Los chinos exportaron 2.232 millones de toneladas de ajo. Las que llegan a Colombia cubren el 97 % del consumo con lo cual la producción nacional quedó casi que desaparecida. Una posible forma de identificar los bulbos chinos de los nacionales es que los bulbos de ajo chino no tienen raíces, son arrancadas del fondo para reducir el peso y, por lo tanto, los costos de envío, pero también elimina la tierra contaminada, algo que exigen casi todos los países.
El ajo de origen chino es más pequeño y suave, con menor intensidad del ajo criollo o el morado que se siembra en Colombia, donde se cultiva desde los 2.000 a los 2.500 metros de altura, en alrededor de 370 hectáreas, en los de países donde hay estaciones es posible sembrarlo a nivel del mar.
China es desde principios del siglo el mayor productor de ajo y gracias a sus economías de escala es el más barato, y desde hace más de una década es el líder mundial con un poco más del 80 % de las exportaciones mundiales.
El ajo chino se exporta en variedad de formas, incluyendo fresco (mientras más fresco, más alto su precio), almacenado en frío, seco, encurtido y en salmuera, siendo el ajo fresco y almacenado en frío el 89,2% de las exportaciones de ajo y el ajo seco el 10,1%.
En China la mayoría del ajo se produce en Shandong, una provincia de la costa este, al sur de Beijing, en particular, Jinxiang es conocida como la “capital mundial del ajo”, y que lo es de China desde 1980.
Varios países como EE. UU. han intentado controlar el acceso del ajo chino a su mercado elevando el arancel de 10 % a 25 %, debido a los efectos sobre sus cultivos tradicionales específicamente de California, Brasil a su vez, le renovó la aplicación de una medida antidumping hasta el 2024 más un 35 % de aranceles y México le aplica ciertas medidas restrictivas. Los productores de Colombia a su vez llevan varios años intentando frenar las importaciones del ajo chino, y recurrido a métodos de comercialización que les generen valor agregado al producto nacional, como venderlo pelado y seleccionado.
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