¿Invadir a Venezuela por gracia de Trump?
Opinión

¿Invadir a Venezuela por gracia de Trump?

Trump muestra interés en Venezuela porque está detrás del voto latino, y acorralado por su exabogado y el fracaso en Corea podría jugarle a una intervención para tumbar a Maduro

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marzo 04, 2019
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Colombia o, mejor, el gobierno colombiano, ha atado su visión de solución a la crisis de Venezuela a un individuo que, pese a ser el actual presidente de los Estados Unidos, no representa los valores democráticos.

Al contrario, la afinidad de Trump con tipos como Duterte y Putin, sus alusiones al estado de enamoramiento con el dictador norcoreano, simultáneas a su desprecio por líderes demócratas aliados de los Estados Unidos, lo colocan en el lado de los detractores de los valores liberales.  Su negación a la realidad del cambio climático, la xenofobia, su obsesión con el muro, sus ataques a los medios de comunicación, no tienen antecedentes, salvo en novelas como las de Phillip Roth (Conjura contra América).

Los valores democráticos no son ni de derecha ni de izquierda y se enmarcan en una fórmula sencilla: respeto por los demás, por el medio ambiente, por las diferencias entre personas y comunidades.

Trump, un presidente racista y xenófobo, que ni siquiera lee los memos que sus asesores le preparan por incapacidad de concentrarse por unos minutos, muestra interés en Venezuela porque está detrás del voto latino en estados como la Florida.

Acorralado como está por señalamientos como los de su exabogado Cohen en el Congreso o por su triste regreso de Hanoi, con las manos vacías, sin acuerdo a la vista con el dictador norcoreano, podría jugarle a tumbar a Maduro mediante una intervención militar. Tanto él como sus asesores halcones creen que una operación militar patrocinada por los Estados Unidos y, desde luego, con la activa participación de Colombia, sería de corte quirúrgico, breve y eficaz. Como si Venezuela fuera Granada o Panamá. Finalmente, Trump razona en ese ramplón simplismo que lo lleva a confundir Bolivia con Colombia. Finalmente, para él, se trata del patio trasero (alusión que no molestó al presidente Duque en su cita reciente en Washington).

Eso de “todas las opciones están sobre la mesa”, eufemismo para referirse a la intervención militar en Venezuela, está en la agenda de Trump.

 

 

El aliado que tanto ha emocionado a algunas tribunas locales
fue tachado de estafador, racista y de fraude por Edward Cohen,
el abogado que ya en la presidencia de Trump, le hacía múltiples trabajos sucios

 

El aliado que tanto ha emocionado a algunas tribunas locales fue tachado de estafador, racista y de fraude por Edward Cohen, el abogado que hasta bien entrada la presidencia de Trump, le hacía múltiples trabajos sucios. Pagarle a la tormentosa Daniels y a la conejita Playboy por su silencio en plena época de campaña electoral burlando las normas de financiamiento, intimidar a deudores y a acreedores, mentir y mentir, hacer negocios con los rusos a escondidas, fueron algunas de las perlas ratificadas por Cohen ante la comisión del Congreso la semana pasada.

Por supuesto que Maduro debe irse. Que su modelo de administración ha quebrado un rico país, que no ha respetado resultados electorales, que prohibe la libertad de prensa y que cobija prácticas de corrupción que enriquecen, en los mercados negros, a parte de su cúpula y del generalato. La crisis en el sistema de salud, la dramática reducción del poder adquisitivo de la moneda, la inflación sin paralelos en el mundo contemporáneo, la salida de millones de venezolanos empobrecidos son evidencia del fracaso del modelo.

Sin embargo, como lo demostraron los resultados de la jornada de la ayuda humanitaria el pasado 23 de febrero, ni la oposición consiguió volcar a los venezolanos a las calles, ni se produjeron la deserciones masivas de miembros de fuerza pública que Guaidó, Duque, Rubio y otros preveían. Maduro, por tiempo indefinido, está atornillado.

La salida de Maduro y la transición que conduzca a nuevas elecciones debe ser pacífica. Caer en la trampa de la intervención militar de Trump puede representar una tragedia de años a los colombianos.

“Al gobierno de Maduro le quedan muy pocas horas”, afirmó nuestro locuaz presidente el pasado 1º de febrero. Al fracasar la jornada de entrega de ayuda humanitaria, el mismo Guaidó habló de las “opciones abiertas” que, por fortuna, el mismo grupo de Lima desdijo, al menos por ahora. Rotos todos los puentes diplomáticos con Venezuela y con Maduro atornillado y con Trump necesitado de causas liberadoras, la tentación de intervención militar estaría en cualquier recodo, en cualquier evento que sea considerado como provocación.

A propósito de verbo fácil, no comprendí la comparación de nuestro presidente en Cúcuta con la caída del muro de Berlín. ¿Será mas bien una alusión al páramo de Berlín, en la vía que lleva de Bucaramanga a Cúcuta? Porque sí, parece un muro…

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