No esperaba menos fervor de un patriota como Álvaro Uribe Vélez. Es el hombre, la voz del sometido, el enviado. Desde Santa Marta, sentado en una mesa, rodeado de micrófonos y grabadoras que perpetúan el filo de su prosa –que amoló como nunca antes– el expresidente expuso su punto de vista frente al documento de 297 páginas que contienen los acuerdos alcanzados entre el gobierno de Colombia y la guerrilla de las Farc.
Con su mano derecha alejaba las cuartillas –no más de cuatro hojas a Arial 12 con 1,15 de interlineado– para enfocar entre sus lentes las sabias palabras que apenas empezó a entonar sonaban como los acordes más tensionantes de las obras de Richard Wagner.
“Nuestras Fuerzas Armadas, ejemplares en su espíritu democrático, son igualadas al terrorismo, sometidas a su tribunal, condenadas a aceptar delitos no cometidos para evitar la cárcel (…)”. Sí expresidente. El Ejército nunca violó los Derechos Humanos en este país, no hay condenas al Estado por las acciones de inadaptados que lucieron los camuflados de la patria y dispararon los fusiles de la libertad. No hay una sola masacre, por acción u omisión, de los militares. Están tan limpios como su alma patriota.
Levantaba un poco la vista para asegurarse de que le estaban prestando atención.
—Continúe presidente que lo escucho, —le decía yo a la distancia, viendo el diferido en su fanpage de Facebook.
“Este proceso premia al terrorismo al negar cárcel a los máximos responsables de delitos atroces, en un país con más de 100 mil presos por delitos menores que los de FARC; premia al terrorismo con elegibilidad política que no tienen los presos, ni los paramilitares, ni los políticos que han perdido la investidura”.
Esto si no se lo entendí bien al expresidente. Bueno o sí, pero es que me queda una inquietud: eso quiere decir que si el Gobierno Nacional acordó con las Farc darles unas curules en el Congreso durante dos periodos, los paras, los criminales condenados y los políticos presos también deberían acceder a esas circunscripciones especiales. Sí es así, que viva la igualdad que profesa el expresidente. Ideas de una democracia en carnita y huesitos vivos.
Aprovechó para denunciar un delito más en contra de Braulio Herrera y de Iván Márquez que de seguro engrosarán la ya amplia lista de investigaciones penales que afrontan: “(ellos) estuvieron en el Congreso, combinaron la política con la violencia, una de las causas del exterminio de la Unión Patriótica, y Márquez regresó a su escondite de Venezuela, desde donde ordenaba secuestros y carros bombas”.
Es decir que los miembros de la UP fueron asesinados porque Márquez volvió a alzarse en armas y a mancharse de sangre colombiana hasta los tuétanos. Eso no lo sabía. Entonces no fueron las Autodefensas ni agentes del Estado los culpables. Ya la Fiscalía en cabeza del nuevo titular Néstor Humberto Martínez dará cuentas de ello.
Y vino lo mejor. Según el expresidente Uribe el “proceso convierte a la guerrilla en un grupo paramilitar” que se asoció con el Estado para combatir delincuentes. ¿Será que sí? ¿Sera que las Farc delatarán a todos sus socios en el negocio del narcotráfico? ¿Será que señalarán en mapas o darán coordenadas de laboratorios suyos y los de otros criminales con que repartían las millonarias rentas?
Si Uribe lo dice es por algo. Yo solo recuerdo que cuando el Frente 1 de las Farc se declaró en desobediencia frente a lo acordado en La Habana (Cuba) el Ejército Nacional logró, en tan solo unos días, la ubicación y destrucción de varios laboratorios de coca que pertenecían a la nueva estructura armada.
De vuelta al punto del discurso, el exmandatario recordó que hacer alianzas con criminales para combatir a otros criminales es una ecuación inestable: “(…)a manera del pasado cuando asociaron al Estado con narcotraficantes que, como a don Berna, convirtieron en paramilitares, con la disculpa de enfrentar a otros narco traficantes”.
Sí señor, y don Berna se le coló a usted señor presidente como desmovilizado de las AUC, cuando en su gobierno le entregó las armas de los ‘paras’ de la capital antioqueña, esa ciudad que queremos tanto usted y yo. El peligroso cojo lo cogió a usted un poquito desprevenido expresidente, pero ya que lo recuerda ese es un buen ejemplo para que no ocurra lo mismo.
Uribe, sin levantar la voz y para finalizar, instó a todos los sectores de la sociedad a que le digan ‘No’ al Plebiscito por la Paz, campaña que liderará desde su sabiduría y con la ayuda divina del procurador Alejandro Ordóñez, que está más cerca de Dios que el resto de los mortales.
Continuó: “Las cortes, los congresos y gobiernos del futuro podrán anular la impunidad”. Y todo está dicho: firmen tranquilitos los acuerdos que en años venideros los gobiernos de la “paz verdadera” los enmendarán. Se han de necesitar unos cuantos congresistas que sigan su fe –unos querubines de la justicia– para tal causa, tan justa, límpida y blanquecina como las canas de nuestro expresidente que aún en la vejez les enseña a los colombianos a defender la democracia con coraje.