Hace unos días salieron a la luz pública varios informes de la investigación “Los riesgos a los que están expuestos los militantes de la Marcha Patriótica, su historia y su aporte al proceso de paz en La Habana”, realizada por la Fundación Paz y Reconciliación en cuatro departamentos en los que Marcha Patriótica tiene presencia: Meta, Caquetá, Norte de Santander y Cauca. Al realizar una lectura concienzuda me asaltaron muchas preocupaciones que, como militante de Marcha y vocera nacional, me parecen importantes evidenciar aquí. De la investigación surgieron seis informes que recogen la caracterización de MP, las relaciones entre alcaldías y concejos, relaciones de MP con instituciones, partidos y actores armados y el análisis de riesgo, compendio que fue realizado en mayo de este año y presentado hasta el presente mes.
En marco de las preocupaciones que me generaron varios aspectos que rodean esta investigación, me surgió un interrogante esencial y fue la manera de concertar dicha investigación, pues al preguntar a mis compañeros de Junta Patriótica, una de las instancias decisivas de Marcha, cómo se desarrolló la investigación, me encontré con la sorpresa de que la Fundación Paz y Reconciliación llegó a los diferentes departamentos y a los entrevistados bajo el pretexto de que lo que se iba a realizar era un artículo sobre la persecución al movimiento y que sería publicado en el portal noticioso Las2Orillas. Pero realmente esto no fue lo que más preocupaciones me generó, pues entre más leía más me asaltaba la intranquilidad al no encontrar claramente el propósito de la investigación, ya que en la mayoría de conjeturas se ven más ambigüedades que claridades, y si la investigación se propone mostrar los riesgos a los que están expuestos los militantes de Marcha, ¿por qué insiste en identificar tensiones internas que pueden generar facciones y disidencias?
Las tensiones internas que obedecen a debates que se desarrollan al interior de Marcha y les dan vida y dinámica a sus militantes no deben ser expuestas en un documento tan público como la susodicha investigación. Y más aún, cuando está auspiciada por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), nada más ni nada menos que la estrategia del Departamento de Estado de los Estados Unidos, para hacer injerencia en varios países, entre ellos el nuestro, razón de más para preocuparme por la investigación. Los debates internos de Marcha pertenecen a las intimidades —por decirlo así— del movimiento, y como diría el adagio popular “la ropa sucia se lava en casa”; por eso me cuesta comprender y descifrar el real propósito de la investigación cuando se habla en detalle de cada una de las organizaciones que pertenecen a MP. Se les ubica geoestratégicamente en el territorio y sobre todo se señalan con nombre propio, cómo unas organizaciones tienen más recursos que otras para movilizar gente, argumento que le serviría al ministro de Defensa para suscitar viejas acusaciones sobre cómo es que financia la MP.
No queremos esconder nuestros debates y mucho menos a nuestras organizaciones, pero sabemos que no podemos ser tan cándidos con la información, porque muchas veces ha sido utilizada por el establecimiento para encarcelar, desaparecer, torturar y asesinar a nuestros militantes, pues desde nuestra gestación centenares de ellos han sido judicializados y perseguidos. Hemos demostrado con nuestras publicaciones e informes los patrones que desde el Estado colombiano se vienen desarrollando para aniquilar nuestro proyecto y es desde este punto de vista que no aceptamos una investigación que escudriña y examina con lupa ciertas cosas, ciertos detalles, que no tienen una real conexión con los objetivos planteados en la investigación.
Otro aspecto preocupante de esa investigación es que en uno de sus objetivos se habla de descifrar las organizaciones pertenecientes a MP. El problema va más allá del uso de lenguaje, ya que descifrar significa comprender o explicar algo que es oscuro o que a simple vista no se ve, como si Marcha estuviera oculta o se tratara de una organización clandestina. Y está bien que no hemos tenido garantías, pero a pesar de esto nos mantenemos como un movimiento abierto y amplio.
Sin ánimo de posar de víctimas y conscientes del riesgo que se desprende por ejercer la oposición política al régimen, la milimétrica documentación sobre las organizaciones y dirigentes del movimiento no solo pone en riesgo a dichas organizaciones y sus militantes, sino que deja abierta la amenaza constante del paramilitarismo y el Estado que reiteradamente han intimidado y eliminado otras opciones políticas.
Además de todo esto, las conclusiones ambivalentes que presentan frente a la conexión MP- Farc, sinceramente no ayuda a blindarnos, sino todo lo contrario, y queda demostrado cuando se expresa que no se debe pensar que la MP es el brazo político de Farc, pero al mismo tiempo expresa que coinciden no solo en agendas sino también en su ubicación geográfica.
Al leer y releer los informes de esta investigación siento que Marcha fue objeto de la investigación y no sujeto de la misma, vinieron desde afuera a examinarnos profundamente y ni nos preguntaron si se podía. Pero además, el diagnóstico de nuestro caso lo hicieron público sin determinar sus consecuencias y sin nuestra autorización. Los resultados de aquella investigación muy poco o nada alertan sobre la persecución y los riesgos de MP.
Y no asistimos como MP al lanzamiento de la publicación de esta investigación, no porque no nos guste la academia y la investigación, sino porque nos sentimos engañados sobre las verdaderas intenciones de la mencionada investigación.
