Es muy dramático ver a las personas luchar para no convertirse en damnificados; y su terror ante el hecho de quedar sin nada, después de toda una vida tratando de construir, con su grupo familiar, un futuro que les depare mejores oportunidades.
Los damnificados colombianos –también los hay en Europa y el mundo– sienten el pánico que produce el quedar sin nada, indefensos ante la pasividad de las autoridades, especialmente las nacionales, puesto que los entes territoriales carecen de los recursos suficientes para resolver la dimensión de las tragedias. Lo que más les duele a esos damnificados es que la mayoría de estos desastres son absolutamente previsibles, si se tuviera gobiernos responsables y competentes, pues el Estado es el único con capacidad de prevenirlos o al menos, disminuir sus consecuencias.
Según las autoridades, la ola invernal había afectado, hasta el 10 de este mes, a 46.000 familias colombianas. Portafolio informó el mismo día: “Las fuertes lluvias que han caído en los últimos días en Colombia causaron estragos en varias regiones, con un total de 27 de los 32 departamentos, que incluyen inundaciones, desbordamientos en ríos y quebradas, y desprendimientos… En el consolidado estamos hablando de 186 municipios en 27 departamentos, con 467 eventos registrados y podrían estar afectadas cerca de 46.000 familias, explicó este 10 de noviembre, en rueda de prensa, el director de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), Carlos Carrillo”. Esto significa que cerca de 300 mil personas están damnificadas y un 80 % de Colombia se encuentra “con el agua al cuello” por las lluvias, y este es apenas el inicio de una ola invernal que estará agravándose por el fenómeno de La Niña.
El 11 de este mes, Ghisliane Echeverry, directora del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM), precisó que “las fuertes lluvias que afectan a varias regiones de Colombia en los últimos días, no están relacionadas con el fenómeno de La Niña” y alertó sobre “el incremento del riesgo de deslizamientos en varios departamentos, incluidos Santander, Tolima, Valle del Cauca, Córdoba, Cesar, Norte de Santander y Arauca, declarados en alerta roja”, y “departamentos como Chocó con hasta el 85 % del territorio comprometidos”. Y en el balance no incluyen a otros territorios como Bolívar, que tiene cerca de 20 municipios inundados. Es decir, el balance se está quedando muy corto ante el tamaño de la tragedia que comienza a sentirse en Colombia. El Gobierno de Petro declaró la Situación de Emergencia, pero con su lentitud característica, llevaba ocho días tratando de redactar un Decreto.
El Centro de Predicción Climática de la Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, en inglés) emitió el 9 de mayo de 2024 un reporte en el que informó que existe una probabilidad de que el fenómeno de La Niña se desarrolle entre julio y septiembre de 2024, el cual se prevé que se materializará más adelante, por lo que la situación va a tender hacia el agravamiento. La presencia de fenómenos como tempestades, ciclones, tormentas y huracanes cada vez más cerca del territorio nacional debería obligar al Gobierno de Petro a ponerse serio, teniendo en desarrollo los planes de prevención y nombrar en la UNGRD a un profesional altamente calificado, con capacidad de trabajo para que atienda a la población, puesto que el señor Carrillo es solo un charlatán prepotente, armador de cortinas de humo, detestado por muchas de las comunidades. ¡Con los damnificados no se juega, menos a la politiquería!
