante, pero en investigación no es “lo único”. Existen diversas capacidades científicas construidas en el área de la salud que no pueden ser abandonadas; todo lo contrario, deberían estimularse y mejorarse. Bien lo afirma el artículo 71 de nuestra constitución al mencionar que la búsqueda del conocimiento es libre; y que el Estado creará incentivos para personas e instituciones que desarrollen y fomenten la ciencia y la tecnología y ofrecerá estímulos especiales a personas e instituciones que ejerzan estas actividades.
Si Colombia quiere hacer un tránsito hacia una sociedad basada en el conocimiento, donde la ciencia y los saberes ancestrales comulguen hacia el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y hacia la resolución de problemas nacionales y globales, no solo debe fomentar la educación, la curiosidad y la pasión por el descubrimiento, sino que debe financiar dichos propósitos para el beneficio de la sociedad actual y de las generaciones futuras. No en vano una de las recomendaciones del documento CONPES 4069 es adelantar las gestiones requeridas para garantizar la financiación de las políticas contenidas en el mismo. Lo que se busca, en suma, es contar con un sistema de salud basado en el conocimiento.